Ojalá estuvieran aquí…siempre / El banquete de los pordioseros - LJA Aguascalientes
23/11/2024

Después de haber escuchado por primera vez, aunque sea muchos años después, discos como “Pawn Hearts” de Van Der Graaf Generator, o “Par Les Fils de Mandrin” de los franceses de Ange en donde se incluye aquella obra maestra llamada “Hymne a la Vie” (Himno a la vida), aunque la primera vez que escuché esa canción fue la versión en vivo contenida en el álbum “Tome VI”, cómo me gusta esa canción de Ange, una verdadera “master pice”, como dijeran los ingleses. O después de haber escuchado el revolucionario y siempre actual “Ys” de Il Balletto di Bronzo, álbum que por cierto he mencionado más de una vez en Banquetes anteriores, o el “Zarathustra” de Museo Rosenbach, o el “Snow Goose” de Camel, o “Nursery Cryme” de Genesis, imposible no mencionar el “Tarkus” de Emerson, Lake & Palmer, o el “Fragile” de Yes, “Uomo di Pezza” de mis favoritos, Le Orme, o “Per un Amico” de la P.F.M.

Todos estos discos son de rock progresivo, lo cual resulta comprensible considerando que es el lenguaje del rock que más me apasiona, pero hay otros discos que me impresionaron igual, y no son necesariamente de rock progresivo, como por ejemplo, el “Zeppelin II”, lógico, de Led Zeppelin, “In a Gadda da Vida” de Iron Butterfly, “Masters of Reality” de Black Sabbath, “Eat a Peach” de Allman Brothers Band, “Are you Experienced?” de Jimi Hendrix, los dos primeros discos de U.F.O. o el primero de Chicago, “Chicago Transit Authority”.

Seguramente hay más y no terminaría una lista de los discos que más me han impresionado en el rock, pero no quiero consultar mi fonoteca, le he confiado esta labor a mi nada confiable memoria, además tampoco es el objetivo de este banquete.

El asunto es que después de haberme dejado sorprender por todas estas joyitas del rock, y otras más, pensé que nada, absolutamente nada me podría sorprender, al menos en lo que a rock se refiere, creí haberlo visto y escuchado todo y estar blindado ante cualquier emoción que, de pronto, intentara sorprenderme, pero no, afortunado error, y ante esto no hay más que agradecerle a Dios que mantenga en tan buen estado mi capacidad de asombro.

Hace 9 años, en julio de 2005, se celebró aquel Festival de los 8 Grandes en donde el mundo pide a los 8 líderes de los países más poderosos del mundo, que hagan algo, lo que esté en sus manos, que sin duda es mucho, con el fin de ponerle punto final a la pobreza, entre otros males que padece el mundo como ha sucedido en ocasiones anteriores, desde la trinchera del rock. No me cabe la menor duda de que ningún otro lenguaje surgido en el siglo XX se ha involucrado tanto con las causas sociales como el rock: Bangladesh, Kampuchea, Live Aid for Africa, en fin, valdría la pena preparar un banquete con tan generosos ingredientes.

La cantidad, pero sobre todo la calidad de quienes se presentaron en este festival el 2 de julio de 2005 hacía sumamente atractivo el evento, imagínate: Paul Mc Cartney, U2, The Who, Def Leppard, Duran Duran, Bob Geldof, peleador infatigable de las más nobles causas, R.E.M., Dave Matthews Band, en total fueron nueve conciertos en todo el mundo encaminados todos a una sola causa, el combate a la pobreza.

Pero de todos estos grandes del rock, los que verdaderamente sorprendieron, al menos a mí, fue Pink Floyd. ¿Sabes lo que eso significa? Los había visto en vivo en la ciudad de México, pero lógicamente sin Roger Waters, pero ahora estaban ahí ellos cuatro. Los vi tocar apretando enérgicamente los dientes y la piel chinita intentando deshacer un nudo en la garganta, esfuerzo estéril, no fue posible, ¿cómo contenerse cuando ves en el escenario a David Gilmour, Roger Waters, Richard Wright y Nick Mason?

Después de haber tocado “Speak to me”, “Breathe” y “Money”, Roger Waters se acercó al micrófono y dijo sonriente: “Es muy emocionante estar aquí con estos tres tipos después de todos estos años -se escuchaba el inconfundible rasgueo de la guitarra que anunciaba “Wish you were here” (Deseo que estuvieras aquí)- y poder estar aquí, entre ustedes. Bueno, estamos haciendo esto por quienes no están, en concreto, por supuesto por Syd” (con obvia referencia a Syd Barret, primer guitarrista de Pink Floyd y con quien grabaron su primer disco “The Piper at the Gates of Dawn”). Dime tú, que ocupas un lugar en la mesa para degustar de este Banquete, dime, ¿cómo es posible contener la emoción?

Si para ti Pink Floyd significa lo mismo que para mí, seguramente no necesito palabras para hacerme entender, pero si Pink Floyd no es “eso” en tu vida y consecuentemente consideras que estoy exagerando, en este caso no importa qué tan elocuente y diestro pueda ser con el manejo del lenguaje, de todos modos jamás podría explicarte lo que se siente.


Hace unos días, en una de esas tardes acaloradas y ociosas, me puse a ver el video de ese concierto, justamente la presentación de Pink Floyd, y sí, efectivamente, volví a sentir lo mismo que siento cada vez que lo veo. En algún momento se llegó a considerar la posibilidad de que el cuarteto se volviera a reunir, no sólo para un concierto cuya causa justificaba la reunión, sino posiblemente para grabar un disco y su consecuente gira, pero no, entendemos que eso es definitivamente imposible. De todos modos, para quienes Pink Floyd significa “eso”, es decir, algo más que un buen grupo de rock, nos frotamos las manos deseando que estuvieran aquí, si es posible, para siempre.

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