- La música, o daña mentalidades o sana enfermedades, considera Silas el Centenario
- Raperos placeados por el gobierno fuman mariguana mientras combaten adicciones
Tijuana, ciudad con drogas densas y de alto poder adictivo. Aguascalientes, ciudad donde la tímida reina se llama mariguana, y sitio donde el rap es un gusto en expansión. La música, pese a las diferencias frente al trato con las drogas y la calle, es, por igual, una escapatoria.
Hace dos años que el tijuanense Adán Martínez Islas canta en Aguascalientes bajo el seudónimo de Silas el Centenario.
“El rap es el lenguaje de la calle. Con el rap puedes destruir la mente de un niño o a la vez darle un mensaje, aun a los pandilleros. No todo es mensaje, también hago canciones para batos adictos a la mariguana. Yo no fumo drogas, pero vengo de ese mundo y los comprendo, quieren una canción que hable de eso”.
Silas suelta una canción mientras sus dedos y brazos pintan figuras en el aire. El día está soleado y varios se detienen, a unos pasos de Plaza de la Patria, para escuchar una letra salida de los periódicos. Es el recuento de una muerte infantil a manos de balas policiacas.
“Empecé a vender mi disco en los camiones, a ver qué pasaba. Empecé con una mochila con bocinas y me di cuenta de que la gente compraba mucho mi disco, les gustaba cómo les daba el mensaje para que se alejaran de pandillas. Por semana, aquí en Aguascalientes, reparto mínimo 250 o 300 discos, llevo casi 15 mil discos en dos años. En los camiones los estuve dando a 10 pesos, ahorita a 15 porque traigo más chicos conmigo, hay que ganar un poquito más”.
–¿Alguna vez consumiste drogas?
–Siempre, desde los 14 años hasta los 21 o 22. Yo sé que tengo que andar con cuidado, es como una enfermedad incurable, pero sí se puede controlar, como las enfermedades de transmisión sexual, las tienes, pero con medicamento puede estar todo controlado. Mientras te alejes de pandillas o de lugares donde se consume este tipo de cosas no te pasa nada, menos si tiene un hobby o tu mente ocupada, entonces todo en orden.
–¿En tu caso el rap es una especie de hospital?
–El rap puede ser un hobby siempre y cuando no te pases de lanza, siempre y cuando no empieces a sacar toda tu depresión, toda tu rebeldía. Si no vas a estar pisando escenarios donde hay familias con niños, si no vas a dañar la mentalidad de otros, entonces tienes derecho a hacer rap. Si vas a tirar basura y a destruir mentalidades no eres digno de pisar un escenario grande, he visto a algunos raperos que dicen ‘este es un evento patrocinado por gobierno, es contra las adicciones’, y atrás todos están fumando mota.
–¿Eso pasa en Aguascalientes?
–Aquí yo lo he visto. Voy a reservarme los nombres, pero se me hace gacho que usen el sello del gobierno. No estoy a favor ni en contra del gobierno, ahí hay gente buena y gente mala, como todo.
“Más que un rapero -añade el entrevistado- soy representante del ghetto. El ghetto es el bajo mundo, es donde hay vendedores de droga, donde una prostituta vive enfrente de ti, donde está el niño que no tiene juguetes. Vivo en un barrio aquí en Aguascalientes, es donde me siento más cómodo, vengo de ahí, aunque económicamente estoy saliendo adelante siempre me mantengo pegado a mi raza, diciéndole a los niños ‘si ya dejaste la secu hazla abierta, inténtalo, no te rindas’… No puedes decir ‘es mi barrio’ si rayas las paredes, si le robas el estéreo a alguien que vive ahí, si le faltas al respeto a una mujer. Un pandilla es como un perro, es para cuidar la casa, no para morder al dueño”.
–Mediante la acupuntura social el gobierno ofrece programas deportivos, culturales a modo de rescate. ¿Se vale decir que jóvenes del ghetto deben ser rescatados?
–He visto algunos de los programas de las instituciones que hay. Llevan cantantes que promueven lo mismo: drogas, egocentrismo, que son los más picudos… El gobierno trata de cumplir con su trabajo, pero creo que hace falta seleccionar a los cantantes de rap, para rescatar al pandillero tienes que ponerle otro que conozca el camino para salir. Es así.
–¿Qué diferencias hay entre las sociedades de Tijuana y Aguascalientes?
–Tijuana es una frontera, todo es más peligroso, más caliente, es el paso de droga, de indocumentados, hay mucho dinero. Allá el gobierno también trabaja con los chicos, pero a veces los que hacen más son los programas de autoayuda, canalizan a los chavos a un lugar para que elijas una terapia, en Alcohólicos Anónimos hay gente muy sabia que ha pasado por muchas situaciones, el hecho de verlos bien te motiva. El gobierno en Aguascalientes apoya a los jóvenes, intenta hacerlo, pero le falta mandar verdaderos hijos del ghetto a rescatar a su propia gente.
“En Aguascalientes los niños aman el rap… hay un morro que dice en una rola ‘y que las calles huelan a mariguana y graffiti’. Si tú fumas está bien, se respeta, échele ganas pero no le diga a un niño que haga eso”.
Para Martínez más valdría optar por un esquema como el estadounidense, donde los infractores primerizos son llevados a las penitenciarías para hablar con sus ocupantes.
“Los llevan a las cárceles grandes, donde hay asesinos, donde hay violadores, donde hay gente mala. Los mismo asesinos dicen: no es por aquí, pero si quieres vente, aquí te esperamos”.
–¿Hay mucha droga en los barrios de Aguascalientes?
–Como yo lo veo no, hay más en la frontera. Aquí todo está más controlado y en orden. A los chicos que fuman los veo pacíficos, no los veo haciendo guerra, es más peligrosa una persona alcoholizada que una persona bajo el efecto de la mariguana, esa es la realidad.
–¿Es fácil conseguir droga?
–Aquí no, es peligroso, tienes que andar con cuidado con la policía, pero cuando alguien quiere algo lo consigue, y más un adicto. No llegan hasta el punto de matar porque las drogas que se manejan en Aguas no son tan adictivas: mota, algo de coca, pura mota, es la que rifa. En las fronteras, de donde yo vengo, hablamos de cosas más adictivas.
Pie de foto: “El gobierno en Aguascalientes apoya a los jóvenes, intenta hacerlo, pero le falta mandar verdaderos hijos del ghetto a rescatar a su propia gente”