Muchos días de discusiones
separaron a los leales,
y enemigos se volvieron
por cuestiones personales.
(Corrido de la Convención de Aguascalientes, dominio popular)
Nos preparamos en Aguascalientes para celebrar los cien años de la Soberana Convención Revolucionaria de 1914, pero ¿qué tanto se amerita conmemorar este evento? ¿Vale la pena hasta remodelar la plaza principal de nuestra ciudad para honrar este episodio de la Revolución Mexicana?
Aguascalientes ha tenido hombres y mujeres ilustres que han destacado a nivel nacional e internacional en muchas disciplinas. Tanto en el arte (Jesús F. Contreras, Saturnino Herrán, Guadalupe Posada, Manuel M. Ponce, Arturo J. Pani, Refugio Reyes, Federico Méndez, etcétera) como en la política (Francisco Primo de Verdad, Aquiles Elorduy, Edmundo Games Orozco, Valentín Gómez Farías y un largo etcétera), aguascalentenses destacados tienen su lugar en la historia.
Pero en el territorio de Aguascalientes realmente han sucedido pocos acontecimientos que podamos encontrar en las páginas de la historia nacional y casi ninguno en la internacional, y los que encontramos son menores. De hecho, además de la destitución del mando de Miguel Hidalgo y Costilla del Ejército Insurgente, en Pabellón de Hidalgo y la Convención Revolucionaria, no hay muchos pasajes más que sobresalgan. Por eso es importante conocerlos.
México se encontraba en pleno encono revolucionario, hacía año y medio había traicionado y ultimado Victoriano Huerta al presidente Madero y a Pino Suárez, y Venustiano Carranza había tomado en sus manos la encomienda de acabar con el traidor.
El 15 de julio de 1914, Francisco Carbajal sustituyó a Huerta como presidente de México, luego de que éste presentó su renuncia ante el Congreso de la Unión. Ese mismo día el usurpador se esfumó. Pero la mecha prendida desde 1910 por Madero y avivada por su muerte, mantenía al país en un estado de revueltas generalizado que requería poner en orden.
El país se lo habían dividido diferentes ejércitos encabezados por caudillos que más de una vez se preguntaron para qué peleaban. Al norte, Francisco Villa encabezaba la “División del Norte”, mientras que Zapata controlaba el estado de Morelos y partes de Puebla, Tlaxcala, el Estado de México y los alrededores. Otros cabecillas mantenían al territorio nacional en un estado de franca guerra civil. El general José María Maytorena en Sonora mantiene un ejército pequeño pero activo, su existencia la justifica porque en aquel Estado “hay elementos, como el coronel Plutarco Elías Calles, de infame memoria, que no permiten la pacificación.”
Todos estos ejércitos tenían prisioneros de guerra de los otros, resultado de las batallas que entre ellos habían enfrentado. Además se reportan graves abusos de todos los ejércitos en combate. Se destaca una carta de un luterano alemán, Martin Stecker, en la que informa al secretario de Estado norteamericano que “sabe que sacerdotes católicos, bajo pena de muerte, han sido forzados a barrer las calles de la Ciudad de México y a prestar servicios de criados a los soldados”. Menciona a un obispo de setenta años deportado a una colonia penal del Pacífico y a muchos sacerdotes que en Monterrey fueron encarcelados. Habla de un párroco octogenario martirizado hasta perder la razón, de muchos curas deportados a Texas, otros ahorcados o estrangulados, cuarenta hermanas de la caridad violadas, soldados constitucionalistas “haciendo actos inmundos en altares y en un cáliz en el que obligaron después a beber a un sacerdote”.
La situación es caótica y sin rumbo, por lo que algunos, como Pánfilo Natera y Álvaro Obregón proponen reunir a caudillos y delegados de todas estas fuerzas en Aguascalientes. El encuentro sucede finalmente, y con la anuencia de Carranza, el 10 de Octubre de 1914.
Se elige una mesa directiva de la Convención, resultando Presidente Antonio I. Villarreal y Vicepresidentes los generales José Isabel Robles y el propio Natera. Obregón pide se haga entrega de un estandarte, que tremola luego el general Eulalio Gutiérrez, diciendo que juren todos respetar los acuerdos de la Convención y hacer cuanto esté en sus manos para la felicidad de la República. Se ejecuta el himno nacional y delegados y público estallan en vítores y aplausos.
El primer acuerdo formal de la Convención Revolucionaria fue que se enviaran telegramas a Carranza, Villa y Maytorena, para que pusieran en libertad a todos los presos políticos. Dos días antes del inicio de la Convención, José Vasconcelos había sido aprehendido en la Ciudad de México por negar a declararse incondicional de Venustiano Carranza.
Villa responde diciendo que él no ha hecho ningún preso -por lo menos no le queda ninguno vivo- e inmediatamente decide dirigirse hacia Aguascalientes para participar activamente.
Aunque al seno de la Convención hay algunos jefes zapatistas, éstos aclaran que no tienen representación del Ejército Libertador del Sur de Emiliano Zapata, por lo que la Convención decide suplicar a Zapata envíe representantes autorizados.
El 14 de Octubre, finalmente la Soberana Convención de Aguascalientes se declara instalada, con el fin de elegir a un Presidente de la Nación. “¡Malditos sean los que no sostengan al gobernante que emane de esta Convención! ¡Que los huesos de sus padres, arrinconados en el seno de la tierra, les azoten el rostro por traidores a nuestra causa!”, se pronuncia en tribuna.
Sin embargo, la armonía con la que se consigue instalar la Convención se rompe pronto con la llegada de dos telegramas. Uno de Carranza, que habla de “agresiones de los rebeldes, de fuerzas enemigas”, refiriéndose a zapatistas y villistas, y otro de Maytorena, que se niega a liberar a los detenidos porque dice haberlos consignado a las autoridades judiciales.
El representante de los carrancistas en la Convención de Aguascalientes envía una carta a la Ciudad de México en la que expone que los partidarios de Villa y Maytorena, como desconocen a Carranza como Primer Jefe del Ejército y Primer Magistrado interino de la Nación, sostienen que hay que hacerlo renunciar de los cargos que tiene. Agrega la misiva que los representantes del partido carrancista han acordado acceder secretamente a esta pretensión, para evitar más derramamiento de sangre.
En el siguiente canto, continuará el Zenzontle con el análisis de este pasaje revolucionario de la Historia Nacional sucedido en Aguascalientes.
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