Sexismo, violencia y niños / Piel curtida - LJA Aguascalientes
16/11/2024

El reciente caso de bullying y ataque sexual contra un niño de primaria le escupe a Aguascalientes que la violencia, con relación al machismo y el sexismo son problemáticas que no sólo afectan a mujeres y personas no heterosexuales; mientras no se reconozcan sus alcances no lograremos reducir la violencia.

Recientemente se difundió el caso de un niño en una primaria de la ciudad de Aguascalientes que es objeto de violencia escolar (bullying). En un video publicado en una plataforma digital, la madre comenta que han sido recurrentes las agresiones, y hasta el momento la única alternativa que ofrece la escuela es cambiar al afectado de grupo o turno. El suceso que detonó la divulgación del caso es que al estudiante sufrió de abuso sexual por parte de sus compañeros durante clases. A semanas de haberse suscitado el hecho se difundió el caso por un programa radiofónico, lo cual ha generado indignación.

En México se estima que 4 de cada 10 niños y niñas en educación básica han sufrido alguna escena de violencia escolar, de acuerdo a documentos de UNICEF e INEGI; sin embargo, “la carreta” en México es una reacción culturalmente aceptada, lo que no ha permitido reconocer el bullying como un problema de violencia que debe ser prevenido, vigilado y atendido, al menos, no hasta hace pocos años que instituciones y políticas internacionales pusieron el ojo en la bala. Como indica un documento de 2011 de la FLACSO, la Universidad de Colima y la Autónoma de Yucatán, sobre estrategias de intervención; la violencia escolar entre los alumnos es un recurso de poder para mostrar en el grupo una posición superior o privilegiada sobre otros. Si aunamos a esto la cultura mexicana y el heteropatriarcado, donde frecuentemente se emiten mensajes sobre que el ser hombre significa demostrar fuerza, en especial la bruta, podemos dar cuenta de que el bullying se presenta más entre los hombres. Siguiendo con esta misma línea de pensamiento, una técnica para ejercer poder entre varones es feminizar al otro. Por ejemplo: “aguanta como los machos”, “no chilles como niña”, “no seas miedoso/maricón”, “ahí vas de chillón (soplón)”, “no seas joto”; por lo que también es usual que los varones más tranquilos, serios, propios o delicados en sus expresiones y corporalidad sean más atacados, es decir: se identifica que un niño parece femenino (debido a los imaginarios que se construyen socialmente) y son objeto de empoderamiento masculino, para ratificar la virilidad de quien busca poder.

En muchas disciplinas científicas se reconoce que durante la infancia y la adolescencia se realizan prácticas eróticas y de experimentación de la sexualidad; por ejemplo, tocarse los senos entre las mujeres, masturbarse en compañía entre varones, o simplemente tocarse la entrepierna porque “se sienten cosquillitas”. Sin embargo, el ataque sexual que se perpetró está circunscrito en todo un imaginario sobre el poder y la virilidad, y a través del cual se reconoce que al demostrar quién es el hombre se puede ejercer poder y hacer daño, al cuestionar, exhibir o realizar una acción en el que el otro es femenizado; en este caso a través de un acto de abuso sexual. Tal vez, esto no fue considerado como tal por los niños agresores, pues conviven en un escenario y en una cultura donde se enseña al varón a ser hombre masculino y heteronormado, a ejercer poder a través del miedo y la violencia como algo natural.

Esto deja una consigna más grande para la sociedad: reconocer que el machismo y el sexismo son problemas que re-producen violencia, y no sólo contra mujeres y personas no heterosexuales. Debido a esto, es necesario investigar el ámbito sociocultural en el que se desenvuelven los niños agresores; la intervención de la Procuraduría de la Defensa del Menor, no sólo para proteger al afectado, sino que también para realizar acciones de intervención con la familia de los violentadores; y las organizaciones civiles e instituciones deben generar acciones de concientización en las colonias del estado desde una perspectiva de Género para prevenir el desarrollo de violencias.

Por ejemplo, en la calle donde vivo se reúnen unos niños de entre 8 y 10 años de edad, tres de ellos son hermanos, y otros dos son vecinos; quienes a su edad ya realizan acoso callejero con tintes sexuales a niñas, adolescentes y mujeres, además de burlas y expresiones homofóbicas contra algunos varones transeúntes. Ante este tipo de escenario no se sabe cómo actuar. La opción que la mayoría ejecuta es hablar con el padre y la madre, sin embargo, ambos llegan a reír y casi aplaudir las actitudes de los hijos cuando los ven, pues es un indicador de que se están haciendo hombrecitos, que están buscando novia. Además, a unas casas, un adulto de entre 20 y 30 años ya ha intentado tocar sexualmente a una adolescente de entre 15 y 17 años; por lo que algunas personas del vecindario decidimos acompañar a la joven cuando tiene que cruzar por esa casa para ir y regresar de la escuela, pero no podemos permitir que el miedo sea parte de nuestra rutina diaria. ¿La calle donde vivo será una zona donde el acoso, la violación sexual y los crímenes por homofobia podrían llegarse a materializar? Necesitamos concientizarnos, promover la denuncia ciudadana y las instituciones deben de reflexionar sobre sus facultades y responsabilidad.

¿Qué podemos hacer? Informarnos sobre las opciones legales para que las instituciones correspondientes realicen acciones de investigación, intervención social y seguimiento. Las organizaciones civiles deben de ampliar su participación y los ciudadanos debemos vincularnos con las mismas para actividades de concientización y vigilancia. Por otra parte, los medios de comunicación deben informar estos sucesos y realizar acciones de responsabilidad social para advertir que Aguascalientes no es la ciudad donde no pasa algo, ni bueno ni malo… pero también con responsabilidad; en el video en el que se entrevista a la madre, el reportero también interroga al menor y hace más de 10 preguntas sobre el ataque sexual, lo cual hace revivir la agresión y revictimiza al niño. Finalmente, deben revisarse los protocolos de actuación de las instancias jurídicas para asegurar la implementación de una perspectiva de Género, pues de lo contrario este tipo de actos indignantes no pasarán de ser casos aislados, de ser carrilla inocente porque los niños no saben lo que hace, y los padres de los agresores sólo serán fantasmas; y lo que es más preocupante, que los centros escolares sólo seguirán “solucionando” las problemáticas de su comunidad separando temporalmente a los estudiantes que al final de la jornada se volverán a encontrar en la calle, rodeados de una sociedad que aplaude a los hombres que muestran su fuerza a través de la violencia.

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Twitter: @m_acevez


 


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