Desde el mes de marzo del 2012 registré en el Instituto Nacional de Autores el Índice de Segurabilidad Humana, basado en un requerimiento surgido del concepto de seguridad humana, acuñado concretamente en el año 1994, en el Informe sobre Desarrollo Humano del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo.
El origen de este concepto subyace en que simplemente se hace imposible proteger la libertad y el bienestar de los individuos desde el paradigma de la seguridad nacional. Defiende que la seguridad del ser humano tiene otros elementos como la seguridad económica, alimenticia, sanitaria, medioambiental, personal, comunitaria y política. Luego entonces, la seguridad humana es una precondición para el desarrollo social, político y económico. Supone por tanto, una crítica a la concepción “estado céntrica” de la seguridad y propone que el referente de la seguridad sea el individuo.
Que el PNUD proponga al individuo, en lugar de al Estado como referencia, no significa que ambos conceptos de seguridad sean excluyentes; seguridad nacional y seguridad humana pueden reforzarse, puesto que las amenazas pueden ser tanto del interior como del exterior de los estados, pero en general, hace falta reforzar el lado eminentemente humano de la seguridad; o las condiciones para que se haga posible la Segurabilidad Humana.
La propuesta consiste en medir la Segurabilidad Humana, como la ausencia de necesidad y de miedo, mediante cinco indicadores: Porcentaje de población derechohabiente a servicios de salud; grado promedio de escolaridad entre pobladores de 15 años y más; áreas críticas en desequilibrio poblacional entre sexos y hacinamiento en los hogares, además del porcentaje de viviendas con los servicios básicos.
Segurabilidad es un concepto implementado por técnicos de las Naciones Unidas. El término significa “la situación que se da cuando, más allá de la sensación de seguridad objetiva que pueda existir y de la percepción o el grado de seguridad subjetiva que exista, una persona o una determinada comunidad entiende que cuenta con los recursos necesarios para protegerse de las posibles amenazas que hay en su entorno”.
Existen mecanismos de defensa que permiten lograr una cierta tranquilidad de que uno puede estar protegido, tanto dentro del hogar como en el espacio público. Para lograr el estado de “segurabilidad” es necesario recurrir a recursos individuales, colectivos, públicos, privados, de tipo material y de tipo institucional.
Lo ideal es apostar a los recursos colectivos de modo que la comunidad permanezca integrada y logre suplir la inseguridad personal. Por ello, lo más importante es que las personas encuentren protección y apoyo en su barrio o entorno. Así, la Segurabilidad Humana es un conjunto de condiciones que permiten que se establezca la seguridad en una comunidad determinada…
Con el Índice de Desarrollo Humano del PNUD, la salud se mide mediante el cálculo de la esperanza de vida (que para municipios del interior se calcula mediante la mortalidad infantil) Con el Índice de Segurabilidad Humana se complementa con el Porcentaje de población derechohabiente a servicios de salud que puede ser consultable, a través de los datos censales.
Con el IDH la educación se mide con la matrícula escolar. Con el ISH se emplea el grado promedio de escolaridad entre pobladores de 15 años y más. La educación obligatoria en el mundo viene en aumento y los organismos internacionales proponen cada vez más y mejor educación entre todos los pobladores, no sólo para los niños.
Mapa de los años de educación obligatoria en el mundo
El desequilibrio poblacional inducido o por efectos de la migración es una violencia en sí mismo. El ISH agrega los índices de masculinidad o femineidad, como fuente de conocimiento sobre desequilibrios en los proyectos de vida, familiares y/o emocionales; su representación, tiene fuente censal y se expresa destacando la proporción de municipios o áreas geo-estadísticas básicas donde un sexo excede más al otro, en relación con el total. En México hay 95.3 hombres por cada 100 mujeres.
En China hay más varones entre la población menor a los 15 años de edad por la selección anticipada de tener un hijo y no hija, sobre todo en el medio rural, por cumplir (bajo amenaza) la política de estado de tener un solo hijo(a).
En muchos países, el índice de masculinidad es menor por ser expulsores de varones, y/o con alta mortalidad juvenil masculina. En oposición, por ejemplo de países islámicos que cuentan con más hombres porque el proyecto para las mujeres es tan limitado, como su esperanza de vida.
Hay más mujeres adultas mayores, donde los varones incurren en mayores conductas de riesgo como las guerras y/o el consumo de tabaco y alcohol en forma desmedida, como en el caso de Rusia.
En México, como es propio del crecimiento vegetativo, nacen más niños que niñas; pero desde el grupo 15 a 19 años comienza a abrirse una brecha entre sexos que se agudiza en la etapa productivo-reproductiva y llega a su culmen entre los adultos mayores, dada la mayor esperanza de vida femenina (cinco años más).
Entre 2 mil 456 municipios sólo en el 53.12 por ciento de ellos la proporción hombres/mujeres se encuentra relativamente equilibrada, en el resto están cargadas hacia alguno de los sexos (desde 63 hasta 142 varones por cada 100 mujeres) en virtud básicamente de la movilidad en la que incurren los efectivos buscando mejorar sus condiciones de vida.
En Aguascalientes se presentan brechas entre hombres y mujeres, según los grupos de edad, que se irán agudizando durante las próximas décadas.
La densidad habitacional propicia la falta de espacio vital… La mitad de las AGEB´s nacionales presentan hacinamiento, que propicia fricciones entre los ocupantes o la expulsión constante de sus integrantes puertas afuera. Por ello, el ISH agrega el porcentaje de viviendas con más de 2.5 ocupantes por dormitorio.
Finalmente, los servicios son fundamentales para contar con una mejor calidad de vida. Donde no los hay, las casas generalmente están construidas con materiales ligeros, y se suele carecer de vigilancia policiaca, alumbrado y otros servicios municipales, dado su origen irregular. Cuando se presentan los Atlas de Riesgos este tipo de asentamientos son los más proclives a sufrir daños severos. EL ISH agrega la cobertura de los tres servicios principales, mediante el indicador de porcentaje de viviendas particulares habitadas que disponen de luz eléctrica, agua entubada de la red pública y drenaje.
Mediante estos cinco indicadores, representamos el área de la segurabilidad con la que cuenta la población y en qué materias faltan más objetivos por alcanzar para llegar a la unidad, como los de incrementar la seguridad social, el equilibrio entre sexos y el tamaño de las familias en relación con el de las viviendas.
El ISH mide la cobertura que las personas tienen frente a las amenazas del entorno. Desde sociales, económicas y ambientales, entre otras; condiciones por cierto necesarias para el desarrollo.