Periodismo cultural - LJA Aguascalientes
21/11/2024

Mil y un días de cultura reúne 165 textos de José Alberto López Sustaita publicados cada martes en la columna “De cultura”, en el suplemento Misión Política que aparece en siete diarios de la Organización Editorial Mexicana, incluyendo El Sol del Centro, desde el 5 de octubre de 2010 hasta el 11 de febrero de 2014. El autor (San Luis Potosí, 1959), egresó de la Escuela de Periodismo Carlos García Septién y ha ejercido esa profesión desde 1981 en periódicos, agencias y oficinas de prensa, radio e Internet en la Ciudad de México y Aguascalientes. Fundó y dirige la agencia de información Aguascultura y coordina el taller de periodismo cultural en el CIELA-Fraguas.

En “Dos mil caracteres por semana”, texto inicial que a manera de presentación describe el compromiso de José Alberto con dicho suplemento, el lector se entera de que el volumen cierra un ciclo en coincidencia con la presentación de las políticas culturales del gobierno federal. La intención inicial de la columna consistió en señalar un espacio para una sección de información cultural alimentada con textos periodísticos sobre las expresiones culturales de la vida cotidiana, sin limitarse a las “bellas artes”, “ofreciendo un nuevo servicio a los lectores y abriendo nuevos segmentos de anunciantes”. La aparición del libro consolida la idea de desarrollar un modelo que se replique en los diarios donde se publica el suplemento y a la vez genere contenidos para formar una agencia de información cultural, regional y multimedia, de acuerdo con un proyecto que López Sustaita busca concretar de diversas maneras.

Una de ellas consistió en participar en el Primer diplomado en industrias culturales, promovido por la Secretaría de Economía e impartido en 2012 en las instalaciones de la Universidad de las Artes. Sin despreciar los conocimientos adquiridos, el periodista considera que el gobierno no hace lo suficiente para apoyar a los artistas y promotores que luchan por convertirse en emprendedores culturales. La importancia de la capacitación consiste en ponerse al día para hacer un buen papel en el mundo laboral contemporáneo; pero si el acceso a las oportunidades de trabajo se limita y destina a unos cuantos privilegiados, de poco o nada sirven cursos, diplomados y talleres abiertos al público, aunque los impartan los mejores. En su opinión, algo semejante sucede con el foro Paralelo 9MX, impulsado por el Consejo Nacional de Institutos Municipales de Cultura (CONAIMUC) para emprendedores y funcionarios culturales.

Los textos están agrupados en siete temas que obsesionan al autor y configuran los capítulos: el libro y la lectura, la radio y sus escuchas, la formación de públicos, la vida de los creadores, el espectáculo de la cultura, la burocracia cultural y, finalmente, los personajes y la cultura cotidiana ante el futuro cercano. Inevitablemente, aspectos de un tema aparecen en capítulos dedicados a otro, dada la complejidad de este tipo de manifestaciones, que se ramifican en todas direcciones, vinculando parcelas de la realidad aparentemente disociadas.

Así, las empresas culturales, cuestión candente en estos días dedicados al movimiento cultural autogestivo en nuestra ciudad, aparecen en el capítulo de los creadores, pero también puede leerse como contraparte del apartado dedicado a la burocracia. En un país donde, a pesar de que el Estado dedica un importante porcentaje de su gasto público a cultura, la persistencia de desigualdades de oportunidades para acceder a los bienes y servicios de este tipo tiene que ver, entre otras cosas, con las resistencias a abandonar mentalidades y prácticas patrimonialistas, determinantes en las asimetrías de las asignaciones presupuestales y en su ejercicio ineficiente.

La función crítica del periodismo no puede considerarse cumplida si no aporta información para que el lector juzgue con solvencia sobre su entorno inmediato. Además de tratar asuntos locales, muchos de los textos abordan asuntos de interés regional o nacional, más allá de las fronteras estatales. Pero la crítica se extiende a las malas prácticas periodísticas estancadas en el boletín, especialmente de cultura. En consecuencia, los lectores consumen información sin calidad, que en nada contribuye en la cada vez más ardua tarea de atraer público a museos, galerías, teatros, bibliotecas y otros recintos por el estilo. De hecho, la gente se entera de estas actividades por otros medios y casi nunca por la prensa.

Estas deficiencias tienen que ver más con el lugar que la cultura ocupa en las políticas de los medios que con la capacidad de los periodistas o de los lectores. Pero también se debe a la débil interacción de los informadores con su público, propiciada por la idea de que podemos prescindir de la cultura y dedicarnos a fabricar automóviles.

Al final de la presentación, López Sustaita habla de la cultura como parte de la vida cotidiana y pide a sus lectores conversar sobre ello. La falta de respuesta confirma la necesidad de trabajos como el suyo para romper el silencio.

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