Los trabajos de la ballena. El siglo pasado, antes de que Carlos Salinas de Gortari anunciara que México ya estaba inserto en el Primer Mundo (y se mordiera los labios para que no se le saliera como a José López Portillo que ya nomás había que administrar la riqueza), es decir, antes del levantamiento armado del Ejército Zapatista de Liberación Nacional en Chiapas, en la República de las Letras, pocos personajes eran tan queridos, admirados, básicamente, venerados, como el talentoso y simpatiquísimo Eraclio Zepeda, no había evento literario en el que no se solicitara su presencia, que dignificara la reunión con sus dotes de cuentero superdotado; más allá de la indiscutible valía de su obra literaria, entre las que destacan Benzulul, Ocupación de la palabra y Asalto nocturno, más allá de su participación en el grupo La espiga amotinada, donde alrededor del poeta catalán exiliado en México, Agustín Bartra y junto con Juan Bañuelos, Oscar Oliva, Jaime Augusto Shelley y Jaime Labastida presentó una propuesta llena de energía al panorama de la poesía mexicana… por todo eso, pero sobre todo por su decidida formación y opinión como hombre de izquierda, Zepeda Ramos era admirado, leído, comentado, si en ese entonces (inicio de la década de los noventa) se le hubiera otorgado cualquier reconocimiento, no hubiera faltado una sola boca que se uniera al coro para ensalzar su trayectoria, sus virtudes… pero Eraclio Zepeda recibió ayer un reconocimiento que constantemente se le negó a Víctor Sandoval: la medalla Belisario Domínguez y que entrega el Senado de la República, tarde, demasiado tarde, al grado que sin leerlo y sólo por su discurso, perseguido por su pasado, hoy se le lincha públicamente.
La izquierda va para el corazón. Eraclio Zepeda asistió en 1960 al primer Congreso Latinoamericano de Juventudes en Cuba y, cuando la invasión de Bahía de Cochinos, al igual que Lázaro Cárdenas del Río, se ofreció como soldado; en 1957 fue profesor de la Escuela Preparatoria de San Cristóbal de las Casas, poco después, de la Escuela de Derecho de esa misma ciudad. De la Universidad Veracruzana, entre 1958 y 1960, de la Universidad de Oriente, en Cuba, en 1961, y un año más tarde de la Universidad de La Habana, de la Escuela de Instructores de Arte de La Habana, y del Instituto de Lenguas Extranjeras de Pekín. Laco, fue descrito recientemente en un artículo del panista Roberto Gil Zuarth como un hombre de izquierda: “Si deconstruimos su obra en anécdotas y pasajes, muchos de ellos guardan una vigencia incuestionable. Por un lado, refleja convicciones férreas. Zepeda siempre ha sido un hombre de convicciones y tradiciones de izquierda: ‘La derecha no conduce a nada. Namás la izquierda. La izquierda va para el corazón’, dice, por ejemplo, el personaje de El embotellador de almas. Hoy podríamos debatir con Zepeda que la concordia y la discordia no dependen del lugar que se ocupa en el espectro político, sino del sentido de humanidad que se profesa, en la izquierda o en la derecha. A pesar de su portentoso raigambre revolucionario, Zepeda miró con escepticismo la insurgencia zapatista. No en razón de su causa, sino en razón de los métodos planteados para la lucha. En una entrevista con la revista Proceso reveló que fue propuesto por Luis Donaldo Colosio para encabezar la Comisión para la Paz frente al levantamiento zapatista, un levantamiento que, pensaba, era mediático, ‘un ejército para la televisión, no para pelear’”.
No me arrepiento… el pero en la historia de Eraclio Zepeda comienza en 1995, cuando Eduardo Robledo Rincón asume el gobierno de Chiapas y lo invita a asumir el cargo de secretario de Gobierno, el escritor aceptó a pesar de las dudas de la legitimidad de la elección que hizo a Robledo Rincón gobernador, a pesar de que EZLN exigía su renuncia como requisito para reiniciar el diálogo con el gobierno. Ante las críticas que lo impugnan por haberse integrado a un gobierno del PRI “ilegal e ilegítimo”, Eraclio Zepeda dijo a Proceso: “No tengo nada de qué arrepentirme. Jamás he violado la ética de mi partido, el PRD, y si la decisión que he tomado amerita la expulsión, que es una bofetada en el rostro de cualquier militante, si no logro convencer a mis compañeros, entonces beberé el cáliz amargo”, pero su deslinde no bastó, algunos miembros del PRD vieron una franca acción de traición y comenzaron el ninguneo del autor, quien a pesar de que en abril de 2012, la Academia Mexicana de la Lengua lo eligió académico correspondiente en Tuxtla Gutiérrez, el daño ya estaba hecho, Laco Zepeda es ninguneado, se le ha relegado, no se le reconoce, paga cara su “traición” a los bienpensantes de izquierda, que ayer en un discurso bastante mediocre, fue recibido como el hijo pródigo por el perredista Zoé Robledo, quien al hablar a nombre del Senado, nomás le alcanzo para señalar que el galardonado “es un brillante escritor, fundador y militante del PRD”, ahora sí.
