Hoy por ser día de tu… Hoy es el cumpleaños de William Jefferson Clinton, Bill para sus cuates y esposa Hillary, quien para festejar a quien fuera presidente de los Estados Unidos de 1993 a 2001, organizó a través de la Clinton Foundation una tarjeta virtual de felicitación con motivo de los 68 años de vida de Clinton, una de las estrategias para atraer firmantes fue un video con el actor Kevin Spacey interpretando al personaje Francis J. Underwood de la serie House of Cards, quien confiesa que Washington, D.C. es tan aburrido que a veces suele entretenerse jugando bromas a sus predecesores y llama a Hillary Clinton imitando la voz del expresidente; el chiste es bastante simplón, incluso cuando al final del video se “revela” que el propio Bill Clinton es quien alienta a Spacey para investigar si su esposa le va a regalar o no un elefante… pero el chiste no es el chiste, sino la capacidad que los estadounidenses tienen de reírse de sí mismos a través de su clase política; una explicación superficial es que en la medida que los políticos son sus representantes es posible burlarse de ellos; lo que en México no ocurre.
Todo me parece bonito… Mientras un sector de los opinantes en redes sociales festeja el chiste de Kevin Spacey/Hillary Clinton, una parte de esos opinadores se rasgan las vestiduras porque Enrique Peña Nieto concedió una entrevista a los conductores del programa de variedades matutino de Televisa, entre el segmento donde un flexible muchacho enseña las virtudes de practicar la Dandayamana-Bibhaktapada-Paschimotthanasana y el avance de la telenovela estelar, los conductores Andrea Legarreta y Raúl Araiza, entrevistaron al presidente. Ya anunciaron que la conversación se transmitirá a lo largo de la semana, así que si tiene tiempo y ganas de reposar del yoga escuchando a Peña Nieto explicar las reformas, ya sabe dónde puede hacerlo. El nivel de esta entrevista es deplorable, no por las opiniones del presidente, sino por las actuaciones de los conductores, quienes son incapaces de actuar en el tono casual que le intentan imprimir a la conversación, en algún momento de la plática, Peña Nieto afirma que “Los analistas financieros tanto nacionales como extranjeros advierten que estas reformas van a acelerar el crecimiento de México en los próximos años” y lo único que Andrea Legarreta es capaz de apuntar es: “Ah, eso suena muy bien, eso suena muy bonito, es muy motivante, emociona escucharlo”… Advertido, de ese calibre será el intercambio. En redes sociales hubo diversos comentarios por la presencia del presidente en ese programa, pocos (por no decir ninguno) favorable, en general no pasaron del insulto, la diatriba y la descalificación, algunos de ellos retaban a Peña Nieto a que se presentará con una “periodista de verdad”, como Carmen Aristegui. En nombre del periodismo serio, se desgarraron las vestiduras; lo único que se muestra es la intolerancia, Enrique Peña Nieto, como cualquier otro político, tiene derecho (casi nos atreveríamos a señalar que la obligación) a participar en esos programas, pero somos tan solemnes que cualquier apunte de humor (aunque sea involuntario) se torna motivo de protesta.
Banderas raídas. El tono que emplea el presidente y las poco afortunadas réplicas de Andrea Legarreta y Raúl Araiza son perfectas para la audiencia de ese programa, ¿o no?, el “periodismo de verdad” no requiere esas defensas, mucho menos cuando en Aguascalientes, por poner un ejemplo, un “reportero” (las comillas son indispensables) apuntala la argumentación de Carlos Lozano de la Torre en protesta por la alerta a viajeros que emitió el gobierno de Estados Unidos al preguntar “Y más porque Aguascalientes está en segundo lugar a nivel nacional en cuanto a seguridad y por todas las inversiones que han llegado, como usted decía”, resulta casi imposible no imaginar la posición que asume el amigo de la prensa con tal zalamería.
