Aprovechando las fechas que nos rodean, por una parte, el sexto aniversario luctuoso de Rick Wright, tecladista de Pink Floyd, el pasado 15 de septiembre; y por otra parte, el ya muy próximo lanzamiento de la decimoquinta producción en estudio de este mismo grupo, he decidido preparar la mesa para servir el Banquete con este platillo como máxima recomendación del menú.
Richard Wright, tecladista de Pink Floyd, fue el segundo integrante en salir del grupo, en los inicios de esta impresionante aventura musical, Syd Barret tuvo que dejar su puesto como guitarrista para ser sustituido por David Gilmour, aunque por algunas semanas el grupo funcionó como quinteto, pero sólo fue una etapa de transición. Después del lanzamiento del disco “The Wall” en 1979, los problemas entre el bajista Roger Waters y el tecladista Rick Wright eran ya insostenibles, y como el hilo se rompe siempre por lo más delgado, Wright tuvo que separarse de Pink Floyd, de hecho, él participó en la gira de The Wall, pero lo hizo como músico de sesión, no como parte integral de la agrupación, aunque esto fue finalmente un beneficio para él, ya que como sabemos, la gira de esta producción fue tan complicada en su logística y tan costosa en su producción, que no solamente no hubo ganancias para el grupo, sino que las pérdidas fueron muy sensibles, sin embargo, a los músicos de estudio contratados para la gira, entre ellos a Richard Wright, se les pagó su sueldo puntualmente.
Después del mítico “The Wall”, apareció el disco “The Final Cut”, del que en alguna ocasión dijo David Gilmour que “era el peor disco de Pink Floyd, pero el mejor como solista de Roger Waters”. Después de este lanzamiento, Waters decide dejar Pink Floyd y se lanza en una carrera solista que no es exactamente lo exitosa que él hubiera deseado, además de iniciar un proceso legal por los derechos del nombre “Pink Floyd”, que seguía usando David Gilmour con Nick Mason.
El siguiente disco del grupo en estudio se llama “A Momentary Lap of Reason” y otra vez aparece Rick Wright pero sólo como músico invitado, sin embargo, las inmensas atmósferas musicales creadas por su intenso teclado son fácilmente perceptibles como uno de los principales rasgos característicos de Pink Floyd.
En 1994 aparece Division Bell con tres de los miembros originales, Wright en los teclados, Gilmour en las guitarras y Mason en la batería, sólo falta Waters que sigue enojado con sus excompañeros. En el verano del 2005 el grupo se presenta completo, creo que esta fue la gran atracción del evento, en el festival “Live Eight” en la ciudad de Londres y todo parecía indicar que iniciaba una segunda etapa creativa de uno de los más grandes grupos en la historia del rock, pero no, sucedió que tres años después el tecladista moría frustrando cualquier posible reunión posterior, sin embargo, quedó por ahí, enlatado, material grabado que con unos retoques de tecnología, la remasterización y digitalización de la cinta, estaría listo para conocer la luz pública. Así surge este nuevo lanzamiento que se llama: “The Endless River” y que aparecerá en el Reino Unido el próximo 10 de noviembre. Sabemos que es un disco que ocuparía cuatro caras de aquellos discos de acetato en función el tiempo, aunque la verdad ignoro si se editará también en este formato, es un trabajo instrumental salvo una canción llamada “Louder tan Words” (Más fuerte que las palabras) con letras de Polly Samson, la esposa de David Gilmour. En la producción están involucrados, además de Youth y Andy Jackson, el guitarrista de Roxy Music, Phil Manzanera y el propio David Gilmour. Esto es suficiente para frotarnos las manos en espera de tan suculento banquete, aunque este no sea exactamente de los pordioseros. No sé tú, amigo invitado a la mesa para degustar de este Banquete, pero yo soy muy escéptico de las producciones musicales cuando se involucra a la familia, ya ves, Lennon estaba muy lejos de sus verdaderas posibilidades cuando le permitía a Yoko hacer de las suyas con el pretexto del “arte de vanguardia”, o sin ir más lejos, Alex Lora dejó de ser Alex Lora cuando permitió que su “domadora”, según dice él mismo, tomara el control de su carrera. No estoy diciendo que no funcione el hecho de que Gilmour incluya una canción con letras de su esposa, espero que me equivoque, pero como decía Rockdrigo González en la canción “Metro Balderas”: “sólo la experiencia que he experimentado”.
La mayor parte del material retomado para “The Endless River” es parte de lo que quedó durante las sesiones de grabación del disco de 1994 “The Division Bell”, cuya gira pasó por la ciudad de México; ahí, en el próximamente inexistente Foro Sol tuve la oportunidad de verlos en vivo en compañía de dos buenos amigos, Pablo del Valle, productor y conductor del programa “Dimensión Ótica” de Radio Universidad, y de Enrique Campos Ceccopieri, con quien he compartido varios espacios, tanto en radio como en televisión, recuerdo que por aquellos tiempos Enrique y yo estábamos por iniciar un programa en televisión, Canal 6: “Y Sobre todo Rock” que duró un par de años al aire.
Pero regresando al tema del disco “The Endless River”, dice el guitarrista David Gilmour: “Escuchamos poco más de 20 horas a tres de nosotros (Wright, Gilmour y Mason) tocando juntos y seleccionando la música que queríamos trabajar para el nuevo álbum. Durante el año pasado, agregamos algunas partes nuevas, re-grabamos otras y recurrimos a la tecnología para hacer un álbum de Pink Floyd del siglo XXI. Con la partida de Wright, es imposible volver a trabajar juntos, por eso considero que es bueno revisar y retomar este material para convertirlo en parte de nuestro repertorio”.
Sin duda, la voz de Pink Floyd es más fuerte que las palabras.