De animalitos (segunda parte) / País de maravillas - LJA Aguascalientes
15/11/2024

Platicábamos la semana pasada de que los animales no son juguetes y que es alarmante que muchos papás, en vez de enseñarle a sus hijos a tratarlos con respeto, optan por tomar fotos o video de los abusos infantiles para compartirlos en redes sociales. Pero también es un hecho que hay papás y mamás responsables, que quieren compartir con sus hijos e hijas otra forma de relacionarse con los animalitos de compañía. La buena noticia es que hay libros buenísimos sobre el tema. Ojo: no se trata de usar los libros como manuales (aunque hay, por supuesto, excelentes manuales de cómo educar mascotas) ni de convertirlos en moralejas: lo importante, creo yo, es que al leer estos libros se abra un espacio para el diálogo en casa, que permita reflexionar acerca de lo leído y, de paso, de poner en práctica algunas de estas ideas.

Hay que tener cuidado: algunos libros que en su momento fueron considerados muy buenos acerca de la relación entre humanos y otras especies, hoy nos pueden parecer terroríficos. Justo eso me pasó con Un gato no es un cojín, de Christine Nöstlinger. Y miren que otros libros de la autora están entre mis favoritos de la vida (les recomiendo mucho Querida Susi, querido Paul, publicado por SM). Lo malo es que, en Un gato no es un cojín, la autora parece sugerir que la mejor opción para un felino es vivir en la calle sin ser esterilizado ni tener quién se ocupe de él. Quizá en algún momento parecía la mejor opción (la vida salvaje, el llamado de la naturaleza), pero hoy en día es vital que los animalitos de compañía se queden como animalitos de compañía y no se anden reproduciendo a lo loco (así evitamos un montón de sufrimiento, de verdad). En todo caso, una lectura así también puede ser útil si al final platicamos justo eso con los niños: ¿qué crees que le pase a los gatitos y perritos que nacen en la calle y que nadie cuida?, ¿por qué crees que es mejor que Bigotes se quede encerrado en casa y le pongamos todas sus vacunas?, etcétera.

Otros libros, a pesar de haber sido escritos hace mucho, siguen siendo actuales. Uno de mis consentidos (a pesar de que, en general, detesto las historias que tratan de personajes que sufren y sufren y sufren y sólo al final llegan a la felicidad: tengo corazón de pollo y el final no me compensa los sufrimientos previos) es Belleza negra, de Ana Sewell. El libro fue escrito en 1877 y cuenta la historia de un caballo que pasa de todo por culpa de dueños egoístas y desconsiderados. Curiosamente, el libro no fue escrito pensando en un público infantil o juvenil, pero aún ahora se conecta maravillosamente con la chiquillada (hay una película animada, de 1987, que a mí me hacía llorar a mares y que ahora es de dominio público, así que no es delito bajarla de internet). Ya sé que muy pocos de nosotros fantasearíamos con tener un caballo en casa; pero, de todos modos, Belleza negra es un excelente punto de partida para luego hablar de otros animales, los cuidados que necesitan y la mejor forma de tratarlos.

Uno más: Una mascota inesperada, de Karen Chacek. Éste nos cuenta la historia de un niño que quiere tener un animalito y que descubre que no nada más los gatos o los perros tienen lo suyo. Mayo, su pez, lo acompaña a todos lados y se vuelve su mejor amigo (lo pueden encontrar publicado por Castillo, y es especialmente bueno para niños y niñas que comienzan a leer). Además, con esta historia se puede platicar acerca de lo que tendría que haber en casa para poder darle a cualquier animal las atenciones que necesita: ¿dónde pondrías un perro gigante?, ¿qué espacio le prepararías a un caballo o un borrego?, ¿cuántos gatos podrían vivir cómodamente contigo?

Y hablando de animales gigantes, un libro adorable: El gato Mog, de Joan Aiken. En el cuento que da título al libro (lamentablemente descontinuado por SM, pero si lo encuentran en alguna librería de viejo, no se lo pierdan), Mog, el gato, sale a la lluvia y se moja, por lo que, para que no se enferme, su dueña le da un poco de levadura y lo deja ponerse junto a la chimenea. Lo que pasa entonces es mágico: Mog crece y crece hasta ser del tamaño de un elefante. Pero lo más lindo es que toda la gente del pueblo lo sigue queriendo, porque sin importar su tamaño, es una mascota amada (y porque salva al pueblo de un desastre, pero eso mejor léanlo, no se los quiero arruinar).

La próxima semana les hablaré, ya para terminar con el tema (creo; pero no puedo asegurárselos), de un libro que habla acerca de los animales enjaulados. Como adelanto, les cuento que lo leí hace unas cuantas semanas y se ha vuelto uno de mis favoritos para la vida. Mientras tanto, y en resumen: claro que los niños y las niñas pueden vivir en armonía con los animales. Pero alguien se los tiene que enseñar primero.

Encuentras a Raquel en twitter: @raxxie_ y

en su sitio web: www.raxxie.com



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