La revolución mexicana en Aguascalientes - LJA Aguascalientes
13/04/2025

Por Marcela López Arellano.

 

Hace muchos años, una joven estudiante de la licenciatura de Investigación en Educación se acercó al cubículo del profesor Enrique Rodríguez Varela a pedirle que fuera su asesor en su tesis de licenciatura acerca de la historia de la educación en Aguascalientes. El profesor Rodríguez Varela aceptó y se convirtió en un excelente apoyo: prudente, sereno y cuidadoso, la guió en el sinuoso camino de formular preguntas, localizar fuentes y estructurar el contenido general del trabajo. Hoy me toca a mí presentar el trabajo de mi asesor de tesis de entonces, y por ello le agradezco a él y al Dr. Andrés Reyes la invitación.

El libro es un trabajo que Enrique Rodríguez Varela realizó hace veintiséis años, pues fue publicado por primera vez en 1988, como parte de una obra sobre la Historia de Aguascalientes dirigida por el historiador Jesús Gómez Serrano. Seguramente el objetivo de ambos, en su momento, fue rescatar esos múltiples pasados, reconociendo, como señala Carlos Antonio Aguirre Rojas, que “el buen historiador generalmente crítico nos recuerda siempre que el ayer, igual que hoy, la historia es un terreno de disputa constante, donde de manera contradictoria y tenaz se enfrentan siempre varios futuros alternativos, posibles”.

Vale mencionar que en 1988, cuando fue publicada esta obra, se fundó en la Universidad Autónoma de Aguascalientes la Licenciatura en Historia, que festejó en diciembre pasado su aniversario número veinticinco, y algunos de los profesores que inspiraron y promovieron la fundación de estos estudios fueron precisamente el mismo Enrique Rodríguez Varela y el Dr. Andrés Reyes.

La Revolución de Enrique Rodríguez Varela comienza en 1909 con un reporte en el periódico católico La Voz de Aguascalientes, en el que se destaca la venta de armas en una ferretería de la ciudad denominada “La Estrella”. El autor basó gran parte de su narración en las noticias de los periódicos locales, como La Voz de Aguascalientes, también consultó El Clarín, El Debate, Temis, La Evolución, ElRepublicano, El Liberal y el Periódico Oficial del Gobierno del Estado de Aguascalientes, entre otros.

Igualmente se dio a la tarea de buscar en las Sesiones del Congreso del Estado de esos años, en su indagación sobre los eventos políticos de la localidad. Además escudriñó múltiples testimonios, artículos y libros de algunos personajes que vivieron durante esa época y que le aportaron elementos para construir el discurso histórico alrededor de lo acontecido en el estado: como Anita Brenner, Mauricio Magdaleno, Eduardo J. Correa, Alejandro Topete del Valle, Ramón López Velarde y algunos más.

En su registro de fuentes se advierte que consultó expedientes y partes militares de fondos del Archivo Histórico de la Secretaría de la Defensa Nacional, así como documentos de autoridades eclesiásticas católicas de esos años. Y como parte complementaria de su investigación Rodríguez Varela, entrevistó algunos personajes que en los años ochenta aún vivían y que le contaron sus experiencias, como Don Alejandro Topete del Valle.

Las fuentes primarias en las que basó su investigación constituyen por sí valiosos elementos de su trabajo. Su minuciosa búsqueda en los periódicos nos muestra las distintas posturas de los protagonistas políticos, cómo los presentaban, los alababan o los denostaban. Y en este trabajo, Rodríguez Varela extrajo el sentir de muchos de los habitantes de la ciudad y el estado durante esos años.


Algunos analistas de los escritos periodísticos, como Stephen Vella, señalan que los diarios son grandes filtros en los cuales se involucran los intereses de los dueños, los directores, los editores y los periodistas, su apoyo o posición contraria a las distintas fuerzas, el peso que dan a las noticias, sus estrategias informativas y sus relaciones con los círculos del poder. Y esto es ejemplificado en este libro cuando Rodríguez Varela nos muestra la postura a favor del entonces Presidente Porfirio Díaz del periódico El Clarín. En 1909, en la editorial del director se enunció: “Ya no queremos motines, ni cuartelazos, ni revoluciones llámense como se llamaren: nuestra educación política se ha perfeccionado de veinte años a la fecha..:” o la forma como los periódicos calificaban a los aguascalentenses en esos años, como: “la pacífica y noble sociedad de Aguascalientes”.

