Proverbios de Salomón, hijo de David, rey de Israel: /2.Para aprender sabiduría e instrucción, para entender los discursos profundos, /3. Para alcanzar instrucción y perspicacia, -justicia, equidad y rectitud-.
Estar en un punto límite o no estarlo hace la diferencia. Transitar de la noche vieja al momento mágico del Año Nuevo 2015 nos sitúa en esa línea de frontera. De manera que el instante último del año viejo 2014 es base, da pie al primer instante del nuevo año. Así transcurre el tiempo cósmico, a través de un continuum imperturbable, constante, previsible, irreversible, implacable, imparable, inexorable.
El tiempo es la substancia de la Historia, a lo mejor invisible, impalpable, inasible, pero real, crudamente presente, que te sale al encuentro y te es inevitable. Pero no va solo. Se acompaña inseparablemente del espacio, esa medida de la materia que inicia y termina en una cosa, un objeto, un ser vivo, una persona. Mi persona está relativamente presente ante ti como otro, allí donde comienza tu persona termina la mía y así sucesivamente hasta la innumerable cantidad de personas que existen, han existido y existirán en este mundo sideral y que, además, se encuentran. De esta experiencia nace la idea del “encuentro humano”.
Este encuentro es vital, porque si bien inicia en el mero encuentro físico -de dos masas materiales-, pasa al encuentro psicológico que añade el matiz de nuestras percepciones y pasiones primarias, primitivas -simpatía, antipatía, temor, huida, afinidad, etc.-, y luego se convierte en un encuentro afectivo que inicia el intercambio de emociones inteligentes como amabilidad, cortesía, respeto, reconocimiento de ese otro como otro. De ahí puede transitarse al encuentro propiamente erótico que es el reconocimiento de la identidad sexual de sí mismo y del otro, que enriquece su encuentro con las notas de afabilidad en el trato del otro como hombre o como mujer, de lo masculino con lo femenino, de lo ying o de lo yang, del ser varón o de ser hembra, de ser Shakti -esencia femenina- o ser Shiva -esencia masculina-; de asumirse cada cual como lo que ha determinado ser.
Y luego, puede avanzarse al territorio más misterioso y sagrado de la intimidad personal, allí donde no solamente se encuentran los cuerpos, sino que se encuentran las historias personales y estamos de vuelta en el ser del tiempo y del espacio, se comparten esas corrientes familiares, de los cariños, valores y amores de fondo, por eso se llama encuentro existencial.
Luego, el otro, el encuentro que sigue depende de tu afirmación ante el mundo y el Universo, si crees sinceramente en la Trascendencia, vas a buscar y anhelas el encuentro con el Infinitamente Otro, el que es Absolutamente Distinto, el que por ser esencialmente separado de nosotros se llama Santo, y por estar cargado de Misterio que es fascinante y tremendo a la vez, se le llama Sagrado. Si crees en esa presencia universal, entonces buscas el encuentro Trascendental; mas, si para ti no existe más que lo material, lo físico-Universal, entonces tu conocimiento y convicción te conducen hacia dentro del tiempo y del espacio, te quedas y conformas con lo intramundano, lo intrahistórico, lo que cesa definitivamente como un estado de Ser y pasa a ser un nuevo compuesto de la Materia, por aquello del principio: nada se crea, nada se destruye, sólo se transforma.
El itinerario del encuentro humano, finalmente, tú lo determinas. Queda a tu voluntad de poder, tu consciencia y tu opción de libertad el determinar la cantidad, el grado y la profundidad de tus encuentros. Siempre tienes ante ti un antes y un después, que los defines por tu soberana gana de tu-ahora. Un tiempo que los sabios griegos definieron como “Kairós” (tu tiempo personal inalienable). De manera que el punto de llegada a una línea de frontera, o un tiempo límite, se convierte instantáneamente en un nuevo punto de partida. La realidad físico y bioquímica es inexorable, marcha porque marcha, no se detiene; nosotros, porque somos seres inteligentes, conscientes y con voluntad de poder imaginamos los cortes del tiempo y del espacio y los traemos a la existencia, los inducimos en la realidad de nuestra historia.
Así pasa con un año nuevo. El de 2014, para nuestro país, estuvo marcado por horizontes políticos de miras muy altas que se concretaron en reformas Constitucionales y de Leyes reglamentarias derivadas de gran alcance, y cambios profundos para la estructura general de la sociedad. Pero, muy pronto, ese horizonte normativo se vio enturbiado por hechos de violencia extrema que llevaron al paroxismo el espíritu nacional y lo colorearon con la indignación, la rabia, el hartazgo de la corrupción institucional, del abuso de los poderosos fácticos, de la impunidad más execrable que no han sino traído al entorno social un estado sistemático de inseguridad, de injusticia estructural y, por tanto, de incertidumbre en lo que habrá de ocurrir en el todo social, del que indivisiblemente formamos parte.
Esta consciencia de incertidumbre es la que heredamos del año 2014 y con ella iniciamos el primer instante, dicen los que saben, el primer “punctum” del nuevo tiempo del año 2015. Por ello estamos en una línea de frontera, en un tiempo límite que debemos descifrar, primero para entenderlo y segundo para afrontarlo, para manejarlo, para conducirlo hacia donde nosotros queremos que vaya.
Eso del saludo “que te vaya bien”, “que te vaya bonito” es un buen deseo, a lo mejor paternalista o maternalista según sea el caso, para calmar el ansia de la incertidumbre; pero, lo cierto es que está en nosotros el abordarlo, como dicen los brasileiros y caribeños: “hay que bregar con él”. O como el fino espíritu francés apostilló: “aller ! A la guerre comme à la guerre!” (‘ir a la guerra como a la guerra’). Por eso llama tanto la atención el dicho de la Sabiduría: “para alcanzar instrucción y perspicacia”, sobre todo esta última palabra que, para enfrentar los modos y los dichos de los corruptos y los cínicos, hay que ser perspicaces -no ingenuos ni atolondrados, ni tardos en responder; y abordar las materias y asignaturas pendientes: “justicia, equidad, rectitud”… tres objetivos señeros que, sin duda, marcarán la pauta de nuestra rectificación de camino, de nuestro cambio humano, social y existencial y, si mucho me apuran, de nuestro sincero encuentro Trascendental. ¡Feliz Año 2015!