La aritmética perversa del terrorismo / Extravíos - LJA Aguascalientes
22/11/2024

Una noche loca

Una noche de brujería

Como esta noche

En que tantas miradas horrorosas

Estallan en el cielo espléndido.

Guillaume Apollinare

El derribo del Boeing de Malaysia Airlines MH17 es un acto puro de terrorismo. Cada una de las 298 víctimas eran civiles, ciudadanos de países del todo ajenos a los conflictos políticos y bélicos que fustiga a la zona de conflicto donde murieron. Pero, a diferencia de otros actos terroristas -igualmente viles, igualmente condenables- este asesinato masivo no puede ser revindicado por ninguna fuerza política, militar o beligerante alguna, ya que su propósito ha sido, en parte, hacer pagar a sus adversarios el costo político del homicidio. Los terroristas saben bien que hacer estallar un vuelo internacional con cientos de pasajeros de diversas nacionalidades –la mayor parte de ellas europeas- no puede dejar de tener repercusiones políticas serias. Su cálculo es que estas repercusiones jueguen a favor de su causa. Se trata de un cálculo siniestro, de una aritmética perversa donde se evapora cualquier consideración en torno a la vida de los demás.

Los separatistas pro-rusos y las mismas autoridades rusas se han apresurado a responsabilizar al gobierno de Ucrania, en tanto éste, junto con varios gobiernos de Occidente, han dejado claro su preocupación de que, en realidad, es más que probable de que hayan sido las fuerzas separatistas –que tienen bajo control militar la zona- quienes perpetraron este acto de terror. En todo caso, es claro la necesidad que se lleve a cabo una investigación seria e independiente –quizá presidida por las Naciones Unidas o un grupo como Amnistía Internacional-  que identifique sin lugar a dudas o especulaciones quienes han sido los responsables. Hacer una investigación de este tipo es, desde luego, un deber moral ante las víctimas y sus familiares, pero también es de interés para la comunidad internacional: dejar impune este asesinato masivo sería una de las señales más ignominiosas del grado de vulnerabilidad en que se encuentra la paz y estabilidad mundial.

Esta tragedia subraya también, y de nueva cuenta, la urgencia de encontrar los mecanismos diplomáticos, políticos, económicos y militares que efectivamente garanticen la pacificación inmediata en las zonas de conflicto de Ucrania. No se trata sólo de impedir que Ucrania repita la dolorosa experiencia por la que atravesó hace un par de décadas la ex-Yugoslavia, sino también de evitar el retorno de la lógica de la geopolítica del siglo XIX, lógica que, exactamente hace 100 años, condujo al estallido de la Gran Guerra.


En este sentido no es de ninguna manera suficiente pretender disuadir por medio de sanciones a Putin de la inviabilidad de sus ambiciones imperiales o recordarle que la Unión Soviética ya no existe sino en los libros de historia, sino que parece imprescindible por un lado, reactivar la capacidad de persuasión de los países democráticos de Occidente -Europa y Estados Unidos- y poner esta capacidad al servicio de la paz y estabilidad internacional y, por el otro lado, o mejor dicho de manera complementaria, volver a ubicar esta estabilidad y la paz en el núcleo de las relaciones entre las naciones para, desde ahí, rediseñar y revigorizar el entramado institucional –diplomático, militar, científico, económico- donde se gestionan dichas relaciones. Ante hechos como el de Ucrania es esencial volver hacer de la estabilidad y la paz el bien público internacional por excelencia, un bien público del cuál, por cierto, dependen en mucho la promoción de otros bienes púbicos internacionales como la sustentabilidad ambiental, el combate a la pobreza y la desigualdad, la colaboración científica y cultural, entre otros.

La negra simetría implícita en el hecho de que el fallecimiento de  los 298 personas del vuelo de Malaysia Airlines ocurra a pocos días de cumplirse el centenario de los hechos que en Sarajevo dieron inicio a la Gran Guerra, podría ayudarnos a recordar el altísimo costo que tiene, en vidas humanas, en sufrimiento, el permitir que la aritmética perversa del terror predomine sobre una aritmética de la vida.


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