Con el anuncio de la importante inversión que una alianza de armadoras de automóviles llevará a cabo en Aguascalientes, se ha generado, como siempre sucede en el caso de los anuncios de grandilocuentes logros de la clase política mexicana, una catarata de felicitaciones y loas a las maravillas que promete el anunciado proyecto a Juan Pueblo. En entrevista con los medios de comunicación, el representante de la Confederación de Trabajadores de México (CTM) en la entidad se llenó la boca diciendo que con esta importante inversión de 1,360 millones de dólares para producir autos de lujo en la entidad, se esperaba que hubiera, ahora sí, una recuperación en el poder adquisitivo de la población trabajadora de Aguascalientes.
Prontos y expeditos, los reporteros captaron la nota para replicar lo dicho por el líder obrero a través de sus respectivos medios de comunicación, pero nadie le preguntó cómo ni por qué se daba, a su manera de ver, la relación entre una cosa y otra.
En economía no hay dogmas de fe. Si se dice que algo va a suceder, es porque hay una serie de eventos que, teniendo relación entre sí, provocan un efecto previsible. Un resultado sobre ciertas variables que dependen de estos eventos. Es más, en cuestiones de economía, se utilizan los números para medir, cuantificar, evaluar o demostrar lo que se dice. En todas las inversiones anteriores de la industria automotriz en Aguascalientes no existe una estadística que refleje que como consecuencia de ésta, se haya aumentado el poder adquisitivo de los trabajadores. Antes, al contrario. Después de iniciadas las operaciones fabriles, ni la estadística de ocupación y empleo como tampoco la de ingresos y gastos en los hogares, muestran una relación entre la inversión y un aumento en el poder adquisitivo. Los niveles de ingresos promedio de la población de Aguascalientes en 2014 son menores a los que existían en 2010, antes de que existiera la inversión en la segunda planta de la empresa Nissan.
Si uno más uno son dos y dos más tres son cinco, es porque esto se puede demostrar con manzanitas. Si pones dos manzanas en una canasta, luego pones otras tres y luego cuentas cuántas tienes en la canasta, resulta que tienes cinco. De manera similar, si tenías un nivel promedio de ingresos en el estado en 2010 y luego pones una inversión de más de mil millones de dólares para construir una segunda plante de Nissan en el Estado, lo lógico es medir el nuevo nivel promedio de ingresos. Si éste es menor que antes, es porque o no existe relación entre una cosa y otra, o porque la relación es precisamente la contraria a la generación de un aumento en el poder adquisitivo. Si para una nueva planta se realiza una inversión como la anunciada hace unos días, con base en la experiencia anterior, lo lógico sería que no hubiera cambio en el nivel general de ingresos -o en el poder adquisitivo general- o que hubiera una reducción de éste.
Pasa de manera similar con la campaña para anunciarnos -en los carteles que han puesto en todas las gasolineras del país-, que con la “reforma energética” bajará lo que pagamos por la luz y por el gas. ¿Por qué nadie se toma la molestia de preguntar el cómo o por qué? Como si fuera una cuestión de fe ciega. Que alguien me explique la relación entre una cosa y otra. En realidad no tiene por qué ser difícil. O sea, ¿nos van a aumentar ahora el subsidio, con dinero de quién sabe dónde, a la corriente eléctrica y el gas? Si van a ser más baratos esos energéticos, ¿nos estuvieron viendo la cara durante años cobrándonos más de lo que debían habernos cobrado?; ¿se estaba robando alguien el dinero de la Comisión Federal de Electricidad o de Pemex, por lo que, para compensar, nos tenían que cobrar de más?
Tan fácil como preguntar cómo y por qué. ¿O es que a nadie se le ocurre? ¿O es que no hay números y estadísticas que sirvan para demostrar lo que se dice? ¿Por qué no cuestionamos lo que nos dicen? ¿O es que estamos ante una autoridad omnipotente que no tiene que dar cuentas a nadie como si fuera árbitro de la FIFA que no tiene que explicar dónde hubo la falta que provocó el fatídico tiro de penal en el partido contra Holanda?
Y a todo esto, ¿por qué tanta algarabía y felicidad entre la población en general por la inversión de 1,360 millones de dólares? Como si nos fuera a tocar una porción de ésta. Nadie pregunta para qué se van a ocupar tantos dólares. Y es que la respuesta está en que casi todo ese dinero se dedicará a la compra de maquinaria y equipo de fabricación de automóviles (robots y esas cosas que no se producen en México). Y como nadie ha dicho esto, pero todos están muy contentos, no falta quien haga cuentas. Si se invierten tantos dólares y somos casi un millón trescientos mil habitantes en Aguascalientes ¿dónde están los casi mil dólares que me tocan? ¿quién se llevó mi queso?
Twitter: @jlgutierrez