En 1834, cuando la literatura francesa estaba esencialmente marcada por el romanticismo, el realismo y el naturalismo, nació en París, Lodovic Halévy.
Hijo de Alexandrine Lebas y de Leon Halévy -un funcionario público y un escritor poco conocido pero con una aguda formación intelectual que le permitió incursionar en diversos géneros como la prosa, la poesía, la historia, el teatro y el vodevil- y sobrino de François Fromental Élie Lévy Halévy -mejor conocido como Fromental Halévy, un famoso compositor de la época, autor de casi cuarenta óperas y maestro de otros famosos compositores como Camille Saint-Saëns y Georges Bizet-, Ludovic creció en un medio que lo influyó y lo encaminó por la senda de la composición y la literatura. Desde muy pequeño comenzó a escribir y pronto se dio a conocer por sus cuentos y las pequeñas novelas humorísticas con las que hacía una aguda crítica a la sociedad parisina de aquellos años. Más adelante comenzó a colaborar con Jacques Offenbach, bajo el seudónimo de Jules Servières, escribiendo junto a otros algunas de las operetas de este famoso compositor y violonchelista Alemán. Con Joseph Méry escribió Entrez, Messieurs, Mesdames un acto para la apertura del pequeño teatro que Offenbach abrió en Campos Elíseos. Para él mismo escribió las óperas cómicas Orphée aux enfers, La Chanson de Fortunio, Le Pont des soupirs y Le Roman comique junto a Hector Crémieux.
Sin embargo, a pesar de ser ya un conocido escritor, no fue sino hasta los 31 años, en 1865, que pudo dejar su trabajo en la administración pública para comenzar con una de las etapas más importantes de su carrera. En 1862 empezó a colaborar junto a Henri Meilhac escribiendo algunas de las más importantes operetas de Jacques Offenbach, algo que le permitió comenzar a ser reconocido verdaderamente como uno de los más importantes libretistas de operetas y óperas.
La primera ópera cómica que escribieron juntos fue la La Baguette de 1862, que nunca se representó. En 1864 escribieron La Belle Hélène; en 1866 Barbe-bleue; en 1867 La Grande-Duchesse de Gérolstein; en 1868 Le Château à Toto y en 1869 La Diva, La Princesse de Trébizonde y Les brigands. Estas entre muchas otras que escribieron a lo largo de más de veinte años que trabajaron juntos.
En 1868, Ludovic Halévy se casó con Louise Breguet. Su primer hijo nació en 1870. En ese mismo año comenzó a colaborar en la revista La Vie Parisienne donde publicó infinidad de cuentos, incluidos los relatos que componen La familia Cardinal y que fueron incluidos en dos libros anteriores a éste, Madame et Monsieur Cardinal y Les Petites Cardinal.
En los relatos que componen La familia Cardinal -libro publicado recientemente en México por la editorial AUIEO, en una lujosísima edición- Halévy hace una muy simpática crítica a la vida y costumbres de la sociedad parisina de los años de la Tercera República.
Sitúa a sus personajes en la Ópera de París, en cuyos escondites y escenarios los retrata como fanfarrones que, deslumbrados por el reflejo de la clase alta, acuden a los eventos a fin de coquetear con las jóvenes bailarinas del teatro. A partir de los intereses de una familia pequeño burguesa refleja los intereses de los personajes de aquella época, sus límites, sus tentaciones, sus posturas políticas, sus perversiones y la diferencia de clases.
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Es 1870 y en Francia está por proclamarse la Tercera República. El país está dividido. Todo es caos e incertidumbre. La caída del Segundo Imperio Francés es una consecuencia de la derrota en la guerra contra Prusia y de la creciente oposición a Napoleón III. Existen dos grupos políticos predominantes: moderados y radicales. El primero, bajo la dirección de Thiers, está formado por antiguos monárquicos. Los radicales, bajo el liderazgo de Gambetta, podrían ser considerados como los herederos finiseculares de los jacobinos. Unos, conscientes de que la situación no es propicia para una restauración, se muestran partidarios de una república conservadora. Los otros se inclinan por la resistencia, pues piensan que esto fortalecerá la República tal como sucedió en 1791. Las posturas son muy dispares. Las ideas políticas están en extremos contrarios. La sociedad en general es un reflejo de esto. Son como las piezas sobrevivientes del ciclón. La desigualdad de clases y de mentalidades permanece en medio de la transición y sobrevive a las costumbres y a la vida diaria.
