Más de 50 días de la desaparición de los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos, en Ayotzinapa, Guerrero. El Estado Mexicano, incapaz de responder con actos verdaderos, lo único que se les ocurre es hacer montajes, engaños para proteger a otros y desde luego para protegerse a sí mismo.
A la par, los medios de comunicación y los intelectuales inorgánicos van haciendo su labor, sus opiniones y editoriales dedicadas a enardecer a la sociedad para justificar el siguiente golpe del Estado que ahora será contra quienes se manifiestan y abiertamente encaran a un gobierno neoliberal, mismo que ha clavado al país en una gigantesca fosa.
La supuesta defensa del Estado de Derecho y el orden público es un discurso mañoso, pues lo que verdaderamente buscan es mantener a raya y dar un castigo “ejemplar” a quienes tocan los intereses y bienes empresariales, ese es el Estado custodiando sus pactos neoliberales aunque la vida de las mujeres y hombres que habitan el país penda de un hilo que en muchos casos ha sido desgarrado.
Un Estado incapaz de gobernar, reprime. Y el Estado Mexicano ha optado por esa estrategia, basta con voltear y mirar el Estado de México, concretamente Tlatlaya y el fusilamiento que ahí hubo de 22 presuntos delincuentes como el mismo ejército los ha calificado, ahora que todos ellos están muertos. 22 que en su mayoría eran jóvenes. Y así se va sumando a la enorme lista decenas y decenas de casos con lo que se está asestando un golpe profundo al país.
La presencia policiaca en la UNAM no es un acto casual, así como la falta de razón y capacidad de resolver el conflicto en el Instituto Politécnico Nacional, una y otra vez asoma su rostro la incapacidad del gobierno tan resguardado por uno de sus brazos, los medios de comunicación y ahora otros actores como la Suprema Corte de Justicia de la Nación que sale mostrando sus lamentos por la violencia que encarna el país, el mismo Miguel Barbosa Huerta, senador por el PRD, se acopla a la exigencia de frenar la violencia de quienes se manifiestan en las calles y así voces serviles van alzando el tono de su clamor. ¿Pero cuándo hemos escuchado esas mismas voces que se alcen contra el narcotráfico? ¿Cuándo le han exigido a los distintos grupos de delincuencia organizada que paren, que ya basta de su violencia contra la población? ¿Dónde está su ahinco?
Y a esta treta se va juntando otra buen aparte de la sociedad, lamentablemente esos que se unen al clamor institucional y piden que se proteste pero bajo los lineamientos del buen comportamiento, de la eficiencia, esa protesta que no afecta. En días pasados escuchaba al presidente de la federación de Estudiantes de la Universidad Autónoma de Aguascalientes, Alejandro Aizpuru Guevara, decir: me manifiesto no faltando a clases, me manifiesto siendo el mejor de la clase, y así, esta idea bastante parecida a la de la huelga que no afecta a la fábrica y que sigue creyendo y esperando la buena voluntad del patrón. La paz neoliberal plagada de conformismo e indiferencia.
La falsa conciencia mostrada por estos actores es tan indignante porque dejan en el olvido sus propios actos de injusticia que en buena medida son los que han llevado al país a esta crisis en la que hoy nos hemos sumergido. La SCJN olvida su fallo impune ante el caso de la guardería ABC donde terminó de enterrar a las 49 niñas y niños que murieron calcinados. El mismo Carlos Navarrete Ruiz, presidente nacional del PRD, sale acongojado a lamentarse de la crisis que se vive en su partido y el reinado que sobre él ejerce la corriente de los chuchos que se han llenado de dinero y poder narcopolítico, haciendo a la izquierda mexicana añicos comparada con aquella que en los 80 buscaba levantar las voces para romper la hegemonía priista.
Desde luego que los lamentos perredista son una más de sus farsas, por ejemplo, para el caso de Aguascalientes se declara que es muy posible que el PRD vaya en coalición con el PAN en las próximas elecciones ¿hay una mejor expresión de crisis que viven estos partidos? ¿queda claro cuál es el verdadero interés de la democracia neoliberal que nos cuesta millones de pesos y cuáles son los verdaderos intereses que buscan proteger con el llamado al supuesto orden social?
Finalmente, ¿qué es lo que les importa a estos defensores del orden social: las personas o la mercancía que éstas son capaces de producir? Sin duda, lo segundo. Pues pese a la crisis honda que atraviesa el país quieren mantener su estatus de clase pese al número de fosas clandestinas y a las ejecuciones y barbarie que el crimen organizado ha desatado contra la población, pese a los fusilamientos en que han participado las fuerzas federales, estatales y municipales se alzan las voces complacientes que piden que se mantenga el “orden social” en buena parte porque prefieren sumarse a la indiferencia de esta larga cadena de ignominia antes que mirar la posibilidad de perder su comodidad.
El Estado Mexicano ha ido convenciendo, cabildeando con los distintos poderes su protección a cambio del restablecimiento del “orden público” pero el país no necesita que le aticen más fuego porque está a punto de estallar, lo que necesitamos es la verdad, cosa que el Estado se empeña en seguir enterrando.
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