Enrique Peña Nieto
Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos
Presente.
Buen día, señor Presidente, me atrevo a escribir estas líneas sabiendo de antemano que muy probablemente no las leerá ni tendrá acceso a ellas, pero no por eso dejaré de expresar mis inquietudes respecto a la situación actual de mi querido México.
Somos una raza de bronce, no por el color; más bien por la resistencia que tenemos a los embates de las crisis, de las situaciones difíciles y de crear oportunidades donde no las hay. Estoy convencido ciertamente, que si otro país de los llamados desarrollados hubiera tenido la desgracia de vivir LA MITAD de lo que hemos vivido, ya hubiera desaparecido como país.
Pero todo tiene un límite, señor Presidente. Y desafortunadamente creo que este país ya no da para más, y quizá usted no lo ve, o sus asesores no lo dejan verlo.
Muy probablemente, la densidad de los árboles que rodean la residencia oficial del Presidente, el antiguo rancho Los Pinos, no le permite ver más allá de lo que ocurre. O bien, desde la comodidad de la casa de su señora, una casa que está espectacular, pero que duele hasta el alma por el derroche que hay en ella. Sé que ya salieron sus voceros a medios a decir que todo eso lo ganó su esposa con su trabajo de actriz. ¿Tanto ganan en Televisa? Lo dudo, porque la verdad es que las grandes “divas” de las novelas no tienen ni por asomo una residencia de ese tipo, es más, ni siquiera el ícono de Silvia Pinal tiene ese dispendio en su hogar, siete millones de dólares, aproximadamente 95 millones de pesos al tipo de cambio de $13.50 pesos por dólar. Quizá desde esa comodidad no puede ver lo que ocurre en mi país, mi querido México.
Por eso le quiero decir señor Presidente: ¡YA BASTA!
Ya basta de pretextos. Su campaña fue sobre todo en el sector de seguridad, un replanteamiento de la forma en que se estaba enfrentando al crimen organizado, según sus propias palabras, el ataque frontal que Felipe Calderón tuvo a bien hacer (y que le costó la presidencia al PAN en gran medida) no era la estrategia adecuada. Con tristeza veo que la confianza depositada en usted por muchos mexicanos, entre los que me encuentro, tiene un resultado catastrófico. La muerte de los 43 estudiantes normalistas no es más que la punta de un iceberg que parece destinado a hundir a México como el Titanic, ¿quiénes eran los otros que aparecieron en las fosas clandestinas que parecía que tenían los cuerpos de los normalistas y no eran ellos?, ¿Qué pasará con todos aquellos empresarios de cualquier tamaño que, para poder subsistir, sus negocios tienen que pagar un “sobre precio” o un impuesto a la “seguridad” por medio de las cuotas que pagan a la delincuencia organizada? ¿Cómo es posible que no sepan de todos los políticos que, como los Abarca, están coludidos con el crimen organizado y son millonarios de la noche a la mañana? ¿Cuántos más tendrán que morir, cerrar sus negocios, huir del país, para que se haga una estrategia integral de seguridad, caiga quien caiga? El problema es complejo, me dirá, lo sé, o bien me reclamará por una solución. Si la tuviera se la daría, señor Presidente, pero por eso tiene usted secretarios y asesores MUY BIEN pagados que todos creemos que son los más capacitados para lograr aplicar dichas estrategias. ¿O no es así?
Ya basta de ver el dispendio de la clase política, sea del partido que sea, en mansiones de lujo, viajes de ensueño a tierras paradisíacas y casas de playa que parecen sacadas de las películas de Hollywood. Basta de la corrupción que se da en todos los niveles y de forma sistemática a través del famoso moche para acelerar cualquier trámite por pequeño que sea.
Ya basta de ver como se enriquecen todos los que están en la política y en los otros sectores públicos a costa de nuestros impuestos.
Ya basta, de utilizar los recursos PÚBLICOS de mala forma, de forma tal que no sabemos que pasó con ellos, ni quien se los quedó. Por eso muchas personas se niegan a pagar impuestos, porque NO ven ningún caso de pagar y ver el beneficio público.
Ya basta de pretextos, ineptitudes y excusas tontas.
Mi México llora, mi México sangra, mi México se está deshaciendo en pedazos, señor Presidente. Usted tiene la encomienda constitucional de velar por el bienestar y el crecimiento de este país. Parece que no está funcionando.
Ya basta, señor Presidente, y si usted y su equipo no pueden, pues díganlo, Y VÁYANSE DEL PODER, RENUNCIE POR DIGNIDAD, si no tienen el deseo, las ganas o de verdad no pueden con este paquete.
Espero que más que molestarlo, lo haga meditar sobre qué hacer y cómo hacer, para que mi México sane lo más pronto posible.
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