Martin Luther King, un activista en favor de los derechos humanos, dictó un impresionante discurso el 28 de agosto de 1963 en la escalinata del monumento a Lincoln en la ciudad de Washington D.C. Ese discurso hoy lo conocemos como “I had a dream” en donde expone su deseo de que los blancos y afroamericanos tengan las mismas oportunidades laborales y de libertad en el territorio de los Estados Unidos. Esto lo menciono porque yo también tengo un sueño, lamentablemente no tengo las mismas virtudes de elocuencia que el ilustre Martin Luther King para expresar con esa misma contundencia y convicción el motivo de mi sueño, pero finalmente, tengo la misma libertad a expresarlo, así que con tu permiso, amigo lector, lo hago a través de este medio, abusando, quizás, de la generosidad de La Jornada Aguascalientes que me permite este espacio.
Tengo un sueño de que el Teatro Aguascalientes se llene de la misma forma en que se llenó este pasado viernes 12 de septiembre con la “Noche Mexicana” que ofreció la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes, pero que se llene cuando el programa esté compuesto por la música de Richard Strauss, como sucederá la próxima semana, o por la de Bruckner o de Brahms. Finalmente, me pregunto yo, ¿que no es música que merezca toda nuestra atención y entusiasmo para hacer fila en la taquilla del Teatro Aguascalientes e intentar conseguir un boleto de acceso al concierto, si es necesario a codazos?
Tengo un sueño de que la gente que abarrotó este viernes el quinto concierto de temporada, pida a gritos un encore en un concierto de música mexicana que sea, por ejemplo, el Danzón No.2 de Arturo Márquez o Sensemayá de Silvestre Revueltas y no la Pelea de Gallos. Por ahí había una voz desolada que gritaba, desgañitándose entre los asistentes al concierto: “¡¡¡La Pelea de Gaaalloooos!!!”, por Dios, ¿cómo es posible? por fortuna, o no lo escuchó el maestro Revueltas o no le hizo caso. Además, se piden encores como si fueran complacencias, de hecho, el mismo maestro Revueltas bromeó a ese respecto. Preparar una obra para ser ejecutada por una orquesta sinfónica, o filarmónica, como quieras, no es lo mismo que preparar un plato de enchiladas, se requieren muchos ensayos y no es como los mariachis, que tocan lo que les pides a la hora que se los pides, finalmente ése es su trabajo. Pero con la música de concierto o incluso la música popular llevada al contexto sinfónico no es así, esto requiere de un conocimiento erudito de la música y de un trabajo profesional y comprometido, y es imposible tocar lo que se pida, como si se tuvieran ahí el altero de partituras a ver qué se le ocurre pedir a la gente y, peor aún, como si todo ese altero de partituras se pudiera ejecutar sin un trabajo de ensayo. No dudo de la solvencia técnica de los músicos para hacerlo, los integrantes de nuestra Sinfónica son de primerísima calidad, sino que ésta no es la forma de trabajar de una orquesta que tiene un prestigio incuestionable. Uno va a la sala de conciertos a escuchar y disfrutar la propuesta que nos hace la orquesta o el ensamble o el solista o quien esté tocando, pero de ninguna manera a decirles qué es lo que deben de tocar.
En fin, pero dejando mis sueños para otra ocasión, y esperando, sin ser utópico y mucho menos ingenuo, que esto algún día se pueda cumplir, vamos al programa de este quinto concierto de temporada. Se presentó como un menú en donde a manera de entrada escuchamos un homenaje al maestro Mateo Oliva, extraordinario arreglista mexicano quien falleció el pasado mes de mayo en la ciudad de Xalapa, Veracruz; la obra fue “Mosaico Nacional”, que consiste en una serie de canciones típicas del folklore nacional presentadas en una sólida unidad y en una deliciosa orquestación. Si no me equivoco, esta es la segunda ocasión que la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes presenta esta obra.
Después, y como platillo fuerte, escuchamos una selección de Marchas, Polkas y Valses mexicanos: la Marcha de Zacatecas de Genaro Codina; Dios nunca Muere, vals de Macedonio Alcalá, Jesusita en Chihuahua, una polka de Quirino Mendoza; Dime que sí, un vals del compositor aguascalentense Alfonso Esparza Oteo; la polka Las Bicicletas de Salvador Morlet; el célebre vals Sobre las Olas de Juventino Rosas; Lindas Mexicanas, una marcha de Velino Presa y finalmente Morir por tu amor, un vals de Belisario de Jesús García. Como postre, el maestro Román Revueltas, director titular de nuestra Sinfónica, nos ofreció el Huapango de José Pablo Moncayo, una de las más importantes obras del repertorio de la gran música de concierto mexicana y dueña de un profundo nacionalismo musical.
La próxima semana la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes presenta en su sexto concierto, un homenaje a Richard Strauss para celebrar su 150 aniversario de natalicio, uno los más grandes operistas y compositores de poemas sinfónicos. El concierto inicia con el Don Juan, Op. 20. Escucharemos después el Concierto para Oboe en Re Mayor con la participación del maestro Bruno Hernández como solista. En la segunda parte disfrutaremos del poema sinfónico Muerte y Transfiguración, Op. 24 y finalmente El Caballero de la Rosa. Estoy seguro que no tendremos la misma respuesta de parte del público, ya desperté de mis sueños, pero también sé que nuestra Orquesta Sinfónica tiene un gran poder de convocatoria y el público responde generosamente ante la irresistible invocación de su majestad la música, y más cuando el programa es, verdaderamente, tan atractivo. La cita es el próximo viernes 19 de septiembre a las 21:00 horas en el Teatro Aguascalientes, la casa de nuestra Orquesta Sinfónica. Por ahí nos veremos si Dios no dispone lo contrario. Hasta entonces.