Unde hoc malum? Pregunta fundamental de San Agustín al tratar de rastrear el origen de los grandes males que aquejan a la humanidad, e intentó darle respuesta en su obra Las Confesiones (Año 401, obras del periodo 395-410). La cuestión remitía al tema primordial del “pecado original”.
Hoy, la gravedad de la pregunta en pleno sentido laico y por tanto tocante a este mundo y a esta historia que nos está tocando vivir, viene a cuento al intentar reseñar la condición actual en que se encuentra nuestro país y por tanto nosotros, como sus pobladores y ciudadanos.
El mundo después de Ayotzinapa, Iguala y Cocula quedó alterado. (En reseña de CNN México “43 claves para entender el caso Ayotzinapa, a 43 días de su inicio”. Por José Roberto Cisneros Duarte. Viernes, 07 de noviembre de 2014 a las 06:03). Se emite una condena a nivel mundial: “El gobierno de Estados Unidos ha manifestado preocupación por los hechos de Iguala. “Obviamente, los reportes de la situación son preocupantes”, dijo el 29 de octubre Josh Earnest, vocero del presidente Barack Obama. El papa Francisco indicó el 29 de octubre que reza por los estudiantes desaparecidos en México. Además, el Parlamento Europeo pidió el 23 de octubre a las autoridades mexicanas actuar “de forma rápida, transparente e imparcial” para detener y juzgar a los responsables de las “inaceptables desapariciones forzosas” de los normalistas, mientras la Organización de los Estados Americanos (OEA) también repudió los acontecimientos que, dijo, “enlutan no sólo a los mexicanos, sino a todos los países de las Américas”.
Apenas arrancando el año nuevo 2015, ocurre el múltiple asesinato de miembros e invitados del consejo de administración de la revista Charlie Hebdo, en París. “En suma, el 7 de enero de 2015, cuando dos hombres enmascarados y armados -con fusiles AK-47, una escopeta y un lanzagranadas- entraron en las oficinas de dicho semanario satírico francés, el cual había atraído la atención mundial por sus representaciones regulares del profeta islámico Mahoma. El ataque causó la muerte de doce personas -incluyendo el editor Charb, otros ocho empleados de Charlie Hebdo y dos agentes de la Policía Nacional-, mientras que otras once resultaron heridas” (Sumario de http://es.wikipedia.org/wiki/Atentado_contra_Charlie_Hebdo). Atentado cuya autoría intelectual es revelada: “Al Qaeda en la Península Arábiga (AQPA) se ha atribuido este miércoles el atentado contra el semanario satírico francés Charlie Hebdo en un vídeo colgado en YouTube. “Nos responsabilizamos de esta operación para vengar al mensajero de Dios”, manifiesta un portavoz de ese grupo radicado en Yemen, en referencia a las caricaturas de Mahoma publicadas en la revista. Es la primera reclamación formal del ataque terrorista perpetrado por los hermanos Kouachi hace una semana y que dejó 12 muertos. (http://goo.gl/2JwCO8).
El primer evento enlutó no tan sólo el derecho de manifestación pública de las ideas y la intentona de protesta contra actos de autoridad local municipal, sino dejó al descubierto el más abusivo y flagrante caso de corrupción de servidores públicos coludidos con el crimen organizado y/o el narco; abriendo un masivo y público repudio a la probabilidad de impunidad de los responsables e inaplicación a ultranza de las instancias de Justicia; hechos que evidenciarían un Estado fallido o, lo que es peor, un “crimen de Estado”.
El segundo evento que pasmó a la opinión pública mundial mereció el repudio e impugnación global de los países democráticos de ambos hemisferios, jefes de estado y funcionarios públicos del más alto nivel que unieron sus voces y aún su presencia física en manifestaciones masivas contra los salvajes actos de acciones occisivas directísimas perpetradas por miembros de grupos fundamentalistas islámicos radicados o no en Francia, en contra de caricaturistas del mundo y prensa contemporánea francesa. Una eclosión global en pro del derecho de expresión, sea cual sea el tono y sus objetos sarcásticos.
En un grado, un tanto menor para ser justos y precisos, aparece en México la desnuda exposición en pasarela pública de los pretendientes a candidaturas de índole Legislativa Federal o Ejecutiva de varios estados de la Unión; que, por su tono y forma de proposición, tiene que ver más con los intereses mayormente espúreos de los partidos políticos contendientes que con el interés superior de la nación, o entiéndase de una vez por todas, del interés público o general de la ciudadanía como auténtico sujeto Soberano de nuestro país.
Estamos presenciando un vergonzoso espectáculo de veleidades personales, de amagos y forcejeo de grupos interesados en hacerse con la parcela de poder público que les otorga la ley al nominarlos como candidatos oficiales a ocupar una curul en la Cámara de Diputados o un escaño en el Senado de la República, o una gubernatura estatal o bien una más humilde aunque codiciada posición de primer regidor municipal. El gran esfuerzo de reforma electoral que hizo nuestro sistema político mexicano, y el próximo lanzamiento inaugural del Instituto Nacional Electoral (INE) como coordinador general de los próximos comicios, quedan sometidos a una cruda prueba del ácido ante el secuestro que están protagonizando los partidos políticos en contienda de las opciones electorales reales. En efecto, estamos inmersos en un piélago de elecciones formales con maquillaje democrático que, en los hechos, son orquestadas por los grupos de interés -esos sí, de manos muy activas- para imponer, negociar, permutar, transar, mercantilizar y condicionar las candidaturas en juego. No importa ni la talla ni la importancia ni la trayectoria ni el peso como actor social de un o una candidata, sino el margen de maniobra de la camarilla en turno que tiene a un determinado partido sujeto a su inmoderada voluntad.
Partimos allá en los albores de la representación ciudadana del Instituto Federal Electoral, de “consejeros ciudadanos” reconocidos por su valía y peso personal como interlocutores válidos con la sociedad para irlos endulzando o edulcorando y ablandando como consejeros electorales, sin capacidad propia ni autonomía decisoria de los partidos políticos que los postulan. Las mediaciones legislativas se fueron haciendo mediación de mediaciones formales de supuesta “ley”, hasta que los mediadores interpuestos dejaron de tener autoridad moral y poder decisorio real a la hora de las definiciones sobre la contienda entre partidos.
De manera que lo que hoy vemos y observamos es la impúdica actitud de los participantes en los puestos de elección -abyectamente llamada “popular”- y los corifeos de sus partidos respectivos, de hacerse con los dineros extraídos con prodigalidad inimaginable del Erario Público para convertirlos en impresentables spots publicitarios de sus respectivas candidaturas y, así, transferir carretadas inútiles de dinero público a los agentes publicitarios y empresas radio y tele difusoras de sus “campañas” por aire o por la red digital de los internautas.
Unde hoc malum? Tenía razón el pensador de Hipona, es verdaderamente de antología indagar la fuente de los males que nos aquejan, porque sabemos de antemano que no habrá en los hechos la solemne representatividad ciudadana que parodian hoy los candidatos contendientes; las posiciones políticas serán tomadas como rehenes de posibles cambios a futuro que, de seguir así, seguirán reproduciendo los circuitos viciosos en que estamos sumidos. Tenemos que actuar y decidir para inducir un cambio verdadero. Intente usted la respuesta: “Unde hoc malum?”.