A punto estamos de concluir enero, el primer mes del año. Atrás parece haber quedado esa euforia de la noche de año nuevo; muchos probablemente ya hayan empezado a cumplir con los propósitos trazados. Sí, ya sé que es muy pronto, pero los habrá quienes luego de la embutidera de ricos alimentos decembrinos ya han regresado con (remordimiento) bríos renovados al gimnasio o sus actividades físicas cardiovasculares que les permitan recobrar levemente una forma humana.
Habrá quienes de plano ya ni en la memoria tengan lo que prometieron aquella noche donde todo era alegría, abrazos y buenos deseos, puesto que la rutina puede más que las buenas intenciones y sí lo dije estando “alegre” probablemente ya no lo recuerde.
También habrá los que ante la realidad, las condiciones de vida que imperan y lo poco halagüeño que luce el horizonte económico y social, sobre todo, han decidido modificar un poco, o un mucho, su listado de propósitos.
En ese sentido, es curioso cómo se va modificando el deseo del mexicano dependiendo de lo sufrido, lo gozado, lo vivido y/o lo padecido durante el ciclo inmediato anterior. Si bien existe un común estándar entre los principales deseos como lo pueden ser: Salud, dinero, empleo, vacacionar y hasta que tú equipo de futbol gane el campeonato, es notable la manera en que jerarquizamos los deseos para el próximo año.
Según una encuesta realizada por el sitio de CNN en Español, poco más de la mitad de los mexicanos coincidió en el tema de la seguridad y la paz. Sin duda, el tema Ayotzinapa ha calado hondo en el ánimo de las personas, las desapariciones, los muertos, el crimen organizado y narcotráfico son las causas de que las personas pidan que este año sea mejor.
Seguido de ello es la situación económica; y es que el año 2014 fue uno lleno de terribles noticias para los mexicanos. Las “benditas” reformas estructurales que vinieron a robarle la certidumbre a millones de personas. Los gasolinazos, la escalada en las tarifas del servicio de energía eléctrica, el aumento de carga tributaria, sin duda tienen a la gente mordiéndose las uñas por cubrir mes con mes los recibos que llegan a casa.
En Aguascalientes las cosas no son distintas, muy a pesar del discurso oficial que indica la permanencia del progreso y las buenas acciones de la gente buena los habitantes no logran percibir una real diferencia. Los estándares económicos no mejoran, la generación de empleo no sólo no se ha mantenido, sino que ha empezado a decrecer. En el tema de la inseguridad, si bien, los crímenes de alto impacto se han logrado contener, están los delitos del fuero común como los robos y asaltos que mes con mes van en aumento, y son esos, los que lastiman el ánimo de las personas.
A pesar de que los medios de comunicación han optado dejar de contabilizar los casos de suicidio, en el afán de desestimular este acto, las personas siguen optando por esa “solución” ante sus problemas, sin temor a equivocarme la cifra de autoinmolaciones superó la de 100 en el año pasado y éste será semejante puesto que aún no termina el mes y ya van cuatro decesos de éste tipo.
Aunado a lo anterior, este año es uno de esos complicados en materia político-electoral, se avecinan las elecciones federales intermedias, donde se estarán disputando tres distritos federales y su respectiva plurinominal.
Para esos cuatro escaños, ya han salido decenas de chambelanes y chambelanas, muchos adelantados que incluso desde hace semanas ya iniciaron sus campañas hacia la sociedad, cuando los tiempos apenas indican el periodo de convencimiento al interno de sus institutos.
Las promesas no se hacen esperar, cuales hechiceros o prestidigitadores dicen traer consigo los buenos vientos y las lluvias abundantes. El rayito de sol se queda corto ante el discurso de los agoreros de la abundancia, los mismos de siempre, con sonrisas falsas, poses mal aprendidas y abrazos instantáneos, pero eso sí mucha saliva para gastar (y recursos para intentar comprar conciencias).
El deseo, según la Real Academia de la Lengua, es entre otras cosas: anhelar vehementemente que acontezca o deje de acontecer algún suceso. Por tanto y antes de que termine el primer mes de este año y sobre todo, previo a que empecemos a ser bombardeados por politiquerías baratas: Yo deseo que este sea un mejor año para todos, que los hoy suspirantes dejen de lado la alta resolución gráfica en sus fotos de campaña como lo más importante y se dediquen a construir desde la realidad social una plataforma político-electoral ecuánime, factible y creíble.
Que salgan a las calles a gastar la suela de sus cómodos zapatos, que se tomen menos fotos, pero que tengan más en cuenta a las personas, sus deseos, sus frustraciones y sus opiniones. Deseo un año electoral de altura, sin escándalos, ni campañas burdas, un proceso de conciencia ciudadana y un resultado que nos encamine, ahora sí a lograr una mejor democracia y representatividad.
Pero por sobre todo lo anterior, deseo de corazón que retomemos la energía positiva con la que empezamos el año, los buenos propósitos y las ganas de hacer mejor las cosas.
Aún a estas fechas me parece válido y muy importante desearles: salud, prosperidad, paz, amor, certidumbre y mejores días, que su equipo gane el campeonato y que pese a todo, con mucho esfuerzo sigamos siempre en Movimiento.