México: una preocupación estadounidense / Taktika - LJA Aguascalientes
23/11/2024

Washington D.C. Unión Americana. 20 de octubre de 2011. Aprovechando un foro sobre drogas, organizado por la Universidad George Washington, el exdirector de la Oficina Nacional sobre Política de Drogas, general retirado Barry McCaffrey, lanza una catilinaria sobre la situación de seguridad en la frontera sur de los Estados Unidos.

El arquitecto del Plan Colombia dice: “Tenemos inadecuados recursos para controlar nuestra frontera”. El veterano de las guerras de Vietnam y el Golfo Pérsico añade: “No existe una estrategia unificada en la frontera”.

La escena arriba descrita sirve como introducción al presente artículo, el cual pretende explicar -con motivo de la visita del presidente Enrique Peña Nieto a la capital norteamericana- por qué México es una preocupación, en materia de seguridad nacional, para los Estados Unidos.

La situación de inseguridad en la República Mexicana tiene -para académicos, periodistas y funcionarios públicos en retiro del vecino país del norte- varias aristas.

La primera es la geopolítica: el connotado analista, escritor y periodista Robert D. Kaplan afirma en su libro La venganza de la geografía (2013) que “los Estados Unidos ya no son más una isla protegida por el Atlántico y el Pacífico. Es atraído al resto del mundo no sólo por la tecnología sino por las presiones de la demografía de México y América Central”.

Por lo tanto, México y la Unión Americana deben interactuar al mismo nivel alcanzado previamente con Canadá; por ello, en las palabras de Kaplan, México “debe jugar un rol central en cualquier gran estrategia que decidamos”.

Haciéndose eco de las recomendaciones de Kaplan y del profesor de Relaciones Internacionales, Andrew Bacevich, de que para los Estados Unidos es “más importante componer a México que a Afganistán”, en noviembre próximo pasado el Consejo de Relaciones Exteriores de los EUA (CFR, por sus siglas en inglés) presentó su informe América del Norte: hora para un nuevo enfoque, el cual propone profundizar la integración norteamericana en cuatro áreas clave: energía, competitividad económica, seguridad y comunidad.

En lo referente a seguridad, se propone que “los Estados Unidos deben cambiar de una seguridad centrada en la frontera hacia una estrategia de protección del perímetro a través del uso de inteligencia, evaluación de riesgos y acciones conjuntas”.

Segundo, para llevar a la práctica los dichos de Bacevich, Kaplan y el CFR, se necesita la implementación de políticas públicas en un marco binacional. Fue precisamente la experta en asuntos mexicanos, Shannon O’Neil quien -durante una comparecencia, ocurrida en junio de 2013, ante el subcomité de Asuntos del Hemisferio Occidental y Narcóticos del Senado de los Estados Unidos-, propuso continuar con la Iniciativa Mérida, pero priorizar los programas no militares.


Es decir, O’ Neill recomienda apoyar la reforma judicial en México, el entrenamiento de las policías estatales y municipales, invertir en programas comunitarios -bajo la égida de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, USAID- y, sobre todo, “modernizar la frontera México-Estados Unidos”.

En un tono divergente se expresó el subteniente de la Fuerza Aérea Estadounidense, Michael Osborne, quien en el blog SmallWars propone repetir el Plan Colombia, pues éste “demuestra que los Estados Unidos pueden derrotar a insurgencias hostiles sin botas norteamericanas en el terreno”. En pocas palabras, el aviador formula entrenar a la élite de las fuerzas armadas de México y compartir inteligencia con las agencias de seguridad mexicanas.

Dentro del diseño binacional de políticas de seguridad hay dos interrogantes: los grupos de autodefensas y el respeto a los derechos humanos. Respecto a los primeros,  Patricio Asfura-Heim y Ralph H. Espach, en un artículo titulado “El ascenso de las fuerzas de autodefensa de México” (Foreign Affairs Julio-Agosto 2013) reconocen que la proliferación de este tipo de grupos es “un reto para el gobierno de Peña Nieto” pues socavan la ley y el orden. Sin embargo, reconocen que -en muchas regiones como Guerrero, Michoacán y Jalisco- “disfrutan de un grado de legitimidad pública del cual carece la policía”.

El día de ayer, el director de la división de las Américas de Human Rights Watch, José Manuel Vivanco, envió una carta del presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, en donde mencionó que “las dos atrocidades”, Tlatlaya e Iguala, “mostraban un patrón de abusos e impunidad” debido a que el Gobierno Federal mexicano “no ha tomado con seriedad la gravedad de la situación actual”.

Además, el activista criticó el no “cumplimiento de requisitos de derechos humanos incluidos en la Iniciativa Mérida”, pues envía “precisamente el mensaje equivocado” por parte de la administración Obama.

Lo anterior demuestra que la seguridad nacional de México es una preocupación para los Estados Unidos, no porque nos amen, sino porque la Unión Americana está replegando sus líneas ante el avance inexorable de sus rivales geoestratégicos, China y Rusia, en el Hemisferio Occidental, y porque temen “compartir una frontera de tres mil 200 kilómetros con un narco-Estado”.

Aide-Mémoire.- Como hace 80 años, el tema de cómo acomodar a las minorías religiosas divide a Alemania.

Colegio Aguascalentense de Estudios Estratégicos Internacionales, A.C.


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