“Universidades” patito en Aguascalientes / Tlacuilo - LJA Aguascalientes
21/11/2024

Ante la imposibilidad de atender en el espacio de este último artículo la inquietud de algunos de los estimados lectores que hicieron manifiesta su inconformidad al ver separadas de tajo, de la categoría de universidades a cinco instituciones públicas de enseñanza superior, en especial la Universidad Pedagógica Nacional -que de ninguna manera son patito- la explicación radica en que la Secretaría de Educación Pública ha expedido autorizaciones para funcionar como universidades a instituciones que no lo son, de acuerdo con la norma establecida por la propia SEP. Luego de concluir nuestro análisis expondremos otras consideraciones al respecto.

Por lo pronto continuemos para tener completo el panorama. De las cinco instituciones que nos quedan, cuatro de ellas:

  1. Universidad Cuauhtémoc (Pública)
  2. Universidad del Valle de México
  3. Universidad La Concordia
  4. Universidad Panamericana (Bonaterra)

cuentan con el número de carreras autorizadas por la SEP, pero falta determinar si cubren, por lo menos, las tres áreas de conocimiento requeridas por la ley; en este punto yo diría que -unas más, otras menos- las cuatro están en proceso de cumplir con el Acuerdo 279 mencionado en la entrega anterior.

Finalmente, llegamos a la conclusión de que la única institución de enseñanza superior que cumple satisfactoriamente todos los requisitos de ley para llevar el título de Universidad en nuestro Estado, es la Universidad Autónoma de Aguascalientes (UAA).

DOCTRINA UNIVERSITARIA. Hasta este momento, nuestro análisis para determinar si las 17 instituciones merecen llevar el título de Universidad, se ha sustentado en la ley.

LEY IMPERFECTA. Pero resulta que esa ley es sumamente imperfecta si la confrontamos con la doctrina universitaria que, como ya hemos dicho, exige que la Universidad tenga una

ESTRUCTURA ESPECÍFICA compuesta de escuelas y facultades, organizadas en el aspecto académico con los niveles de bachillerato, profesional, maestría y doctorado. De acuerdo con este principio, también coincidimos en el hecho de que sólo la UAA cumple con él (aunque no en los términos de la universidad latinoamericana de escuelas y facultades, porque su modelo es una copia, además mal hecha, del peor sector académico estadounidense: el mercantilista departamental); ninguna otra cuenta con Doctorado alguno y la mayoría carece incluso de Bachillerato.

EQUILIBRIO UNIVERSITARIO. Otro principio exige un desarrollo equilibrado no sólo en cuanto a la atención de todas las áreas del conocimiento sino, ante todo, en lo que se refiere a la orientación que debe regir la conducta del universitario como factor de justicia tanto en el ámbito local como en el nacional y en el internacional. En este punto, a pesar de que hacen mención de un malentendido “humanismo”, la verdad es que todas someten a la universidad al servicio del potentado financiero en el nada humanístico sector de los negocios.

TÍTULOS NOBILIARIOS. Este mísero panorama es el mismo que hace dos siglos provocó la reforma napoleónica profesionalizante que colocó a la enseñanza superior al servicio del Estado, burocratizándola a tal grado que la obtención de títulos fue más apetecida que el saber igualándola al final de cuentas con su antecesora, que la sometía al servicio de la aristocracia medieval.


ENSEÑANZA NORMAL Y TECNOLÓGICA. En relación con el conflicto mencionado al inicio de esta entrega, tenemos que empezar por distinguir el hecho de que una cosa es la educación universitaria, otra la educación normal y otra más la tecnológica; son entidades inconfundibles cuya diferencia radica en que como la primera abarca todas las áreas del conocimiento, requiere una estructura que la segunda y la tercera, por tener ámbitos más concretos no requieren, sin que eso signifique que no puedan expedir títulos en todos los grados. Más aún: la importancia de la educación normal es tan grande, que es la única de las tres que merece mención en el artículo 3° constitucional; y el Instituto Politécnico Nacional también cubre una parte fundamental de la educación sin necesidad de llevar el título de Universidad porque no lo necesita para cumplir satisfactoriamente su función.

Ahora bien: ¿Qué puede hacerse para combatir esta decadencia educativa que padece el pueblo mexicano debido a la negligente flacidez del Estado? Porque el problema no es exclusivo de Aguascalientes: es nacional.

URGE UNA LEY UNIVERSITARIA que defina con certeza cuáles son los principios, medios y fines que debe perseguir toda Universidad, para poner fin a la degradación en que ha caído el sistema nacional de enseñanza.

El saber es un bien que pertenece a la Humanidad; no es una mercancía cuyo valor se tase en dinero; y para que nos eleve a etapas superiores debe ser regido por el bien y por la belleza.

En su gran obra La decadencia de Occidente, Spengler ubicó a las altas culturas mesoamericanas (la Maya y la Náhuatl) en el cuarto lugar dentro de las ocho más importantes de toda la historia.

México ya fue, en el pasado, una potencia mundialmente reconocida como defensora del derecho, de las causas más nobles y del respeto por la soberanía de las naciones.

La Universidad es el instrumento que puede volver a darle, en el concierto mundial, el lugar que merece como ejemplo no de riqueza material que contamina y envilece, sino de poder intelectual, espiritual y abanderado de la paz. No la degrademos con banalidades efímeras y deleznables.

Aguascalientes, México, América Latina

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