José de Jesús González Serna
Estimado lector, esta semana hablaremos de la parte política llamada izquierda mexicana, la cual se está desmoronando como castillo de arena, sin que nadie pueda impedirlo. Y lo más grave de ese asunto, es que se está desmoronando por sus mismas actitudes, no porque un agente externo la esté haciendo caer.
Antes de abordar la situación actual de la izquierda, vayamos a un poco de historia de la misma. Antes de la revolución mexicana, el país estuvo inmerso en un paraje político muy parecido al que tiene Estados Unidos actualmente, un sistema bipartidista que estaba en dos extremos que se juntaban. Por un lado los liberales y por el otro los conservadores. Muchos pueden pensar que la izquierda mexicana es hija de ese partido liberal mexicano, pero la realidad es que el partido liberal tenía como objetivo únicamente darle autonomía al estado por sobre los poder fácticos como lo eran los terratenientes y la Iglesia, una vez que lograron ese cometido, ambos partidos fueron “sojuzgados” bajo el puño de Porfirio Díaz, el cual tomó lo mejor y peor de ambos para estar en el poder por más de 30 años.
Toda vez que hace 104 años empezó la revuelta por expulsar al tirano por medio del partido antirreleccionista de Madero y después de más de una década de disturbios, problemas y guerra civil, la llamada Revolución Mexicana llega a su fin, sobre todo con la elaboración de un nuevo documento, la Constitución Mexicana. Justo cuando eso ocurre, en Europa los aires cambian y los escritos de Federico Engels y Carlos Marx llevan al primer experimento de izquierda radical, la Revolución Rusa lleva a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.
Después de la Revolución ¿qué ocurre? Pues que la llamada primera Constitución Socialista del mundo, que veía por sobre los intereses del patrón, los del trabajador y los individuos en lo particular, queda en letra y no sea aplica sino hasta casi 20 años después cuando llego al poder el General Lázaro Cárdenas. El mismo, modifica la constitución para darle la obligatoriedad a la educación socialista. El pudo haber hecho el primer partido de izquierda del país, pero su producto fue el Partido Nacional de la Revolución, el mismo que fue transformándose hasta el actual PRI. El mismo PRI fue “pensado” como de izquierda pero en realidad de centro, y es por esto que en contraataque los antiguos conservadores del siglo XIX crean el Partido Acción Nacional. Y es así, como el país durante más o menos 50 años fue dominado por una oligarquía. Existían partidos políticos para dar la idea de “democracia” en el país pero existía un unipartidismo al estilo soviético que ganaba absolutamente todo. Hasta que llega el año de 1988. El gran elector, el presidente de la República se decanta por un derechista pro yanqui (horror de horrores para muchos) en lugar del cachorro de la revolución, aquel que nació y tuvo su infancia en Los Pinos, Cuauhtémoc Cárdenas.
Ese fue el momento que pudimos hacer la historia política del país a la europea, con por lo menos tres partidos políticos. Pero las mañanas no se perdieron, y el bagaje priísta, lo peor del PRI se heredó por medio de los fundadores de la “nueva izquierda” mexicana, como el mismo Cárdenas, López Obrador, Muñoz Díaz, y muchos más que sólo cambiaron de partido político.
En lugar de hacer una izquierda pensante, pro positiva y que vaya a el mejor bienestar de la población, nos encontramos con una izquierda reaccionaria, que a todo le pega, que nada le acomoda, que aun cuando se tomen sus banderas y se les busque hacer justicia.
Y ahora, no sólo eso, sino que han hecho un problema mayúsculo, buscando el poder por el poder asociándose con individuos de poca credibilidad, de nexos con la delincuencia organizada, todo por el objetivo de tener dinero para llegar al poder. Lo que tanto criticaron del PRI, lo han hecho y perfeccionado ellos, teniendo en su historia la izquierda sólo DOS candidatos presidenciales en casi 30 años, Cuauhtémoc Cárdenas y Andrés Manuel López Obrador. En otros países, la izquierda democrática tiene cada vez más adeptos, en países como Alemania y Francia, que son eminentemente de derecha, pero que tienen ese gran sentido social.
Aquí la izquierda, sigue pensando en los años socialistas, en el sistema que ya falleció y se demostró que no tuvo éxito.
Lo de Iguala es sólo el resultado de todas las malas elecciones de la izquierda, ojalá este a tiempo de reconfigurarse y tomar su lugar que es necesario para una mejor democracia.
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