Los esmeriles. Las más ricas gorditas que Ud. pueda imaginar. Se hacen muy pequeñitas, con masa de maíz y un poco de harina. Se fríen en aceite hasta que queden bien doraditas. Y se rellenan con un guiso de papa cocida y molida en un sofrito de jitomate y cebolla condimentado con comino molido (uno de los condimentos favoritos de la cocina hidrocálida). Al relleno se le adiciona repollo (col blanca) finamente rebanado y salsa de jitomate estilo Aguascalientes (condimentada con orégano seco). Acompañar con un “tepache” bien frío.
El tepache. Poner a remojar cáscaras de piña, bien lavadas y desinfectadas, en agua que apenas rebase el volumen de las cáscaras. Tapar con manta y plástico y dejar reposar hasta que fermente. Con la misma manta filtrar el agua del fermento. Agregar bastante agua fresca, azúcar al gusto y mucho hielo. ¡Simplemente delicioso!
El ponte duro. Dejar semisecando unas cuantas mazorcas de maíz blanco. Desgranar. Aparte prepare Ud. un sirope simple con azúcar morena y agua. Agregue el maíz y revuelva hasta que el sirope se consuma y se pegue al maíz, cuidando que los granos no se aglutinen ¡No se peguen pues! Dejar enfriar y ofrecer como postre.
Esta cocino-política sugiere tener la delicadeza, de no ofrecer el “ponte duro” a los ancianos, personas con dentadura postiza o niños mudando, a menos que esté uno dispuesto a ofrecer una disculpa por los daños causados y termine pagando la cuenta del dentista al damnificado o damnificada (para que no me regañe Lore Martínez).
El Lulú. Para los que comieron de más en la cena del día anterior, nada mejor que un Lulú, para reactivar esa digestión.
Prepare Ud. una jarra de limonada con agua natural. Sirva un vaso y vierta en él media cuchara de carbonato, agite y tome mientras brota la abundante espuma.
Es recomendable tomar su Lulú, cuando no tiene espectadores que se diviertan mientras a usted le gana la espuma y le brota por lugares poco usuales. Es decir que si no quiere hacer el ridículo, tómese su Lulú a solas y tan lejos como sea posible de ese miembro de la familia que todo lo sube al face.
Puesto que sólo se requiere un vaso de limonada ¿Por qué no preparar una jarra entera? Porque le aseguro que más de un miembro de la familia cenó en exceso y agradecerá tener a la mano suficiente limonada para su Lulú. Y porque Ud. que ya se siente mejor después de haber bebido el suyo, podrá tener cámara en mano para ver a quién le toma la foto derramando espuma de manera poco elegante. Y si además resulta, que Ud. es ese miembro de la familia que todo lo sube al face, pues ¡Ya le hicieron el día!
La coyota. Para los que bebieron de más en la cena del día anterior, nada mejor que una coyota como las que preparaba mi abuela María: leche caliente, bien espumada con molinillo, un poquito de miel y un chorrito de brandy. El problema de la coyota, es que si Ud. no se mide con el chorrito de brandy, corre el riesgo de seguir la fiesta y ponerse a aullar cual coyote buscando a su coyota. ¡Oiga Usted!
Si Ud. disfrutó de la cena en la noche del 15 de septiembre sin excesos, y no necesitó de lulús ni coyotas. Esta cocinera le recomienda disfrutar con su familia del desfile deportivo, que es tradicional el 16. Verá que el centro de la ciudad, está her-mo-so y que vale la pena asistir en familia para aplaudir a nuestros niños y jóvenes estudiantes.
Esta cocino-política le desea, un día de asueto en familia muy tranquilo y disfrutable. ¡Viva Agüitas! ¡Viva México!
Nos vemos en la próxima. Recuerde que en esta su cocina, se come, se lee, se estudia y se conversa de todo… especialmente de política.