A las 11 de la mañana, además de escuchar la radio, lo mejor que puede hacer un hidrocálido es tomar el refrigerio conocido como “lonche” o “almuerzo”, de ser posible con unos deliciosos “tacos de colores” o un bolillo relleno con crema de leche, jamón o “cueritos” y chile jalapeño en escabeche. En esas estaba cuando en el radio portátil instalado en el puesto de “tacos de colores”, alcancé a escuchar lo siguiente, venido de Infolínea: reconocen taxistas que las fotomultas redujeron el número de accidentes, el líder de Acota dijo que la muerte ha vuelto a las calles por el exceso de velocidad, acotó (sic) que hace falta cultura vial para conductores y peatones.
¡Te lo dije! Al escuchar la declaración del líder de los taxistas, recordé ésos, mis tiempos de joven inquieta, cuando al anunciar en casa una nueva y singular aventura emprendida por mí, mi madre Socorro Ortega intentaba explicarme las razones por las cuales mi nueva quimera, simplemente fracasaría. Pero yo no la escuchaba. ¡Bueno! Sí la escuchaba, pero no la atendía y menos aún obedecía. Así las cosas mi madre, me daba su bendición y esperaba pacientemente a que regresara con la cabeza gacha, los hombros cansados y el espíritu pleno de admiración y humilde rendición ante la sabiduría de mamá Socorro. Quizá lo que más admiraba en esos momentos de duro aprendizaje, es que al verme regresar del campo de batalla con mi derrota a cuestas, mamá Socorro me miraba con dulzura, lavaba mis heridas y me alimentaba sin pronunciar jamás en voz alta, lo que de lo profundo de su corazón venía: un rotundo, claro y bien ganado ¡Te lo dije!
Fotomulta. Mientras saboreaba un delicioso y calientito taco de chicharrón prensado “verde”, me imaginé a Lorena Martínez, expresidenta municipal de Aguascalientes, enfrentado estoica la andanada de descalificaciones, críticas y señalamientos que se le “fueron encima” tras la aprobación por el Ayuntamiento 11-13 y la ulterior puesta en marcha de su programa de gobierno Fotoradar, mejor conocido como “fotomulta”, particularmente recordé aquellas calcas que lucían algunos veloces autos en sus parabrisas, con la leyenda “2012: voto-multa”.
Cerrazón y muerte. ¿Cómo se habrá sentido entonces Lorena Martínez ante la incomprensión ciudadana? ¿Qué pensará hoy que Aguascalientes ha sido testigo de múltiples atropellamientos a peatones y crueles defunciones por la misma causa, de ancianos, jóvenes y niños? Supongo que habrá sentido idéntica impotencia a la que sentía mi madre Socorro, cuando intentaba hacerme a la razón y se topaba con el muro de mi adolescente imprudencia. Fueron tantos los cuestionamientos a su programa Fotoradar, que quizá, allá en su soledad, ella misma llegó a preguntarse si valía la pena seguir defendiendo una acción que nadie parecía ver como adecuada y necesaria. Que nadie parecía entender o nadie quería entender: la cerrazón contra la razón.
¿Te lo dije? Esta cocino-política sabe que, como buena mujer, Lore Martínez será incapaz de proferir el ¡Se los dije! que bien merecido tenemos los capitalinos hidrocálidos, por desobedientes y necios ¡Ah, no, perdón! Éso es con los hijos. Perdone Ud.
El ¡Se los dije! que tenemos bien ganado, es por no haber reconocido en su momento las bondades del programa Fotoradar. Por habernos enganchado en la estrategia electoral de castigar con nuestro voto una acción gubernamental que tutelaba nuestra vida y la vida de quienes amamos. Por haber formado parte del autoengaño colectivo que ha traído como resultado la muerte y el dolor en nuestras calles y avenidas, y por tener ahora que compartir (duele reconocerlo) la culpa cada vez que ocurre un nuevo atropellamiento, cada vez que muere otro anciano, joven o niño, que son las víctimas más frecuentes de la impune velocidad con que nuevamente manejamos en Aguascalientes.
Le debemos como sociedad una disculpa a Lorena Martínez. Que salga de nuestros labios y provenga de nuestro corazón. Porque del corazón de ella y de sus labios no brotará un ¡Te lo dije!
En mi cocina tenemos un espumoso chocolate calientito, con un “churro burdo” estilo hidrocálido, a manera de disculpa para Lorena Martínez y una veladora encendida para cada uno de quienes han perdido la vida en el arroyo de una calle; especialmente para los pequeños niños y niñas. Ojalá que en este asunto nunca hubiera entrado la política…