El primer disco de sus Satánicas Majestades que compré con mi propio dinero, lo recuerdo bien, fue el de “Emotional Rescue” de 1980, probablemente por esta razón significó tanto para mí, de hecho, en alguna ocasión, cuando mi panorama musical era demasiado insípido, llegué a afirmar una barbaridad, que la canción de “She´s so cold” de este mismo disco, era el mejor tema musical de los Rolling Stones, imagínate lo miope de mi criterio y lo chaparro de mis conocimientos musicales, pero bueno, finalmente fue el primer disco que compré de los Stones. Con el tiempo llegué a apreciar más y mejor la producción musical de las huestes de Mick Jagger y ahora ese es uno de los discos que en función de su aportación musical, es de los que menos aprecio, pero definitivamente conservo el aprecio por lo que significa para mí, porque cada canción está llena de recuerdos, recuerdos de los 15 o 16 años, que suelen ser los que más apreciamos o atesoramos.
Entiendo, viendo la inacabada historia de los Rolling por el espejo retrovisor, que los verdaderos fans de esta legendaria banda británica, compraron este disco, me refiero, recuerda, al “Emotional Rescue”, más por respeto a la grandeza de este quinteto que por lo que musicalmente contenía este disco de los tempranos 80’s. Pero adonde quiero llegar es a Brian Jones, ese es el tema central del Banquete de esta semana, el rubio y atormentado guitarrista inglés, y parte de su desgracia es haber tenido la mala ocurrencia de morir el 3 de julio de 1969, el mismo día que Jim Morrison, sólo que el Rey Lagarto partió de este mundo en 1971, como ya lo comentamos en el Banquete de la semana pasada, por lo que la muerte de Jones quedó opacada por la de Morrison, algo así, se me ocurre la analogía y disculpa lo disparatado de mi comentario, como lo que sucedía con el compositor alemán Johannes Brahms, era el más grande, su Concierto para Violín era el mejor, siempre después de Beethoven.
Pero regresando a lo que nos corresponde, vámonos hasta los años 60. Fueron varios los discos que Brian Jones, fundador de esta leyenda, grabó con Mick Jagger, Keith Richards, Bill Wyman y Charlie Watts, entre algunos de los mejores podemos citar el “Aftermath”, “12 X 5”, “Their Satanic Majesties Request” y el majestuoso “Beggars Banquet” de 1968, último de Jones con los Stones y que como bien sabes, lo tomé prestado para nombrar así a esta columna que ahora, amable y pacientemente estás leyendo, “El Banquete de los Pordioseros”. Ese fue el último que Brian Jones grabó con los Stones antes de ser encontrado muerto en la alberca de su casa en Londres. De este disco se desprenden verdaderos himnos rollingstonianos, como la famosa “Sympathy for the Devil”, “Street Fighting Man”, “Stray Cat Blues”, entre otras buenas canciones. Es un disco lleno de blues y de ese imprescindible toque en la guitarra de Brian Jones. Cierto, Jones no era un virtuosos del tamaño de Hendrix o de Jeff Beck, de Eric Clapton,Jimmy Page o Santana, es más, me atrevo a asegurarlo, no tenía la misma estatura musical del guitarrista que lo sustituyó en los Rolling Stones, me refiero a Mick Taylor que llegó de los Blues Breakers de John Mayall, y creo que sí afirmo que la mejor época de los Rolling fue esa que inició con el lanzamiento del disco “Let it Bleed” en 1969 y que continuó con los dos mejores discos de sus Satánicas Majestades, el “Sticky Fingers” de 1971, el mejor para quien esto escribe, y el “Exile on Main Street” de 1972, para muchos conocedores el mejor. Un año más tarde, en 1973 sacaron el disco “Goats Head Soup”, más, mucho más débil que los dos anteriores, pero contiene una de las mejores baladas en la historia del rock, “Angie”. Este ciclo con Mick Taylor se cerró con el álbum “It´s Only Rock and Roll” en 1974 y a partir de aquí, desde la edición del álbum “Black and Blue” iniciaron una era incierta, con altibajos muy pronunciados, grabaciones tan débiles, incluso patéticas como “Tattoo you” o “Undercover”, “Dirty Work”, y cosas más rescatables como “Some Girls”, “Steel Wheels”, e incluso el ya mencionado “Emotional Rescue”.
Pero permíteme regresar al origen de este banquete, sí, Brian Jones, sus aportaciones al rock quedan ahí intocables independientemente de lo grande que fue Mick Taylor con los Rolling Stones. Brian Jones, por ejemplo, echó mano de la cítara, que tanto cautivó a George Harrison de The Beatles, un instrumento sagrado en el misticismo de la India, lo introdujo en el rock con la canción “Paint it Black” que encontramos en el álbum “Aftermath” de 1966. De hecho, fue con Jones con quien los Stones grabaron algunas de sus canciones más emblemáticas, como “Satisfaction”, “She like a Rainbow”, “Ruby Tuesday” o “As Tears go by”. Con él se grabaron algunos de los temas más duros del rock, dije duros, no necesariamente pesados, me refiero a su crudeza, verdaderamente ásperos, como “Honky Tonk Women”, “You Can Always get What you Want”, algunos buenos covers como “Route 66”, “I Just want make Love to you” de Willie Dixon, y de Chuck Berry “Carol”.
Se dice que Brian Jones murió sumido en la más profunda depresión al no poder superar el hecho de que su novia Anita Pallenberg lo había dejado en 1967 para unirse a su compañero de grupo, el guitarrista Keith Richards, con él estuvo hasta 1980. No sé, sólo sé que el rock no estaría completo sin el príncipe heredero de los Rolling Stones, Brian Jones.