El 4 de septiembre de 1870 se proclama la Tercera República. En marzo de 1971 una insurrección popular hace huir de París al Gobierno de Adolphe Thiers y establece el primer Gobierno obrero de la historia: la Comuna, en la que participaron socialistas y anarquistas. El 19 de abril la declaración al pueblo francés formula un proyecto para crear un estado laico formado por la federación de todas las comunas que se constituyan en cada ciudad. Además, se reivindica la libertad completa de reunión y expresión, la mejora de las condiciones laborales, así como la enseñanza gratuita y obligatoria.
En medio de todo esto, Halévy narra con exquisito estilo teatral, y con mucha ironía, la vida de una familia de clase media, con ínfulas. Una madre oronda, un padre con sus propias ideas políticas a favor de la República, y miembro de la comuna, y dos bellas adolescentes entregadas al ballet y a los ojos de adúlteros que las observan entre bambalinas las noches de ópera.
Madame Cardinal. Una mujer obesa que intenta a través de sus hijas, adolescentes bailarinas, pertenecer a una clase más alta que la suya. Las acompaña a la Ópera, donde, con aparente pudor, recato y carácter, permite que hombres mayores las pretendan. Una de ellas, Virgine, se convierte en amante de un hombre casado pero que puede darle el status que busca: el marqués de Cavalcanti, a quien prácticamente es vendida después de haber intentado ser comprada por Monsieur Paul, ambos asistentes al ballet. La menor, Pauline, “rebelde” que no incluye a su familia dentro sus planes personales de progreso, y que, pese a los ideales políticos de su padre, se involucra con un Secretario de Ministerio con el que se casa.
“Yo no le pedí más que una cosa. Le dije: ‘Escucha, tu padre tiene un porvenir político… ¡pues bien! Te lo suplico, no manches el apellido de Cardinal… Cambia de nombre.’
“Ella me respondió: ‘Está hecho desde hace un mes, mamá, Pauline Cardinal… Ése no tenía ninguna distinción… yo me llamo Pauline de Giraldas.’”
Madame Cardinal narra a Monsieur X, un amigo, la historia de su familia durante la transición a la Tercera República. En una visita a la ópera; en una visita a la casa a la que se muda la familia; a través de unas cartas ella. Cuenta lo que sucede con ellos a lo largo de esos años. Cuenta sobre las andanzas políticas de su marido y sus avances hacia un estrato social más alto al que han accedido gracias a sus hijas.
“Durante el sitio, todo el tiempo hubo dos hombres en Monsieur Cardinal: estaba el patriota en pro de la salida torrencial, en pro del fuego griego, en pro de reducir París a cenizas… Pero, un segundo… quiero deciros todo… también estaba el propietario… ¡Esa Virgine es un ángel!… Antes de partir hacia Italia, había exigido que el marqués nos dispusiera, a Monsieur Cardinal y a mí, una posición muy honorable… Bien sabéis que todo eso fue tratado directamente conmigo y que la dignidad de Monsieur Cardinal no tuvo que sufrir…
“El día después de la partida del marqués y de Virgine, dije a Monsieur Cardinal: ‘Amigo mío, ¿es que no encontrarás una buena colocación para una suma de treinta mil francos?”
En 1870 estos relatos captaron inmediatamente la atención de los lectores y también de los artistas de la época. Edgar Degas, el famoso pintor y escultor francés también nacido en 1934 y amigo de Halévy, creó una serie de monotipos sobre La Familia Cardinal. Sin embargo, estos no gustaron al autor y no se incluyeron en ninguna edición sino hasta 1938, cuando ambos ya habían muerto.
En la edición de esta obra que ahora presenta la editorial AUIEO, una traducción original al castellano que se lanzó con un tiraje corto de 510 ejemplares, 143 años después de que Halévy comenzó a publicarla por entregas, contiene ilustraciones de Javier Guadarrama. Dibujos originales, sin edición, que realizó a pluma.
Lodovic Halévy falleció el 7 de mayo de 1908.