Hay obras con las que un compositor queda ligado indefinidamente, y uno siempre quisiera escuchar esas inmensas partituras que les han dado la inmortalidad a ciertos compositores, sin duda, el Concierto para Violín de Mendelssohn o la Sinfonía Novena “Desde el Nuevo Mundo” de Dvorak son ésas con las que relacionamos irremediablemente a un compositor, pero claro, no son, ni las únicas y muy posiblemente las mejores. En lo particular me sentí afortunado de la programación presentada para este primer concierto de la cuarta temporada del año de la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes, no son las obras más conocidas de los dos compositores programados, Dvorak y Mendelssohn, pero sí de una incuestionable belleza. El concierto inició con el Scherzo Capriccioso, Op. 66 de Antonin Dvorak, continuamos con el Concierto para Piano y Orquesta No.1, Op. 25 en Sol menor, de Felix Mendelssohn con el pianista Antonio Manzo, para terminar con la maravillosa Sinfonía No.7, Op. 70 en Re menor de Dvorak. El director de este primer concierto de temporada fue el maestro Berislav Skenderovic.
La popularidad de las Sinfonías “Italiana”, “Escocesa” o de “La Reforma”, así como el Concierto para Violín y algunos pasajes orquestales como la música incidental: “Sueño de una Noche de Verano”, han hecho, lamentablemente, que otras partituras de Mendelssohn sean menos interpretadas y consecuentemente menos conocidas, creo que entre las muchas responsabilidades que tiene una orquesta, es la de presentar un amplio repertorio que contribuya a enriquecer el horizonte musical de su auditorio, sin duda, esto es, entre otras muchas cosas, lo que hace una buena programación de conciertos, como en este caso sucedió con la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes, por eso, a mi parecer, fue muy atinado aquel comentario del maestro Revueltas cuando dijo que “Hacer la programación de una temporada de conciertos, es hacer un pequeño ejercicio de equilibrio”, yo sólo cuestionaría, ¿pequeño?, creo que es monumental.
Sin duda debemos sentirnos afortunados de haber contado en esta ocasión con la presencia de una batuta de tan alto nivel, el maestro Berislav Skenderovic hizo sonar increíble a nuestra Sinfónica, le sacó sonidos deliciosos, logró matices y colores impresionantes y un equilibrio casi perfecto. Desde el inicio del concierto, con el Scherzo Capriccioso, hasta el final del mismo, mantuvo el mismo nivel de la orquesta, apretando cuando debe de hacerlo, y dejando cierta libertad cuando la partitura se lo permitía. Dejó el papel protagónico a la música, pero respetando y permitiendo el lucimiento del solista en el concierto de Mendelssohn.
Como ya lo comentamos, el solista en el Primer Concierto para Piano, de dos que compuso Mendelssohn, fue el maestro Antonio Manzo. Hizo un trabajo extraordinario, depurado, profundamente sensible, como lo exige la partitura, si acaso, lo único que habríamos de lamentar es que no hubo en encore, pero de alguna manera lo entendemos, el desgaste es grande con esta partitura concertante tan exigente de Mendelssohn.
Después del intermedio escuchamos la Sinfonía No. 7, Op. 70 en Re Menor de Antonin Dvorak, uno de los máximos representantes del nacionalismo musical bohemio, de hecho, esta Séptima Sinfonía está impregnada de ese inevitable patriotismo en muchas de las obras del checo, además de encontrar ciertas evocaciones al tren que llegaba a Praga con campesinos bohemios procedentes de Pest, hoy, Budapest, capital de Hungría.
Evidentemente esta no es su sinfonía más conocida, en absoluto, su corpus sinfónico se compone de nueve partituras y sin duda, la Novena es la más popular, pero para quien esto escribe, la mejor es esta, la Séptima, probablemente las más romántica de las nueve que escribió y que originalmente se conoció como la “Sinfonía Inglesa”, seguramente por haber sido un encargo de la Sociedad Filarmónica de Londres con motivo de su inclusión como miembro de honor de esta Sociedad, la misma que encargaría a Beethoven la composición de su Sinfonía Novena.
El maestro Berislav Skenderovic no sólo hizo una atinada lectura de la partitura de Dvorak, sino que nos ofreció una verdadera interpretación de la misma, le dio su toque, la hizo propia y claro, es digno destacar la puntual y majestuosa respuesta de la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes, finalmente, ¿en donde quedaría todo el esfuerzo y sapiencia musical de una buen director si no contara con la colaboración indispensable de una buena orquesta que interpretara y ejecutara solventemente sus indicaciones y concepciones musicales? La OSA respondió y la Sinfonía de Dvorak fue una verdadera delicia.
Para la próxima semana, la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes será dirigida por el maestro Marc Moncusí, con un programa formado por Las Variaciones sobre un tema de Haydn, Op. 56 de Johannes Brahms, las Danzas Fantásticas de Joaquín Turina, y de este mismo compositor andaluz, la Sinfonía Sevillana, seguramente en honor a su ciudad de origen. La cita con su majestad la música es el viernes 24 de octubre a las 21:00 horas en el Teatro Aguascalientes, la casa de la Orquesta Sinfónica, por ahí nos veremos si Dios no dispone lo contrario. Hasta entonces.
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