También a través de los periódicos, el autor expone algunas de las actividades políticas de los aguascalentenses desde inicios de la Revolución Mexicana, que hicieron eco de lo que pasaba en otros lugares. El 3 de julio de 1909 el periódico El Clarín apuntó que se constituyó el Club Democrático de Aguascalientes y que sus seguidores se ponían un clavel rojo en las solapas de sus levitas; y un mes antes, el 2 de junio de 1909, en la Ciudad de México se había celebrado la primera gran manifestación reyista, en la cual se generalizó el uso del famoso clavel rojo, los hombres en la solapa y las mujeres en el tocado.

Es interesante observar cómo una historia escrita hace veintiséis años no sólo nos muestra el desarrollo de los aconteceres de Aguascalientes durante ese tiempo, sino que nos permite analizar nuevamente esos acontecimientos a partir de lo que el autor consignó en su momento. ¿Quiénes participaron en los diferentes grupos políticos? ¿Por qué los mencionaron en los periódicos? ¿Cuáles fueron los silencios en los rotativos? ¿Quiénes eran los propietarios de los diarios? ¿Qué impacto tuvieron los artículos periodísticos en los avatares políticos de la época?

La Revolución presenta la historia de Aguascalientes desde 1909 hasta 1920, desde los inicios de la revolución maderista y las disputas por el poder de los grupos políticos en todo el estado, hasta los enfrentamientos entre los gobiernos y los hacendados. A través de su investigación, Rodríguez Varela da cuenta de las visitas de Francisco I. Madero a la ciudad, primero como candidato en 1909 con su presentación cerca de los Talleres de Ferrocarril, que en ese entonces empleaba a más de mil quinientos trabajadores, y luego como líder de la revolución en junio de 1911, cuando se le recibió -según refiere- con veintiún cañonazos y el himno nacional.

Muestra a los personajes de la época, como Alejandro Vázquez del Mercado, Jesús Díaz de León o Manuel Gómez Portugal; las reacciones de la sociedad al levantamiento armado de Madero; relata que en la ciudad la gente leía el libro La Sucesión Presidencial que Madero había escrito en 1908, los rumores que corrían por la ciudad, los ricos que escondían sus haberes, las manifestaciones de los ferrocarrileros y la alarma de los habitantes.

De manera minuciosa también expone lo que sucedía en los distintos municipios del estado, como en Calvillo, en Asientos, o en las haciendas como Ciénega Grande, Ciénega de Mata, Chinampas y Ojocaliente.

A lo largo del texto el autor describe a algunos de los personajes que participaron significativamente en las decisiones políticas del estado, como Alberto Fuentes Dávila, “un don nadie” que al grito de “abajo el bombín y arriba el huarache” presentó su programa de gobierno con tintes populistas.

Detalla el gobierno del general Carlos García Hidalgo, y presenta una interesante cronología de este gobierno con pormenores sobre los movimientos armados en todo el territorio aguascalentense, y algunas de las disposiciones que impuso en 1913 como un estado de sitio en la ciudad de Aguascalientes, cito:

 

“1) la prohibición del tránsito por las calles de la ciudad, de la 1 a las 5 de la mañana; 2) en caso de tiroteo, la reclusión de los habitantes en sus casas hasta que se diera la orden contraria; 3) horarios especiales para las panaderías, tiendas de abarrotes y centros comerciales; 4) la prohibición de los repiques durante los tiroteos: 5) la suspensión del tráfico de tranvías y carruajes…”

 

Con informes como éste el autor da a conocer la historia de la vida cotidiana de los habitantes durante esos años, que debían protegerse de los ataques de los revolucionarios de las distintas facciones, a las que los periódicos y partidas militares denominaban “bandoleros”, “bandidos” o “rebeldes”, o “constitucionalistas”, huertistas”, o “maderistas”, dependiendo de sus posturas políticas.

