El Presidente de la juventud / Ciudadanía económica - LJA Aguascalientes
21/11/2024

En el año 2018 la población mexicana de entre 18 y 29 años de edad será de 23’153,367 personas, según datos de CONAPO (25 millones, según el INEGI). En la elección de 2012, fueron 19 millones los votos contabilizados oficialmente a favor del candidato declarado ganador de la Presidencia de la República. Es indudable que para la próxima elección presidencial de 2018 este grupo poblacional, que representará el 28% del padrón electoral, será sumamente importante. Junto con el grupo poblacional de entre 30 y 39 años de edad representan el 50% del padrón. Serán ellos quienes decidirán quién será y cómo será el próximo Presidente. ¿Qué valores tienen, qué esperan o cómo piensan? Es la pregunta fundamental para saber a quién elegirán y qué tipo de país nos espera.

Según estudios de comunicadores, psicólogos y sociólogos norteamericanos, la actitud, las capacidades, las predilecciones y los intereses de los jóvenes han estado siendo modeladas y modificadas desde las políticas públicas relativas a la educación, la medicina, la psicología de masas y la comunicación masiva. El impacto de estas políticas en la población juvenil de los EUA resulta similar en la población joven de todo el mundo occidental. Y esto incide en el perfil de población que se ha venido esculpiendo, siguiendo un patrón que les lleva a ser conformistas. Cabe reflexionar si esta realidad se aplica también a nuestros jóvenes.

Según el Psicólogo Norteamericano Bruce E. Levine, en su libro Get Up, Stand Up: Uniting Populists, Energizing the Defeated, and Battling the Corporate Elite (Levántate, defiende: Unificando populistas, empoderando a los vencidos y combatiendo la elite corporativa; Chelsea Green Publishing, 2011), la juventud estadounidense ha sido apaciguada. Parece haber aceptado la idea de que las grandes corporaciones dominen la vida pública y privada, aún sabiendo que la “corporatocracia” puede arruinar sus vidas por completo sin poder hacer algo al respecto.

Levine refiere que en 1955, el psicoanalista Erich Fromm, escribió: “Hoy en día la función de la psiquiatría, la psicología y el psicoanálisis amenaza con convertirse en una herramienta de manipulación del hombre”. Asegura que la psicología y medicina modernas han privilegiado la multiplicación de drogas y tratamientos que disfrazan o evitan el dolor que causa la depresión. Se evita así que la población se haga consciente respecto a que ésta es resultado de desigualdad social, los abusos, o sea, la violencia estructural que impone el modelo capitalista depredador. La depresión, cada vez más generalizada, es reconocida como un síntoma natural de la vida moderna que se evita o se disfraza con medicamentos, drogas de diverso origen y con el vértigo que produce la “diversión” sin límites.

La juventud de nuestros días ha asumido, entre otras, la moda de vivir la vida como si cada día fuese el último de su existencia. Los jóvenes le llaman “YOLO” (You Only Live Once; sólo vives una vez) al desenfreno, a la asunción del riesgo como la energía vitalizadora que evade la preocupación por los demás aspectos de la vida.

Las escuelas, afirma, educan en el conformismo y no en la democracia. La naturaleza de la mayoría de las clases, independientemente de la asignatura, consiste en formar a los estudiantes para que sean pasivos y dirigidos. Cabe preguntar si mejora nuestra sociedad cuando se eliminan las carreras y asignaturas filosóficas, sociales, cívicas y medioambientales subrayando la bondad del estudio para los jóvenes sólo en la medida en que sirva para que puedan ser contratados por una armadora automotriz. Los exámenes estandarizados, por otra parte, son antítesis de la educación en una sociedad democrática. Tanto estudiantes como profesores se concentran en las demandas de los desarrolladores de la prueba, relegando la curiosidad, el pensamiento crítico, el cuestionamiento de la autoridad, y el desafío y resistencia frente a alguna autoridad ilegítima.

La normalización de la vigilancia. Una población asustada porque se siente vigilada es más fácil de controlar. Vivimos la tiranía de la seguridad. Así como en los EUA la NSA (Agencia Nacional de Seguridad) se abroga el derecho de revisar los correos electrónicos y conversaciones telefónicas de los ciudadanos estadounidenses, y la vigilancia de los jefes a los subordinados, en México aceptamos revisiones y retenes. Inundados con datos, noticias y eventos, carecemos de información sobre casos de violencia. Aceptamos el sacrificio de nuestra libertad cuando se nos hace sentir que peligra nuestra seguridad. Todo acto, legal o no, se justifica en nombre de la seguridad. Y nadie cuestiona sobre la seguridad de quién.

La televisión. Según la empresa A.C. Nielsen, en Estados Unidos, los niños estadounidenses promedian ocho horas al día entre televisión, videojuegos, películas, Internet, teléfonos móviles, iPods y otros aparatos tecnológicos, sin incluir su uso relacionado con la escuela. Muchos progresistas se preocupan por el control de contenidos por parte de los medios, pero el simple hecho de ver la televisión, independientemente de la programación, es el principal mecanismo distractor y apaciguador.

Quienes tienen más dinero controlan la mayor parte de lo que la gente ve; la programación televisiva basada en el miedo atemoriza a la gente y la hace desconfiar de los demás, lo cual es bueno para una élite gobernante sustentada sobre la estrategia del “divide y vencerás”; la televisión aísla a la personas para que no se unan y ofrezcan resistencias a la autoridad; e independientemente de la programación.


Alimentos. El complejo industrial alimentario ha contribuido a crear una epidemia de obesidad infantil, depresión y pasividad. La mala alimentación ha creado una juventud dependiente de complementos alimenticios, nutracéuticos y medicamentos diversos.

El consumismo, la aceptación pasiva, la falta de actitud crítica domina a la juventud al norte de nuestra frontera. ¿Qué tanto se les parecen nuestros jóvenes? ¿Qué tipo de Presidente elegirán los jóvenes para todos nosotros?

[email protected]                                                       @jlgutierrez


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