Buenos Aires, Argentina. 18 de julio de 1994. El edificio de la AMIA (Asociación Mutual Israelita Argentina) es el punto de reunión de la mayor comunidad judía en América Latina. Súbitamente, a las 9:53 a.m. un enorme estallido cimbra el centro de la ciudad porteña. Una macabra coreografía de escombros, polvo y llanto desgarrador se desarrolla ante los bonaerenses incrédulos.
Cuando los servicios de emergencia efectúan el recuento de bajas en la AMIA, 85 personas han muerto y más de 300 han resultado heridas en el peor acto terrorista cometido en la historia de la nación pampera.
La escena arriba descrita sirve como introducción al presente artículo, el cual pretende explicar el ambiente externo argentino en el que ocurre la sorpresiva muerte del fiscal Alberto Nisman, encargado de investigar el acto terrorista desde el año 2005.
Durante su defensa de Sexto Roscio, el gran abogado y tribuno romano, Marco Tulio Cicerón, refería que el cónsul Lucio Casio tenía por costumbre preguntar, una y otra vez, Cui bono ¿Quién se beneficia?, para esclarecer la autoría de un hecho delictivo.
Durante la primer presidencia de Carlos Saúl Menem (1989-1995), Argentina sufrió dos atentados terroristas: el ataque contra la embajada de Israel ocurrido el 17 de marzo de 1992 y el ya mencionado contra la AMIA. Para la comunidad hebrea asentada en el país sudamericano, el principal sospechoso fue, y es, la República islámica de Irán y su aliado libanés, Hezbolá.
Durante muchos años Irán negó la autoría del atentado contra la AMIA y además, rehusó cualquier cooperación para esclarecer la atrocidad. Sin embargo, al llegar a la presidencia de Argentina Néstor Kirchner -esposo de la actual mandataria, Cristina Fernández-, éste nombró a Alberto Nisman como encargado de la investigación.
En septiembre de 2007 Kirchner denunció, ante la 62ª Asamblea General de las Naciones Unidas, a Irán. El político gaucho dijo: “Hasta hoy lamentablemente la República islámica de Irán no ha brindado una total colaboración pedida por la justicia argentina para el esclarecimiento del hecho”.
En noviembre del mismo año, Argentina reunió pruebas suficientes para requerir a la Interpol la captura de cinco ciudadanos de Irán implicados en el ataque contra la AMIA. Teherán rehusó ceder a los imputados. Asimismo, en 2008, Nisman solicitó la detención de Carlos Saúl Menem y del exjuez, Juan José Galeano, por presuntamente “alterar, obstruir e intentar neutralizar la investigación del atentado”.
Sorpresivamente, el 27 de enero de 2013, los cancilleres de Argentina e Irán, Héctor Timerman y Alí Akbar Salehi respectivamente, firmaron un Memorándum de Entendimiento, en donde se especificaba la creación de una Comisión de la Verdad y se establecía que el fiscal Alberto Nisman y el juez de la causa, Rodolfo Canicoba, podrían inquirir a los sospechosos iraníes, previa notificación de la Interpol.
Desafortunadamente, el acuerdo fue rechazado por los parlamentos de ambas naciones. Además, el fiscal Nisman no fue informado previamente del acuerdo y sintió que su labor estaba siendo minada desde la Casa Rosada. Por lo tanto, el miércoles 14 del presente mes, Nisman acusó a la mandataria Cristina Fernández y a su ministro de Asuntos Exteriores, Héctor Timerman, de negociar con los iraníes para “borrar a Irán del caso AMIA” para, según el portal 20minutos.es, “impulsar el comercio bilateral y el intercambio de petróleo por granos en un contexto de crisis energética”.
El día de ayer, Alberto Nisman debería de haber comparecido ante una Comisión de la Cámara de Diputados para demostrar sus dichos. Sin embargo, el domingo 18 de enero su cuerpo fue encontrado en su domicilio con un tiro en la sien.
Ahora bien, ¿cuál es el contexto argentino en materia de política exterior? Primero, el diferendo del gobierno gaucho con los llamados “fondos buitre”. Segundo, en julio próximo pasado el presidente de Rusia, Vladimir Putin, visitó el país de las pampas y la mandataria, Cristina Fernández de Kirchner, le organizó una opípara cena con sus contrapartes: Evo Morales (Bolivia), José Mujica (Uruguay) y Nicolás Maduro (Venezuela).
Asimismo, Putin ofreció que la Agencia de Energía Atómica, Rosatom, financiara y construyera dos plantas nucleares. Además, una delegación rusa visitará el yacimiento de gas esquisto de Vaca Muerta para evaluar su viabilidad. Pero lo que prendió las alarmas en Washington y Londres debió ser la oferta de trueque: cazabombarderos Su-24 por “trigo y carne y otros objetos que Moscú necesita debido al embargo de la Unión Europea” (Sunday Express 29/12/2014). Esto implica que la seguridad de las Islas Malvinas (Falklands para los británicos) se vería amenazada por la colaboración castrense ruso-argentina.
Por coincidencia -aunque en política no existe-, hoy martes 20 de enero de 2015, la Federación Rusa y la República islámica de Irán signaron un acuerdo intergubernamental, el cual será la base de la cooperación militar entre los dos países.
Por todo lo arriba mencionado, cabe volver a utilizar la frase del gran litigante romano: cui bono.
Aide-Mémoire.- ¿Qué dirá Barack Obama respecto a Cuba y la inmigración?
Colegio Aguascalentense de Estudios Estratégicos Internacionales, A.C.