Y el meme de la semana fue para Luis Miguel: la burla por su sobrepeso que circuló ampliamente no sólo en redes sociales, sino en los principales medios de comunicación. Aclaro de primera mano que odio la música de Luis Miguel, desde su primer popcito hasta su odiosa degeneración del bolero y el mariachi, si a esto suman que me inicié en rock de la mano de la revista La Mosca, primerísima archienemiga de todo la farándula de Televisa y derivados, entenderán que para mí cualquier canción o concierto del llamado Sol suena poco menos que a tortura.
De igual forma odio sus intentos cinematográficos. Y es que el cine mexicano ochentero pretendió imitar a los grandes de la época de oro, pensando que era fácil lograr un Pedro Infante, Jorge Negrete o un Javier Solís, con base en artistas sobrevalorados que actúan pésimo y apenas cantan auxiliados por los genios del audio, es decir toda la andanada de televisos: Yuri, Lucerito, Pedrito Fernández y por supuesto Luis Miguel. Por suerte este último entendió que el cine no era lo suyo y sólo filmó, hasta donde pude investigar, dos películas Ya nunca más (1984) y Fiebre de Amor (1985). Además está en la página www.chavodel8.com un sketch que en 1985 hizo junto con don Ramón, cuya única cosa divertida es precisamente la burla que hace el legendario personaje a Luis Miguel.
Y por supuesto no se puede olvidar el singular video de La incondicional, tropicalización de Top Gun (escenas de aviones, autos deportivos y sobre todo los poderosos Ray Ban Aviator) con todo y su escena de formación de helicópteros o aviones caza. Se percibe en el video una apertura del hermético ejército mexicano al permitir la aparición de infraestructura humana y material al servicio del que no supo amar. Pero el punto medular del musical es la reafirmación de la nacionalidad mexicana del puertorriqueño, en el uniforme de combate cuando aterriza en uno de los aviones se puede ver claramente la bandera de México.
Y a pesar de que detesto su concepto artístico, no puedo dejar de lado la andanada de bullying mediático al intérprete por su aspecto pasado de peso, ciertamente los memes son divertidos, pero hacen burla de uno de los principales problemas o virtudes de este país alimentado por la vitamina T: la gordura. Ya sea un Homero cantando Será que no me amas, la cara redonda de Luis Miguel que recuerda al también gordito Paco Stanley o comiendo cientos de donas, en el fondo se trata de una discriminación que se repite a lo largo y ancho del país por el solo hecho de ser obesos y que seguramente debe ser una de las principales causas de bullying en las escuelas.
Para los que hemos sido obesos en gran parte de nuestra vida, el acoso lo recibimos todos los días, ya sea en forma de burla a nivel personal a que ya he referido o desde el punto de vista institucional con todas esas campañas que nos recuerdan todos los días que debemos adelgazar, hacer ejercicio, comer sanamente. A veces me parece que ese discurso posmoderno que nos recuerda que el cuerpo debe ser estético a la usanza griega por cuestiones de salud, es un tanto falso, todos hemos conocido personas con los peores hábitos del mundo y viven longevamente y viceversa.
Los que fuimos objeto de este bullying de niños, los que lo somos en la actualidad, sabemos lo difícil que es enfrentarse a la carrilla de los compañeros de trabajo, de los amigos, de las instituciones, del mundo en general. Por ello reprobamos la forma en que los medios de comunicación ven en la campaña contra Luis Miguel algo digno de noticia. Lejos de ello, desde esta columna reivindicamos el derecho de cada uno de nosotros a pesar más allá de lo que recomiendan los parámetros de salud, de comer lo que se nos antoje sin tener que ser objeto de burla, de que los medios dejen de usar nuestro sobrepeso como objeto de diversión, es más, demandamos que la Comisión Nacional de los Derechos Humanos abra una queja de oficio. ¡Gordos del mundo, uníos!