El título del presente artículo hace referencia a la última producción discográfica de Pink Floyd, aquella legendaria banda que, para muchos, da inicio al género llamado rock progresivo. Al parecer ha generado cierta controversia este último disco ya que algunos seguidores de la banda han mostrado cierta decepción acerca de la grabación y manifiestan que ya no es Pink Floyd. En mi muy particular punto de vista Pink Floyd dejó de ser, desde el momento que su bajista Roger Waters salió de la banda.
Desde la salida del exbajista de la agrupación, Pink Floyd ha lanzado tres producciones discográficas con material original, amén de otras en “vivo”, a saber: “A Momentary Lapse Of Reason” (1987), “The Division Bell” (1994), y el recién aparecido “The Endless River” (2014). Lejos quedaron los años en que año con año presentaban un disco nuevo.
Al parecer a nuestros ídolos se les “secaron” las ideas musicales y prueba de ello es que el disco, o mejor dicho las grabaciones que lo conforman, no tienen nada de nuevo ya que son tomas del año 1993, año previo al lanzamiento de su penúltima producción “The Division Bell”, lo que nos lleva a suponer que lo presentado actualmente por Pink Floyd no es más que material que se desechó para el “The Division Bell” y se recicló para presentar el reciente álbum. La tesis de falta de ideas musicales queda patente ya que, entre la penúltima producción y la muerte de Richard Wright, hay más de diez años, tiempo en el que aparentemente no se juntaron para crear, ello si le hacemos caso a la fecha de grabación que proporciona el último disco. Quisiera pensar que si hubiera material realizado en el ínterin de tiempo señalado seguramente lo habrían incluido.
Musicalmente hablando, la primer impresión que da es de que se trata de un disco meramente instrumental con una sola canción al final. Aquí es donde comienza la crítica y la decepción ya que a falta de canciones, se suma que la música no tiene la fuerza y convicción de antaño, dando la impresión de música “ambiental”. Además de la portada, que más bien pareciera la portada de un libro de fantasía, imagen que se aleja de lo que podríamos esperar de Pink Floyd.
Haciendo una retrospectiva de lo que ha sido Pink Floyd desde que sale Roger Waters, al escuchar “A Momentary Lapse Of Reason” nos damos cuenta de que algo nuevo se nos presenta, pero también de que lo anterior no se abandona del todo. Al comenzar la introducción al disco, escuchamos una barca de remos que avanza por el agua, seguida de una sección instrumental que da pie a la primer canción del disco “Learning To Fly”. ¿Habrá alguna convergencia entre el intro mencionado con la portada del “The Endless River”? Pink Floyd se ha distinguido por el manejo de su arte, no descartaría que fuera a propósito esta coincidencia. “A Momentary Lapse Of Reason” muestra aspectos que lo unen con el antiguo Pink Floyd, como la introducción a la primera canción, lo que podemos notar en el comienzo del “The Dark Side Of The Moon” o del “Wish You Were Here” y que también presenta el posterior “The Division Bell”. Asimismo, presenta rolas que no niegan su filiación con el pasado, como “The Dogs Of War”, “One Sleep” (cuyo comienzo podría ser una variación de la pasada “Time”), “A New Machine” y la introducción muy a lo Gilmour de “Sorrow”. También vemos una aproximación a la música comercial con las ya mencionadas “Learning To Fly” y “One Sleep”. En la portada podemos ver una escena onírica propia de Pink Floyd.
Pero lo interesante, para el futuro musical de Pink Floyd, se nos presenta con la canción “On The Turning Away”, rola reposada con visos de himno. Este tipo de canción es la que prevalecerá y la encontramos a lo largo del “The Division Bell” en canciones como “Poles Apart”, “A Great Day For Freedom”, “Coming Back To Life”, “Lost For Words” y, por qué no, en “Louder Than Words” del “The Endless River”.
Este último sencillo, nos remite al pasado nuevamente, pues al escuchar “Echoes” del álbum Meddle (una de las grandes rolas no sólo de Pink Floyd sino de la historia del progresivo) escuchamos un sonar, sonido que apreciamos ligeramente diferente en la nueva “Louder Than Words”, ¿otra coincidencia?
Hablando propiamente del “The Last River” encontramos sólo una canción al final, después de más de 45 minutos de música instrumental, la que podría pasar por música “ambiental”, ese tipo de música que nos podría acompañar al recorrer un centro comercial o una tienda departamental. Ciertamente Pink Floyd nos queda a deber, pero nadie puede negar la calidad en la instrumentación, la calidad de la grabación, ni mucho menos la falta de calidad en la guitarra de Gilmour, así como la imaginaria y buen gusto de Wright con los teclados, definitivamente es Pink Floyd, el Pink Floyd post Waters pero menguante, y ahora se aprecia el por qué este material no figuró en el “The Division Bell”, si es que, como se dijo anteriormente, pertenece a la misma época en que se grabó dicho disco. En cuanto a la canción sólo cabría añadir si la voz, como lo muestra el video donde presenta al David Gilmour actual, fue grabada recientemente o pertenece también a las sesiones de 1993, ya que el disco no hace referencia a tomas actuales, haciéndola sólo a dicho año.
En cuanto a la imagen, ese es otro cantar, ya que las imágenes que acompañan el booklet corresponden perfectamente al arte que nos ha mostrado Pink Floyd a lo largo de los años; quien tenga algún disco de las reediciones de los álbumes que salieron en la década pasada, podrá comparar las fotos del nuevo disco con las que acompañan a las de las reediciones, no pondrá objeción alguna. Y por último la portada, de ésta ya se mencionó su falta de filiación con el concepto del grupo, pero si observamos el video de la canción “Louder Than Words” encontramos al barquero de la portada remando en un mar de nubes, en cuyo video se muestra toda la imaginería onírica, surrealista, de otros videos producidos por Pink Floyd, por lo que queda justificada la portada tras la referencia visual del video.
Para concluir quisiera reiterar las dos referencias con su pasado a través de la producción actual, es decir, tanto la portada de la barca con la introducción al “A Momentary Lapse Of Reason”, así como el sonido del sonar que se presenta tanto en “Louder Than Words” como en “Echoes”; no sé si sólo se trata del calenturiento pensamiento del que escribe, pero me gustaría que, más que una mera coincidencia, se tratase de un concepto que brinda una unidad formal, no al álbum, sino a la carrera misma del grupo.
¿El disco me gustó? Diría que no me desagradó, no es el mejor Pink Floyd y nos queda a deber sin duda, pero hay mucha calidad en lo que se nos presenta. Amigo lector de Borrador de Futuro, te invito a que escuches este disco y formes tu propia opinión de él. Así mismo agradezco al maestro Ignacio Ruelas Ávila por la oportunidad de expresarme a través de su columna y espero volver a hacerlo en un futuro. Gracias.