Obstinado en su error, quizá dolido y, evidentemente, rencoroso, ayer Eraclio Zepeda defendió la actuación de la administración de Enrique Peña Nieto en relación al caso de los 43 normalistas de Ayotzinapa. Frente y para el presidente, el escritor chiapaneco dijo que “las manifestaciones de protesta han crecido con violencia” de septiembre a la fecha y si bien “es dolorosa e inaceptable la desaparición de los jóvenes normalistas, hay que reconocer también que el gobierno ha desplegado una enorme fuerza de búsqueda, de investigación, sin límite de esfuerzos de todo tipo”, advirtió que “el crimen no se combate con más crimen” y que es inaceptable “la arbitrariedad, la violencia, la destrucción de propiedades de particulares y el acoso de los trabajadores de la ley, al grado de poner en peligro su integridad”; por si hiciera falta, se lanzó en contra de los maestros disidentes que han protestado por la reforma educativa, reconoció la actuación de las fuerzas armadas que “honrosamente han ocupado los puestos de combate que debería ejercer la policía estatal y federal”, y pidió que más allá de diferencias con el gobierno, los partidos sumen esfuerzos para avanzar a la democracia.
La soga al cuello, mientras otros autores se suman a las protestas a la exigencia de rendición de cuentas y justicia, Eraclio Zepeda anudó y apretó su propia soga, en la circunstancia en que fue pronunciado el discurso pareciera una genuflexión ante el poder, más que un agradecimiento, de poco sirvió que matizara hacia el final señalando que es indispensable “fortalecer la lucha contra la corrupción, contra el crimen, la violencia. El ambiente político está preñado de acusaciones entre los partidos, ente los ciudadanos. Como ciudadanos podemos tener diferencias con el gobierno, pueden haber diferencias entre partidos, pero estas no deben impedir que sumemos las fuerzas capaces de avanzar hacia la democracia. A todo el Poder Ejecutivo, con el señor presidente a la cabeza, exijamos transparencia, combate a la ilegalidad y la corrupción a todos los niveles”. Al concluir su discurso, Zepeda Ramos se fundió en un abrazo con Peña Nieto; sí, en un gesto que difícilmente se interpretará como una cortesía. Y a pesar de todo eso, felicidades al autor de Benzulul, él se merece ese reconocimiento.
De vuelta al ranchito, la dirigencia estatal y los diputados panistas tienen un modo muy singular en lo que toca al reparto de poder: unos son coordinadores, otros vicecoordinadores y puestos para todos hay, eso sí, cuando se trata de tomar decisiones reales, la cosa cambia; como antes eran gobierno, no se quejaban de la distribución de quehaceres, ahora que están divididos sí se les notan las costuras, ahí tiene el ejemplo en el Congresito, donde Martha Márquez y Mario Álvarez Michaus son coordinadora y vicecoordinador, pero Adolfo Suárez y Ulises Ruíz Esparza son los representantes de la bancada en la Comisión de Gobierno, órgano que decide la agenda legislativa, así calladito calladito Ruíz Esparza ya no pela la coordinación de la bancada, pero se agarra con veinte uñas a la Comisión, pues ya vio dónde está la papa.
Digan lo que digan… y es que por más que se han esforzado los panistas para demostrar que no están rotos, por más que Martha Márquez jure y perjure que está todo en orden en el grupo de Acción Nacional, sus compañeros se reúnen sin ella, incluso el fantasma Israel Sandoval reitera su malestar con su coordinación y la dejó plantada en la asistencia a comisiones unidas (Gobernación y Puntos Constitucionales) y se fue a la reunión con el resto de los blanquiazules. El paquete económico se votará este jueves y se supone que ya está todo negociado es muestra de la falta de estructura y liderazgo, de la necesidad de una cabeza. Se dice que todo mundo -excepto Sylvia Garfias– está dispuesto a aprobar la propuesta del Ejecutivo que apenas recibió pequeñas modificaciones… La cosa es que la bancada está convencida de que habrá de suavizarse si espera que el aplastante grupo del PRI-Verde le apruebe alguna iniciativa propia. Las acostumbradas ruedas de prensa para dar a conocer temas de oposición son tema del pasado. Todo parece indicar que la sesión del jueves será larga, larga, pero de trámite.
La del estribo. Dejando al Congresito de lado, ayer en el informe de Margarita Gallegos, la alcaldesa mostró por qué se trata del municipio con mayor recurso estatal y federal; rindieron fruto sus relaciones personales, porque además de la asistencia de Carlos Lozano de la Torre y parte de su gabinete, asistió casi todo el grupo parlamentario mixto, los alcaldes de El Llano y Pabellón de Arteaga, ex funcionarios municipales y estatales, la crema y nata pues; sí, nos queda claro que el PRI está empeñado en mostrar unión, pero no podemos dejar de pensar en la falta de timing o por lo menos coordinación de Javier Luévano quien hizo todo lo posible por presumir su baño de pueblo como “innovador informe”, a la mejor sí corrió las invitaciones necesarias, pero ir a Calvillo a ver un monolito balín… como que no rinde la gasolina, a la mejor, pues.
@PurisimaGrilla