- La temporada teatral en La Saturnina homenajea al actor y dramaturgo Jorge Galván
- Cualquier actor artístico y cultural merece ganar lo suficiente para vivir de su profesión
Como parte de sus temporadas ya habituales, el restaurante La Saturnina dedicará estos tres meses (agosto, septiembre y octubre) a Jorge Galván, actor, director y dramaturgo mexicano que dio por décadas un gran dinamismo al teatro aguascalentense, presentando entre cuatro y seis puestas en escena al año con la compañía Teatristas de Aguascalientes.
Antes de darle la palabra al padrino de la temporada, la empresaria Irma González destacó ya ver una sociedad aguascalentense con un alto sentido cultural, pues durante generaciones el teatro era algo muy cotidiano pero daba tristeza que no había donde ir y el patio del restaurante estaba desperdiciado, “esto es una empresa y si no fuera negocio el teatro, La Saturnina ya no estaría haciéndolo”, aunque aún falta llegar a muchos públicos subrayó ser un avance el que la población salga de los espacios habituales y busque pagar por ver obras en lugares alternativos cien por ciento locales.
Agradeciendo el recibimiento cálido de siempre, Jorge Galván reconoció que hace 45 años cuando empezó a hacer teatro en este estado era imposible decir como actor que se vivía se su profesión, “el pensar que sólo el Instituto Cultural puede hacer teatro cerraba la total idea de hacer un trabajo independiente, por eso aplaudo que la sociedad organizada empiece a sacar el teatro del teatro cerrado y de los apoyos gubernamentales”, la forma empresarial con la cual ya se trabaja en el estado permite a los actores trabajar y recibir un porcentaje de lo que se pagó, y en consecuencia vivir de su profesión.
En su experiencia, es difícil que el ICA reactive el teatro pues el presupuesto que tiene lo enfoca a otras actividades como es el caso de la Orquesta Sinfónica en la que se pagan sueldos inmensos, “es terrible pensar que están preocupados por tener a 80 músicos e invitados internacionales pero no puedan formar una compañía de teatro de 15 o 20 personas”. Añadió que cuando residía en Aguascalientes, cada peso que se tenía lo dividían en porciones equitativas para las diferentes expresiones culturales pero ahora de cada peso, 90 centavos se envía a la Orquesta Sinfónica, siendo la principal problemática para los teatreros, pintores, escultores, e incluso músicos independientes, pues los millones de pesos se los llevan los músicos rusos, checos, estadounidenses, italianos o alemanes, que viven en un lujo total “como nunca hemos soñado los actores, no es que nos dé envidia, es que nos da muchísima envidia”, reiteró en tono bromista causando la risa de los presentes.
En su época se lograban no más de seis puestas en escena al año porque no había más espacios donde prensarlas, señaló que hace muchas décadas hubo un intento de teatro en casa por parte de Elías Rivera, por eso el que ahora se tenga la oportunidad de ver por temporadas cada semana una obra distinta hecha por aguascalentenses hacia los aguascalentenses, es una gran oportunidad de despertar el interés de más empresarios, de más personas para que los actores puedan llegar a concretar sus proyectos y decir “yo vivo de mi profesión”.
Para Galván, todos los actores artísticos y culturales merecen por igual el ganar lo suficientemente para vivir de su profesión, sin embargo, a nivel local, la Orquesta Sinfónica no es autofinanciable lo cual causa que todo el dinero se vaya a ella y a un teatro de la ciudad “sin acústica, a un teatro donde los pocos actores que lo visitan tienen que usar micrófonos porque es pésima su acústica”, en vez de seguir avivando el potencial que tiene el Teatro Morelos.
“Los actores somos los marginados de la tierra”, bromeó nuevamente, explicando que la razón principal es porque el teatro nació para incomodar al poder, una exposición pictórica abstracta, un espectáculo de ballet o de música contemporánea, jamás molestará al poder -al príncipe como lo llaman algunos- pero el teatro siempre tiene que llevarnos a la reflexión moral, a la ética, a la política, económica y social; siempre molesta, es incómodo y atroz pero los espectadores lo consumen porque es el único que se atreve a decir lo que por su propia voz no expresan.
Esta temporada dará pie a la obra No hay ladrón que por bien no venga, de Fernando López, que se presentarán los sábados; Esperando la carroza, de David Nava los viernes y los jueves, a los jóvenes destacados de la primera generación de Artes Escénicas y Actuación de la Universidad Autónoma de Aguascalientes con su obra cabaret Saving Chiquerolandya.