A un lado del inmueble que aloja a la Secretaría de Relaciones Exteriores en la Ciudad de México, muy cerca del Palacio de Bellas Artes, miembros de la comunidad judía de México han erigido un bello edificio que alberga el museo Memoria y Tolerancia.
El museo, que abrió sus puertas a finales de 2010, busca difundir el respeto a la diversidad con base en el recuerdo histórico de los genocidios perpetrados en el Siglo XX. El visitante puede encontrar exhibiciones permanentes de los genocidios cometidos en Armenia, Darfur, Camboya, Guatemala, Ruanda, Yugoslavia y por supuesto en la Alemania nazi de la Segunda Guerra Mundial.
Se presentan también muestras temporales que buscan analizar y profundizar en temas de respeto y derecho como género, sexualidad y violencia. Existe una sala infantil en donde se abordan temas como la diversidad, niños en el mundo, respeto al medio ambiente y el cuidado de la comunidad, entre otros.
El museo recibe constantemente visitas de niñas y niños de escuelas públicas y privadas de la Ciudad de México, en las que se destaca la importancia del diálogo como herramienta vinculante que permita la resolución pacífica de conflictos, pues reconoce el poder de las palabras y exalta los Derechos Humanos como una base que nos permite reconocer, respetar y exigir su cumplimiento.
La mayor parte de la controversia que impera en torno al conflicto palestino-israelí es falsa, está fabricada y se encuentra diseñada para distraer la atención de las mayorías y principalmente para sembrar confusión.
El máximo referente para entender el conflicto es el Dr. Norman G. Finkelstein, estadounidense experto en ciencia política y especializado en temas de judaísmo, Israel, sionismo, y en especial con el conflicto palestino-israelí. Nacido en 1953, su madre sobrevivió al gueto de Varsovia, al campo de concentración de Majdanek y a dos campos de trabajo. El padre de Norman, sobrevivió tanto al gueto de Varsovia como el campo de concentración de Auschwitz.
En julio de 2004 la Corte Internacional de Justicia emitió una opinión consultiva sobre el muro que Israel está construyendo en los territorios ocupados, concluyendo que dicha construcción es ilegal, por lo cual, el muro debe ser desmantelado, además de que el Estado de Israel debe pagar una compensación por los daños causados.
La Corte Internacional se pronunció por la existencia de un principio fundamental derivado de la resolución de las Naciones Unidas número 142 que se refiere a “La inadmisibilidad de la adquisición de territorios por guerra”, lo que tiene relación con el artículo segundo de la Carta de las Naciones Unidas. Israel conquistó Cisjordania y Gaza durante la guerra de 1967, por lo tanto no tiene derecho a esos territorios.
Como expone Vargas Llosa el día de ayer en El País: “Nadie puede negarle a Israel el derecho de defensa contra una organización terrorista que amenaza su existencia, pero sí cabe preguntarse si una carnicería semejante contra una población civil, y la voladura de escuelas, hospitales, mezquitas, locales donde la ONU acogía refugiados, es tolerable dentro de límites civilizados. Semejante matanza y destrucción indiscriminada, además, se abate contra la población de un rectángulo de 360 kilómetros cuadrados al que Israel desde que le impuso, en 2006, un bloqueo por mar, aire y tierra, tiene ya sometido a una lenta asfixia, impidiéndole importar y exportar, pescar, recibir ayuda y, en resumidas cuentas, privándola cada día de las más elementales condiciones de supervivencia”.
El día de hoy, a tres del cese al fuego en la franja de Gaza, y después de un mes de bombardeos indiscriminados contra gazatíes, cabe preguntarse si se ha seguido el camino correcto.
Durante cuatro semanas, ha habido casi dos mil palestinos muertos (427 niñas y niños entre ellos) y casi diez mil heridos, medio millón de desplazados y unas 5.000 viviendas destruidas. Por su parte, Israel reporta el deceso de 64 militares y tres civiles y aunque los terroristas de Hamás lanzaron más de tres mil cohetes, los 578 más amenazadores fueron interceptados por su sistema de defensa y el resto sólo causaron daños materiales.
¿Es un conflicto complicado, intrincado o imposible de resolver? Finkelstein no lo considera así. La organización de Derechos Humanos Israelí en los Territorios Ocupados concluye que el régimen de éstos no es el único en su tipo en el mundo y recuerda al Apartheid en Sudáfrica.
Para defenderse, el Estado de Israel y sus comparsas norteamericanos, promueven la idea de que ningún pueblo ha sufrido tanto como el judío. Israel es el único país del mundo que legaliza la tortura, la demolición de casas, la toma de rehenes, el lanzamiento de bombas de racimo contra civiles… y pretende eludir toda responsabilidad recordando elholocausto.
Desde hace 30 años existe un consenso entre la comunidad internacional para resolver el conflicto y cada año, la Asamblea de la ONU somete a votación el denominado Acuerdo de Paz de la solución palestina, que incluyen puntos entre los que destacan una retirada completa de Israel de los territorios ocupados en 1967, y el reconocimiento de Palestina y los estados árabes que no deben amenazar con ningún tipo de violencia hacia Israel, lo que supone el reconocimiento del Estado de Israel.
Cada año la votación oscila entre dos y siete en contra del acuerdo, con el resto del mundo (más de 160 países) a favor. Los votos en contra siempre llevan como factor común a Estados Unidos de Norteamérica e Israel, de hecho en años como 1997, 1998 y 2000 han sido sólo esos dos votos en contra. En otras ocasiones les acompañan países como Dominicana, Nauru, Palau, Tuvalu, Micronesia, Uganda, Grenada y las Islas Marshall. Ocasionalmente han recibido también apoyo de Canadá y Australia.
Hoy que Benjamín Netanyahu se regocija de que en El Cairo las partes en conflicto negocian una extensión a la tregua, así como un probable acuerdo de paz, muchos nos atrevemos a presagiar que son casi imposibles tanto la paz definitiva como una solución final al conflicto, a menos que termine el romance entre Norteamericanos e Israelíes. Para comprender lo anterior, apreciable lector, este Zenzontle recomienda el libro Knowing Too Much: Why the American Jewish Romance with Israel is Coming to an end del ya referido Norman G. Finkelstein, publicado por OR Books.
El museo Memoria y Tolerancia de la Ciudad de México debería enseñar también que el horror y la crueldad del holocausto de judíos en manos de los nazis no debe repetirse hoy en Palestina, en manos de Israel.
Twitter: @manuelcortina