- La nueva edición permitió incorporar nuevas aportaciones, con un Emilio Azcárraga Jean con personalidad más corporativa
- Junto a Claudia Fernández hacen un desglose de la televisora, el desarrollo de los medios y el contexto del país
El día de ayer, el auditorio del Centro de Investigación y Docencia Económicas Región Centro se convirtió en sede de la presentación de la nueva edición del libro El Tigre: Emilio Azcárraga y su imperio Televisa, en voz de su autor Andrew Paxman, ante alumnos, docentes y público en general.
Esta investigación periodística, con apoyo de Claudia Fernández, fue publicada por primera vez en febrero del 2000, considerándose el segundo libro más vendido en México durante ese año.
En contraportada se indica que El Tigre no sólo aborda la trayectoria de Azcárraga Milmo, sino también la historia de la Nación desde la perspectiva del desarrollo de los medios de comunicación y su relación con las elites políticas.
Paxman inició su ponencia con aquella frase famosa del fundador de Televisa: “México es un país de una clase modesta muy jodida y que no va a salir de jodida, para la televisión, es una obligación llevar diversión a esa gente y sacarla de su triste realidad y de su futuro difícil”, para después destacar que esas intenciones de la televisora fueron las que lo condujeron a escribir, junto con Fernández, este libro. Dividió la explicación en cuatro motivos sobre la influencia de la empresa:
Antidemocracia
“A principio de los 90 ocurrió una elección muy reñida en Michoacán, donde ganó el PRI (como siempre, al hacer uso de la alquimia electoral), causando grandes protestas; el noticiero principal de esos días era 24 horas con Jacobo Zabludovsky, que si bien las cubrió, las minimizó, como era costumbre, subestimando por mucho el número de manifestantes. Encabronados, los manifestantes viajaron al DF montando otra protesta bajo su canto: Pinche Jacobo, cuéntanos bien, no éramos 20 ni éramos 100”.
En este ejemplo, Paxman destacó que uno de los trucos de Televisa para apoyar al gobierno era minimizar los partidos rivales y las voces críticas, aunque reconoció que hoy en día ya hay cierta cobertura de partidos como PRD o Morena, pero las voces críticas del público siguen siendo marginadas y despreciadas; “así lo vemos con la cobertura de los incidentes en Iguala, donde Televisa da énfasis a los actos violentos a pesar de que la mayoría de las manifestaciones se han convocado pacíficamente”.
El racismo
“Cuando vine a México la primera vez en verano de 1990, experimenté una sensación medio surrealista; caminado por las calles y el metro del DF vi una Nación mayoritariamente morena y al prender la televisión vi una nación casi sueca: puros güeros, gente rubia, hasta las sirvientas en las telenovelas eran altas y blancas, ¿qué onda con eso?”, causando risas entre el público, enfatizó que la imaginación era intencionada, pues había un cuasimonopolio de entretenimiento por persuadir al público de que todo lo güero era bonito, sofisticado y deseable.
Sexismo
“En las novelas clásicas vimos heroínas siempre inocentes con ropa suelta y villanas siempre sexis, con minifaldas, lápiz labial rojo y abundancia de busto operado; el subtexto era que la sexualidad femenina es mala. Si un príncipe azul caía en la tentación de esa villana podía ser perdonado pero si una mujer tenía relaciones sexuales fuera del matrimonio, nunca”.
Desde su perspectiva, hoy se observa una ligera mejora en las historias con heroínas, no tan sumisas ni bobas (como en la época de Thalía), sin embargo, el sexismo persiste en la empresa. Ejemplificó con un supuesto reportaje periodístico mostrado el año pasado en el noticiero de Joaquín López Dóriga sobre la trata de mujeres, “se habló de tres mujeres que lograron escapar de una vida de prostitución forzada, pero nunca se vio algún esfuerzo por revelar a los responsables”, haciendo énfasis en que para ilustrar la nota, Televisa mostró una y otra vez imágenes sensuales y sugestivas de mujeres bailando semidesnudas, “la hipocresía del noticiero fue increíble”.
El racismo
Andrew Paxman subrayó que la faceta racista de los programas de Televisa era la más nociva por ser la más útil, “su raíz, el darwinismo social, afirma que las élites ocurren naturalmente y los pobres también. Televisa continuó esa tradición en la trilogía de Pepe el Toro, en los años 40, donde ser pobre era ser noble, mientras que en la novela María la del Barrio, Thalía siempre decía con mucho orgullo: soy de barrio y a mucha honra”, saliendo de ahí la famosa declaración de Azcárraga antes mencionada, sobre la obligación de la televisora de llevar diversión a ese sector de la población.
Televisión hoy en día
Paxman destaca algunas razones por las cuales se hace llamar optimista en el cambio de la televisión en México, “hay quienes no se rajan y siguen revelando las operaciones de los poderes fácticos tras bambalinas, gente que sigue presionando para que haya una televisión que sirva mejor al público”.
En primer lugar, reconoció la importancia de la presión de los de abajo, es decir, el pueblo, “no olvidemos hace dos años con el movimiento #YoSoy132, el hecho de que este movimiento haya perdido fuerza, no quita la importancia del rol que jugó en demandar cambios”, a su juicio, esto es parte de la presión que, sin pensarlo, arrojó la nueva Ley de Telecomunicaciones, donde se contempla la concesión de dos nuevos canales de televisión abierta.
Dejó en claro que a pesar de la crítica e investigación realizada en el libro, no está en contra de que periodistas o personajes populares aparezcan en Televisa o se afilien a algún partido mientras éstos permanezcan con su independencia, “cada vez que hay un espacio uno tiene que aprovecharlo, hasta Carlos Monsiváis llegó a aparecer en varias ocasiones en esta empresa y no por eso dijimos que era un comprado”.
Posterior a escuchar y responder los cuestionamientos del público, Paxman amablemente continuó la charla de manera más empática en la librería Carlos Bazdresch, señalando a La Jornada Aguascalientes que la nueva edición permitió incorporarle nuevas aportaciones, con un Emilio Azcárraga Jean con personalidad más corporativa e incluso un poco más ética.
El efecto del libro ha ido más allá de un usuario común, varias instituciones lo usan como herramienta de texto en sus clases de Comunicación y Periodismo; de hecho El Tigre ha inspirado a otros autores a escribir libros críticos sobre el acontecer nacional, como las tradiciones mexicanas hasta Ricardo Rafael con la biografía de Elba Esther Gordillo.
Muchas gracias por la nota, Itzel. Me gusta mucho.
PD: Mis agradecimientos a la librería del Fondo de Cultura Económica, ubicada en el CIDE, por organizar el evento.