Seguridad nacional y seguridad humana / Taktika - LJA Aguascalientes
15/11/2024

Patio Central de Palacio Nacional, Ciudad de México, 27 de noviembre de 2014. Frente al jefe de Gobierno del Distrito Federal, los gobernadores de las entidades federativas, los miembros de su gabinete, legal y ampliado, y los presidentes del Senado y la Cámara de Diputados, el presidente de la República, Enrique Peña Nieto, proclama su decálogo en materia de justicia y seguridad.

En un intento de mostrar empatía con el clamor y la indignación, dentro y fuera de México, por la desaparición forzada de 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos, el primer mandatario dice: “Nuestro país se ha estremecido ante la crueldad y la barbarie. El grito de Todos somos Ayotzinapa, demuestra ese dolor colectivo”.

La escena arriba descrita sirve de prefacio al presente artículo, el cual pretende explicar al amable lector las diferencias entre los conceptos de seguridad nacional y seguridad humana, para analizar la propuesta presentada por el Ejecutivo Federal.

El concepto de seguridad nacional surge en la Unión Americana durante la Segunda Guerra Mundial. Por obvias razones, se tenía una concepción militarista. El escritor Walter Lippmann la definía así: “Una nación tiene seguridad cuando no tiene que sacrificar sus legítimos intereses para evitar la guerra, y es capaz, si retada, de mantenerlos por la guerra”. En el mismo tenor opinaba el politólogo Harold Lasswell: “El sello distintivo de la seguridad nacional significa la libertad de los dictados extranjeros”.

La perspectiva militarista de la seguridad nacional persistió hasta finales de los años 70 del siglo pasado, cuando el secretario de Defensa estadounidense, Harold Brown, incluyó elementos tales como la seguridad económica y medioambiental. A partir de entonces, la visión de la seguridad nacional comenzó a cambiar.

Por ejemplo, en 1983 Joseph J. Romm escribió el libro La Seguridad Nacional: los aspectos no militares, en donde incluía temas tales como: economía, medio ambiente, energía y combate al crimen organizado. Haciendo eco de esta propuesta, el historiador Charles Maier propugnó por incluir la autonomía, la prosperidad y el bienestar en los aspectos de seguridad nacional.

La seguridad humana surge en 1994 a partir de la publicación del Informe de Desarrollo Humano elaborado por las Naciones Unidas. El reporte identifica siete dimensiones de seguridad: económica (empleo digno, acceso a la educación y capacitación); alimentaria (nutrición adecuada); sanitaria (provisión y acceso a los servicios de salud); medioambiental (preservación de los ecosistemas); personal (prevención del delito); comunitaria (protección de las minorías); y política (protección de los derechos humanos).

La cosmovisión de las Naciones Unidas en materia de seguridad humana se centra en la persona. Esto difiere de la perspectiva de la seguridad nacional, la cual se enfoca en la preservación de la Nación-Estado. Asimismo, la seguridad humana se orienta a la dignidad de la persona así como también en su bienestar físico y material. Más todavía, considera a la inequidad y la pobreza como las causas principales de la vulnerabilidad individual.

El decálogo presidencial -el cual retoma algunas medidas presentadas durante la instalación del Consejo de Seguridad Nacional en diciembre de 2012, tales como la creación de la policía única y la conformación de un marco legal para atender la desaparición forzada de personas- incorpora algunas propuestas nuevas tales como: la Ley contra la infiltración del crimen organizado en las autoridades municipales, las responsabilidades de los tres niveles de gobierno y el derecho humano a la justicia.


De igual manera, se propone la creación de zonas económicas especiales para, de esta manera, sacar de su atraso ancestral a los estados del sur: Michoacán, Guerrero, Oaxaca y Chiapas.  Todo ello permite afirmar que la propuesta de Peña Nieto incorpora la visión de la seguridad, nacional y humana.

Sin embargo, hay dos interrogantes respecto a los planes presidenciales: la creación de 32 policías únicas podría facilitar su cooptación por parte del crimen organizado. Segundo, la transparencia, y aquí cito al director fundador del Instituto de Seguridad y Democracia, Ernesto López Portillo Vargas, es “el tema esencial, en clave de reforma policial, no es si una agencia policial tiene o no problemas, sino si ella permite o no el escrutinio externo e independiente para ser evaluada, para de esa manera avanzar hacia la auténtica identificación y atención de sus dolencias”.

Resolviendo las dos incógnitas arriba planteadas y, con disciplina, trabajo y algo de suerte, es posible que algún día los mexicanos enviemos al baúl de los recuerdos el sentimiento de frustración y rabia que sentimos por la corrupción, la impunidad y la inseguridad que campean sobre nuestra Patria.

Aide-Mémoire.- En el quinto aniversario de Taktika, agradezco a mi casa editorial, La Jornada Aguascalientes,  la oportunidad de informar al lector sobre los acontecimientos mundiales y su relación con México y Aguascalientes.

* Colegio Aguascalentense de Estudios Estratégicos Internacionales, A.C.


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