También documenta la presencia de los católicos en la escena política de Aguascalientes, a partir de la fundación nacional del Partido Católico Nacional en 1911 y su actuación en Aguascalientes. Rodríguez Varela destaca que en 1910 “había en el estado 86 templos, casi 60 sacerdotes y 119,754 fieles, es decir el 99% de su población total” . Por lo cual apunta que en 1913, el Partido Católico era mayoritario en Aguascalientes.

En su relato de las vicisitudes políticas de Aguascalientes, el autor refiere algunos de los factores que condujeron a la realización de la Soberana Convención en Aguascalientes. Es interesante observar el panorama que expone acerca de la ciudad durante esos días. El autor aclara en nota al pie de página, que como la mayoría de los escritos de la Convención -en la época de su investigación – se referían a las crónicas de los debates, él dirigió su búsqueda a los textos literarios de algunos testigos de la época, como Martín Luis Guzmán, Mauricio Magdaleno, José C. Valadez y Mariano Azuela.

Considero que esto enriqueció su relato al llevar su búsqueda más allá de los periódicos y los archivos, y utilizar la literatura como parte de su investigación. Así, a partir de la mirada de los protagonistas refiere las funciones de cine en el Teatro Morelos, las personas esperando afuera del Teatro para ver a los convencionistas, los forasteros abarrotando los restaurantes, fondas y los puestos de comida, los desmanes, riñas y pleitos de todos los días, la entrada de Villa a la Convención para firmar la bandera, y algunos reportes de los gastos de los convencionistas que “exprimieron el presupuesto estatal”.

Rodríguez Varela también consigna los meses que Francisco Villa permaneció en Aguascalientes después de la Convención, y sobre su derrota en el Bajío frente a Álvaro Obregón apunta lo siguiente: “Villa no se recuperó de esta derrota. Aguascalientes fue su tumba; ahí “murió como figura nacional y no pudo ser considerado nuevamente dirigente del país”.

Después de la Convención y la presencia de Villa en Aguascalientes, el texto refiere los siguientes gobiernos, las medidas anticlericales, los extranjeros y la gran hambruna de 1916. El autor cierra su historia con una frase lapidaria: “No se cumplió lo prometido en esta Revolución”. Éste fue un reclamo que en 1917, dos campesinos de Aguascalientes hicieron al presidente Venustiano Carranza en una carta, reclamo que no llegó a nada cuando el entonces presidente municipal de Aguascalientes declaró no haber encontrado a los autores y afirmar que “la visión de los quejosos era errónea”.

En este trabajo Rodríguez Varela reporta lo político, pero deja ver elementos de la sociedad aguascalentense, que según lo que registra no fue ni tan pacífica ni tan noble, como la calificaban los periódicos, sino participativa y atenta en la construcción de su propia historia, como las “mujeres que todavía no tenían derecho al voto, pero se declararon arellanistas”, la defensa del Templo de San Antonio, los repiques de las campanas, los asaltos a las iglesias, los juegos de azar, la corrupción y los extranjeros; las cartas, los poemas de López Velarde, las fiestas para unos y los ataques hacia otros. Considero que el autor logró, como señala el historiador Peter Burke, “revelar las conexiones entre las distintas actividades… evitar la fragmentación sin volver al engañoso supuesto de la homogeneidad de una sociedad o un periodo dado”.

Creo que podemos decir que gran parte de los trabajos sobre la historia de Aguascalientes alrededor del conflicto revolucionario realizados a lo largo de dos décadas, han utilizado este texto como básico. Y quiero finalizar con este comentario:

La semana pasada en el Coloquio de la Soberana Convención Revolucionaria de 1914, un estudiante preguntó a los historiadores: ¿Por qué no hubo Revolución en Aguascalientes? Estoy segura que no conocía este libro. Felicito al autor y a la Universidad Autónoma de Aguascalientes por su publicación. Muchas gracias.

 


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