El reciente asesinato de dos niños en Aguascalientes a manos de su padre muestra que “La Familia” reproductiva y romántica no asegura la integridad de los hijos, y que incluso esta exigencia se extrapola hasta el punto de matar. El responsable, Jorge Luis Gutiérrez, dijo que la razón fue el abandono de su pareja y madre de los niños, incluso dejó tres recados para ella: “Tú te lo buscaste”, “ya te lo había advertido”, “ya no vas a volver a ver a tus hijos, me los voy a llevar a donde no los puedas ver”. ¿Tan grande es la culpa por fracasar en la familia que impulsó este doble infanticidio? Por otra parte, de la mujer se mencionó en un portal de noticias “La madre de los niños que fueron estrangulados exhibía en Facebook su nuevo amor”, “Fotos muy sugerentes aparecen en su perfil, afines a su actividad” (se sugiere prostitución), y, “Fue la tía la que reclamó los cuerpos de los niños ya que ni eso pudo hacer”; ¿el engendrar un hijo significa no poder disolver una relación conyugal y formar otra nueva?, ¿esto es un justificante para que el homicida haya tomado la vida de sus hijos? El tener un padre y una madre bajo la misma casa, quienes se niegan la libertad del otro por mantener la unión familiar, no asegura por naturaleza la integridad de los hijos, de ellos mismos, ni de otras personas.
Es evidente que los sectores del conservadurismo mexicano están en pie de lucha ante la amenaza de una nueva configuración social, lo cual no es de sorprender, pues en los últimos años México ha presenciado importantes avances en la protección de derechos humanos e individuales, contra la discriminación por orientación sexual, así como por la emancipación corporal y social de las mujeres; y aunque falta mucho para lograr una justicia y política incluyente, se deben reconocer acciones como la Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación, el enfoque diferencial y especializado que exige la Ley General de Víctimas, la tipificación del feminicidio en diversas entidades, así como el adendum del párrafo quinto al artículo 1º Constitucional. Sin embargo, la justicia es una práctica humana, por lo que también presenta la complejidad de su diversidad.
Hace pocos días se instaló en el Senado la Comisión de la Familia y Desarrollo Humano, proyecto liderado por el senador panista de Jalisco, José María Martínez Martínez, quien ha declarado que “el PAN está a favor de la vida desde la concepción hasta la muerte natural (…), partiendo de un principio fundamental que es la democracia como forma de vida y como forma de convivencia y cristiana por el principio de que somos cuerpo y alma”; “la familia desde ese concepto de los lazos naturales que han predominado a lo largo de la historia y ha resistido embates de modas y tendencias”. Esta nueva agrupación, que recibirá 300 mil pesos mensuales, claramente plantea el preservar el modelo de la familia heterosexual, con hijos y en cohabitación. Ahora, analicemos. Si se deseara hablar de la familia desde su origen natural, tendríamos que aceptar que primigeniamente la reproducción sexual se daba en el incesto (incluso si consideráramos como verídico el mito de Adán y Eva), y los hijos eran una herramienta de sobrevivencia para que al llegar a una edad determinada pudieran cazar, cosechar, cuidar a otros e incrementar la fuerza militar; por lo que después se configuró el matrimonio como un acuerdo mercantil para mejorar la economía de los grupos, de hecho el argumento del amor no surgió hasta el siglo XVIII. Sin embargo, las ideas sobre lo que es y para lo que funciona una familia cambian al momento de reconocer y evidenciar necesidades que no son satisfechas, por ejemplo: el generar vínculos afectivos, el otorgar seguridad a terceros tras la muerte (herencia y seguro social), así como adecuarse a la economía (planificación familiar). Con el incremento de la tolerancia (diferente de la inclusión y aceptación) a las identidades y orientaciones sexuales no heteronormativas, se posibilitó que las y los no heterosexuales también consideraran el tener este tipo de derechos: el formar una familia como los demás y protegerla por los medios legales que ya otorga el estado a los otros; lo cual parece “nuevo” para la cultura mexicana pues no testificó movilizaciones como la lucha negra en Nueva Inglaterra, y ya constituida como Estados Unidos, población de color a la que sólo se le permitía tener el número justo de hijos para mantener el control sobre la cantidad de esclavos y evitar motines.
