El precio de desentenderse de la política es ser gobernado por los hombres peores.
Platón
Kakistócratas, o “el gobierno de los peores” los llamaba el recordado periodista Granados Chapa, tal vez evocando al filósofo griego. Al respecto, Transparencia Internacional señala que la corrupción “es un problema universal, afectando a todos los países en temas que van desde los permisos y licencias hasta los grandes contratos públicos y el financiamiento de campañas”. Algo de eso sabemos en México. Dicha ONG define a la corrupción como “el abuso del poder encomendado para beneficio personal”. ¿Cuántos actos de diversos agentes privados y públicos se ajustan a esta definición en nuestro medio? Está claro que muchos. Demasiados, podríamos decir.
Así lo refleja el índice de percepción de la corrupción en su edición de 2014, que sitúa a México en el lugar 103 de 174 países evaluados, con 35 puntos sobre 100, donde 100 es nada corrupto y 0 es muy corrupto, al nivel de países de un menor desarrollo relativo, como pueden ser Bolivia, Moldavia o la República de Níger, y sólo un poco por delante de Argentina. Esto porque tal parece que la corrupción en México es pública y notoria. Partimos de la idea de que siempre aparece la oportunidad adecuada para “transar”, porque todos permitimos la corrupción y participamos en ella. Es casi una forma de vida, o como dijo un presidente de la República: una cultura. Pero la corrupción tiene muchos costos, y uno de ellos es el atraso social. Sólo a modo de ejemplo, nos cuenta el IMCO (Instituto Mexicano para la Competitividad) en reciente estudio donde evaluó a 400 municipios del país, que la mayoría de ellos oculta sistemáticamente información sobre su gasto público (Sin Embargo, 9 de diciembre de 2014), en lo que se ha dado en llamar “la caja negra” municipal.
Por lo demás, no sabemos bien a bien lo que nos cuesta la corrupción en el país, pero bien podrían ser varios puntos porcentuales del Producto Interno Bruto. Algo así como el 10% o 1.5 billones de pesos, según el Centro de Estudios Económicos del Sector Privado. ¿Debemos acostumbrarnos irremediablemente a sufrir y a padecer la corrupción? ante los resultados mexicanos, Transparencia considera que el país debe trabajar en cuatro frentes:
Uno es consolidar un auténtico Sistema Nacional de Integridad, y no sólo una desleída fiscalía anticorrupción o una Secretaría de la Función Pública sin dientes que dependan de un fiscal o procurador que ya se cansó; y que pasa por fortalecer y profesionalizar los órganos de fiscalización y control de todas las entidades públicas, generar un nuevo régimen de responsabilidades administrativas y patrimoniales para todos los servidores públicos y crear mecanismos efectivos de transparencia y rendición de cuentas.
Otro es identificar buenas prácticas y experiencias exitosas de control de la corrupción en cualquiera de los sectores público, privado y social que puedan generalizarse y replicarse en toda la nación.
Transparencia sugiere además avanzar en la implementación de la reforma de justicia penal a fin de reducir los espacios para la impunidad, donde muchos expertos afirman que los delitos financieros, de cuello blanco y de servidores públicos no están adecuadamente regulados como lo estatuye La convención de las Naciones Unidas contra la corrupción (Resolución 58/4) que entró en vigor el 14 de diciembre de 2005 con la ratificación de por lo menos 30 estados, México entre ellos.
Se necesita también una transformación en la relación entre administración pública y sociedad mediante políticas de Gobierno y de parlamento abierto, vinculado a la transparencia y a la rendición de cuentas.
¿Qué puede hacer la sociedad civil de México y de Aguascalientes en este contexto nacional e internacional de necesidad imperiosa para acotar la corrupción? Mucho y todo. Esa es la buena noticia.
Cola: Sin duda un primer sexenio virtuoso el de nuestra Jornada Aguascalientes. A todos quienes la hacen posible todos los días: trabajadores, directivos, colaboradores y sobre todo lector@s: que vengan muchos sexenios más!
@efpasillas