Entrevista con Friedrich Katz
Andrés Reyes Rodríguez (ARR). En la celebración del 75 aniversario de la Soberana Convención se plantearon muchas posiciones respecto a los caudillos de la Revolución; algunos minimizaron la postura de Pancho Villa a un simple caudillo militar que nunca tuvo un proyecto político y social definido; otros intentaron defender la existencia de un proyecto político y social. Pero mucha gente se quedó con las ganas de conocer su opinión respecto a la figura de Villa en estos términos.
Friedrich Katz (FK). No pude ir, desafortunadamente, aunque me hubiera interesado mucho. Hay algunos aspectos interesantes de la posición de los villistas; en primer lugar, no eran mayoría; sin embargo, estaban dispuestos a apoyar las opiniones de la mayoría; y me pregunto por qué. Creo que la posición básica de Villa en la Convención y por la cual él esperaba que una mayoría lo apoyara era la de buscar un Estado descentralizado. La primer cosa que Villa quería en vez de un gobierno central fuerte, cosa que deseaba Carranza, era buscar una situación de facto: cada caudillo, cada ejército controlaría la zona bajo su dominio. Esta era probablemente la forma única de asegurarse la paz a corto plazo, ¿no? Entonces, uno de los conflictos era descentralización-centralización.
El otro proyecto de Villa que estaba en profunda contradicción con el de Carranza, tenía que ver con la devolución de las haciendas confiscadas. El proyecto Carrancista planeaba devolver a sus dueños todas las haciendas confiscadas, lo que empezó a ser mediato e inmediato. El proyecto Villista era no devolverlas, lo que todavía no implica exactamente lo que quería hacer con ellas; en su proclamación que hizo a fines de 1913, cuando ocupó Chihuahua, declaró que, cuando obtuviera la victoria de la Revolución, las haciendas confiscadas se las devolvería en parte a los campesinos, después se darían las restantes a los soldados, para fundar colonias militares, y una parte de las haciendas se utilizaría para financiar las pensiones a viudas y huérfanos. En la práctica entregó una mínima parte de esas tierras a sus generales. Sospecho que estos cuatro fines hubieran sido, hasta cierto punto, la base de la política villista. Pero básicamente lo que Villa hubiera hecho es permitir a cada facción resolver el problema a como cada uno lo veía; él hubiera implementado su propia forma de resolución en Chihuahua, Durango o probablemente en Zacatecas y parte de Coahuila, dejando a otros caudillos locales que aplicaran su propia resolución.
ARR. En Aguascalientes también se habló mucho sobre la importancia que tuvo la convención, en términos generales, para ese momento de la historia de México. En síntesis consistía en verlo como un ejemplo de civilidad; y si se puede llamar así, es porque los soldados discutieron sobre el proyecto de México ¿cómo ve usted la Soberana Convención desde fuera, es decir como extranjero? ¿Qué juicio general haría sobre la Convención de Aguascalientes?
FK. Eran diferentes cosas; una, el intento de hacer la paz, que finalmente fracasó, fundamentalmente las diferencias eran irreconciliables, no sólo en lo político, sino porque los movimientos revolucionarios: el villismo, el carrancismo, el zapatismo, se desarrollaron independientemente, y la única forma de resolver esta cuestión hubiera sido reconocer la coexistencia de cada uno. Esta era de hecho la otra forma de ser de Villa. La plataforma de Carranza era que él y su movimiento asumieran un dominio completo. Eso no significa que ahora en una forma simplificada dijera yo: ¡Bueno, Carranza quería el dominio y Villa no!
En la concepción de Carranza si no hubiera un estado centralizado, México hubiera podido muy fácilmente hundirse y ser dominado por Estados Unidos, así que no era simplemente una cuestión de poder personal, sino una actitud ideológica mucho más profunda. Pero volviendo a la apreciación de la Convención, ésta era el intento de resolver diferencias irresolubles, diría yo, esa es la primera cosa. Tuvo una importancia fundamental a pesar de todas las diferencias, porque por primera y por única vez, se pusieron a discutir todos los revolucionarios mexicanos sobre los fines de la Revolución, y a pesar de todas las diferencias, por lo menos ideológicas llegaron a aceptar el Plan de Ayala y a aceptar la idea de que la Reforma Agraria era una parte básica de la Revolución Mexicana; ésta sí debió haber influido en la Ley del 6 de enero y aún en la Constitución de 1917. Entonces, en el aspecto ideológico, veo la Convención de Aguascalientes como la primera manifestación unida, la única manifestación unida de todos los revolucionarios, que por lo menos en un punto, en el aspecto agrario, sí estuvieron de acuerdo.
ARR. Aguascalientes fue elegida como sede de la Convención por ser un lugar política y militarmente neutral, sin embargo la presencia de Villa fue hasta cierto punto dominante en la región.
FK. No creo que la presencia de Villa o de las tropas villistas haya influido significativamente en las deliberaciones. Eso fue lo que dijeron los periódicos carrancistas y eso fue lo que negó Obregón, diciendo: “nosotros nunca fuimos influenciados por la presencia o falta de presencia de los villistas”. El motivo por el que fracasó la Convención no fue éste, sino que simplemente las diferencias entre villistas, zapatistas y carrancistas eran tan irreconciliables que no se pudo llegar a un acuerdo.
ARR. ¿Se puede hablar entonces de un fracaso? Usted mismo dice que hubo una aportación ideológica importante.
FK. Importante, por eso el fracaso era relativo, no absoluto. Yo considero que era una etapa importante de la Revolución, simplemente por la discusión ideológica y por los acuerdos que hubo en algunos aspectos muy relevantes. Pero hubo la Negativa Total, si así lo podemos decir, de Carranza a pesar de que estaban discutiendo los problemas agrarios. Él no aceptaba estos planteamientos, pese a que en 1915 promovió la Ley del 16 de enero, y que ésta más tarde se plasmó en la Constitución de 1917; en Carranza hubo una actitud de rechazo absoluto a todos estos planteamientos.
ARR. ¿Cuál fue el origen de esa actitud?
FK. Bueno, ese es un punto sumamente controvertido. Hay una interpretación que yo consideraría muy simplificadora, que lo concebía como un hacendado que representaba los intereses de su clase. Ese tipo de cosas me parece simplista porque, si bien tenía algunas tierras, no eran grandes, tampoco abrigaba intereses, no hay pruebas de que el dinero su propiedad particular hayan sido una limitación primordial. Yo creo que, al contrario, Carranza tenía las mismas ideas básicas de una gran parte de la oligarquía porfirista; es decir, él estaba firmemente convencido de la incapacidad de los indios y de los pequeños campesinos mexicanos para hacer producir la agricultura y de que al destruir la hacienda, se iba a destruir también la capacidad productiva de la agricultura, y sólo habría una economía de la autosuficiencia, produciendo maíz y frijoles para los campesinos y nada más. Eso nunca lo dijo, pero tal vez era la idea básica de los ideólogos porfiristas, yo creo que esta idea también la tenía Carranza, quien veía en el campesinado un grupo básicamente retrógrado, antimodernista, anticentralizador, de manera que entregar el poder a dirigentes campesinos sería el fin de México como poder moderno y centralizador. Creo que esta era la opinión fundamental de Carranza.
Fuente. Una versión de este texto fue publicada en Revista Espacios. Cultura y sociedad. Año 2, Número 8. Primavera de 1992. La entrevista fue realizada en la ciudad de Colima, Colima.