- “Me he demostrado a mí misma que querer es poder, que cuando uno quiere y se propone, avanza”
- A los 70 años Gloria Marín Merino aprendió a leer y escribir, además terminó la primaria y secundaria en la Plaza Comunitaria San Pedro y San Pablo
Gloria Marín Merino nació el 26 de abril de 1944 en el Distrito Federal y a los 70 años aprendió a leer y escribir, además terminó la primaria y secundaria en la Plaza Comunitaria San Pedro y San Pablo, la cual es uno de los espacios educativos con los que cuenta el Instituto para la Educación de las Personas Jóvenes y Adultas de Aguascalientes (Inepja) para impartir sus servicios de educación básica gratuitos a las personas en situación de rezago educativo.
“Desde chiquita a mí me gustaba mucho la escuela, nosotros vivíamos en México, mis papás eran poblanos entonces mi mamá, en paz descanse, me decía: ‘mira hija, tú no eres para la escuela, tú no sirves para estudiar’, y a mí me fascinaba ver las letras, los números, todo eso y yo sentía tristeza a la vez, una cosa así, pues como que me dolía el alma que mis hermanos iban a la escuela y yo no y decía: ‘bueno, ¿yo por qué no, yo por qué no he de ir a la escuela?’”, recuerda con nostalgia Doña Gloria.
“Tuve varios trabajos en Puebla, en México y en varias partes, ahí los mismos compañeros me decían: ‘¿no quieres algo de la tienda?, cuesta tanto’, y les daba yo más de lo que costaba, entonces por no saber hacer cuentas, por no saber leer el precio pues me empecé a fastidiar; también cuando me pagaban me decían: ‘te quitamos tanto del seguro, te quitamos tanto de caja de ahorro’, y salía con menos de la mitad de mi sueldo, entonces pues a mí me dolía eso porque pensaba, ‘tengo mis trabajos pesados y desveladas y salir con una miseria’, decía yo ‘Dios mío, dame inteligencia’”.
Años más tarde, Yoyis, como le dicen sus amigos, tomaría una decisión que le cambiaría la vida, “como tengo tres hijos aquí en Aguascalientes, el mayor tuvo un contratiempo, me vine y me dice mi hijo: ‘mamá, ya no te vas a ir, ya te vas a quedar acá’. Entonces no faltaron las personas que me invitaron al programa de tele-ayuda (Supérate), ahí llegó un compañero de ustedes a la escuela, entró y nos dijo: ‘vengo con un programa para las personas que no saben leer, no saben escribir, se les va a dar esa ayuda’, y le pregunto: ‘¿cuánto van a cobrar?’. ‘Nada’, me contesta. Inmediatamente me apuntaron y me dieron mi credencial”
“Cuando me citaron en la escuela del Inepja me explicaron: ‘le van a dar a usted trabajos manuales para que empiece a hacer ejercicios y sepa como va la O y todas las vocales’. Pues así empecé y agarré, como dice el dicho, el caballo a correr, y mire, gracias a Dios acá está mi certificado de secundaria. Lo que me gustó más, y la maestra le puede decir, fue matemáticas. Aprendí con frijolitos, con maicitos, hasta con los botones que tengo ahí en su pobre casa; quitaba, ponía. En matemáticas me sacaba diez, muy rara la vez que me sacara un nueve.
Los ánimos por estudiar nunca decayeron en la señora Marín Merino. “En una ocasión estuve internada en el Hospital Hidalgo, como padezco angina de pecho me dio una bajada de presión y me tuvieron que internar, estuve dos días, al tercer día le dije a mi hijo: ‘sácame, no me quiero perder mis clases’; me contestó: ‘mamá, pero ya ve lo que dijo el cardiólogo’, ‘dirá misa pero yo me voy a estudiar porque me toca examen y tengo que estudiar’”.
Con una sonrisa en los labios doña Gloria Marín platica: “me siento dichosa de que tengo 70 años y me he demostrado a mí misma que querer es poder, que cuando uno quiere y se propone, avanza; pero si usted se cierra en un círculo de decir ‘para qué si ya estoy vieja o viejo’, o ‘para qué si ya no me van a dar trabajo’, esto no requiere de eso, lo que requiere es que una misma se gane ese tesoro que Dios nos brindó a manos llenas. Le estoy demostrando a mi madre que sí pude, que no soy la burra ni soy la analfabeta como ella me decía, al contrario, todo esto se lo brindo a mi Dios, a ustedes, a mis maestros que me ayudaron y a mi madre”.
Gloria Marín Merino hace un llamado a las personas que no han terminado su educación básica en Aguascalientes: “les diría a todas las personas de mi edad, o más jóvenes o más grandes, que estudien porque es un relajamiento para uno, se quita uno los nervios, del mal carácter, de muchas y tantas cosas, y nunca es decir ‘yo no puedo’; a todas esas personas que me están oyendo y que me lleguen a oír, que sigan adelante y avancen, se los digo de todo corazón, con alegría, con felicidad. Esa tristeza que se forja, que ya es muy tarde para aprender a leer, es mentira, nunca es tarde para saber la sabiduría que los maestros nos dejan”.
Con información del Inepja