Se cuecen habas. Con una falta absoluta de humor y con la imperante necesidad de descalificar al contrincante, es de esperar que toda situación sirva para que la clase política se refocile en la solemnidad, y a la menor oportunidad esgrima su dedo de fuego, como Guadalupe Ortega Valdivia, quien se aventó de la tercera cuerda al declarar que algunos panistas eran gente de doble moral, pues enaltecían los valores religiosos para, después, armar parrandas playeras como las encabezadas por el destituido Luis Alberto Villarreal en Puerto Vallarta. “Por un lado son santos y por otro lado son diablos, ese es el verdadero PAN, es una prueba más”; una prueba de quién sabe qué, pues lo que debería importar del pelusaffaire es, por un lado, la demanda de transparencia en el uso de recursos públicos, y por el otro, no menos importante, el derecho a la vida privada. Cuando el líder del PRI en Aguascalientes ataca a los panistas por traicionar las buenas conciencias, se olvida del caso de Cuauhtémoc Gutiérrez y el presunto pago de servicios sexuales con la nómina del partido… Sí, el PRI nunca se ha alzado con la bandera de ser gente de bien, gente buena (al menos en campaña no les ha funcionado).
La gente buena. En su columna más reciente (El Canto del Zenzontle, Poder y pudor, publicada ayer por este diario), el secretario del Ayuntamiento capitalino, Manuel Cortina Reynoso, apuntaba otra serie de hechos penosos similares a la fiesta panista, además de las sexoservidoras del líder del PRI en el DF, el dinero y las ligas de René Bejarano, así como “las ligas probadas entre gobiernos del PRD en Michoacán con jefes de cárteles de la droga”… personajes y situaciones de pena ajena para sumar a la lista, sobran, a tal grado que es necesario no contestar de bote pronto y apostar a que esos políticos generan pena ajena por su comportamiento privado, lo que es vergonzante es que lo hagan con dinero público y es lo que no se debería perder de vista.
Esgrimiendo el lema escocés de “las buenas causas triunfan al final”, Cortina Reynoso apuntó ayer que el reto es rescatar la esperanza de una mejor clase política, de políticos dispuestos a comportarse “como nuestros fundadores” (panistas, se entiende), pues eso es lo que los electores quieren. No es difícil disentir, lo que los ciudadanos necesitan es verdadera vocación de servicio, no mártires de la mojigatería, lo que las reglas del juego democrático establecen es que cada quien puede hacer de su cuerpo un papalote y, mientras no afecte a terceros (pero sobre todo, mientras no haga un uso incorrecto de los recursos públicos), hacer con él lo que quiera. Si la respuesta del sector duro del panismo a las críticas por los reventones de Luis Alberto Villarreal y sus amigos diputados que sólo quitaban unas pelusas va a ser la de prometer ser puritanos del siglo XIX, no será posible diálogo y análisis alguno; si de ser gente buena se trata, prosperará la iniciativa de Jorge Varona Rodríguez de no inmiscuir al gobernador en la revocación de mandato y, por qué no, para establecer la reelección, pues bastaría que el aspirante a repetir en el cargo demostrara que se ha portado bien públicamente; así las cosas, es de temer que el Congreso retome la iniciativa de José María de la Torre (a través de su monaguillo José Luis Alférez) para modificar el artículo 2 de la Constitución local, pues sería innecesario debatir los derechos de la mujer, bastaría con votar a favor de lo que se cree que la gente buena necesita… y tantos y tantos y tantos otros temas que están en la agenda legislativa.
La del estribo. Andarse por las ramas, Mario Álvarez Michaus ofrece a los amigos de la prensa hablar de todo, siempre y cuando se le permita burlarse de la administración de Carlos Lozano de la Torre, el diputado es bueno para el tono burlesco y sarcástico, excepto cuando se le cuestiona por la seguridad en el municipio capital, cuando se le pide salirse del guión crítico que tiene memorizado, se ofusca y demanda que los reporteros no se salgan del tema para el que fueron convocados, ¿y luego?
@PurisimaGrilla