Dejando claro las ambigüedades de lo natural; José María Martínez Martínez ha comentado en su cuenta de Twitter (@ChemaMtzMtz) a múltiples usuarios que él protege a La Familia, es decir, al grueso de la población que se asume como heterosexual. Sin embargo, ¿de qué desea protegerla? Un argumento sencillo sería el decir que si no desean casarse con personas de su mismo sexo o género, pues que no lo hagan, pero el miedo es a los estereotipos forjados por la homofobia: el creer la promiscuidad como algo innato en los homosexuales, la juventud como una eterna necesidad y por ende la irresponsabilidad, además de que se considera que esto alentaría a que haya más homosexuales, y aunque esto no sea cierto, sí habría una mayor visibilidad y se reducirían matrimonios tradicionales donde uno de los integrantes tiene prácticas sexuales con personas de su mismo sexo a escondidas y con culpas; incluso se muestra temor al pensar que padres gay podrían abusar sexualmente de los niños, aunque se dan bastantes casos en los que el perpetrador es heterosexual y en matrimonio; si bien se deben vigilar y castigar la pederastia, no es posible determinar violadores en potencia. Se argumenta que la población no desea permitir estos matrimonios, pero, ¿los derechos humanos se deben someter a referéndum?, ¿se debe votar si un indígena tiene o no derecho sobre su tierra?, ¿se debe votar para decidir si una población tiene derecho al agua potable?
Siguiendo con el tema político; dos semanas antes de la instalación de esta Comisión de la Familia y Desarrollo Humano, se presentó nuevamente en el Congreso del Estado de Jalisco la polémica sobre el matrimonio igualitario, discusiones que siguen a la orden del día, ¿será que Martínez Martínez desde el Senado está construyendo las bases para respaldar la lucha del PAN en Jalisco? Asimismo, días después se divulga en medios de comunicación nacionales la nota del portal católico “ACI/EWTN noticias” con las declaraciones de Fernando Pliego, investigador de la UNAM, a través de la cual indica que según un estudio en 13 países, para los niños que no tienen una familia tradicional se “aumenta el riesgo de que se originen los problemas que más preocupan a la sociedad: delincuencia juvenil, consumo de drogas fuertes, ingesta de alcohol, violencia y deserción escolar”; lo que no se indica es que el estudio se realizó con fuentes de 1995 y no ahonda en las razones de las dificultades que cita, ¿esto le ocurriría a los hijos de familias homoparentales?
El consumo de drogas puede derivarse por depresión y culpa si la sociedad les dice que ser homosexual es malo o una enfermedad, por lo que sus padres serían villanos; la deserción escolar puede ser a causa del bullying homofóbico por compañeros y maestros, o autoridades escolares podrían expulsar a los niños por presión de padres conservadores, en México ya se han presentado casos, como en Monterrey. Es decir, la violencia contra los niños y atentados a su desarrollo simplemente se daría por las mismas personas que defienden fanáticamente a “La Familia” y niegan la posibilidad de otras. Según datos de 2010 de la Encuesta Nacional sobre Discriminación en México, más del 40% de la población no estaría dispuesta a permitir que en su casa vivieran homosexuales o lesbianas, si ciudadanos y ciudadanas no heterosexuales ya son desterrados de su hogar, ¿podemos negarles la posibilidad de formar uno propio, como lo hacen otras personas? Además, estas manifestaciones contra la posibilidad del matrimonio igualitario ¿en realidad están aisladas?, si son planeadas merecen mi admiración por tan estructurado plan.
De acuerdo al teórico de la Sociedad Red, Manuel Castells, la información pasa por un proceso de difusión que parte de la relación entre el Estado y las élites socioeconómicas y culturales, de ahí a los medios de comunicación y finalmente a la sociedad civil; lo peculiar es que aunque existen medios de comunicación digitales como Facebook y Twitter, la información de abajo hacia arriba (de la población) sólo llega de nuevo a los medios de comunicación sin alcanzar a las élites y al sector gubernamental. Entonces, ¿cuál es la opción para evidenciar y demostrar las necesidades no satisfechas, los derechos de la población marginada?, tal vez incursionar en el juego de la política.
Con el retorno del PRI en un gran número de ciudades y el gobierno federal, el PAN debe combatir; y qué mejor que con su agenda de mayor penetración y poder: la familia tradicional. Es por ello que sólo al evidenciar un alto electorado a favor de la diversidad familiar y dispuesto a simpatizar con el PRI, éste lucharía por el respaldo de los derechos humanos igualitarios (absurdamente no es un pleonasmo); ¿pero esta lucha ya la lleva el PRD?, sí, pero no se puede negar que el PRI tiene un mayor poder relacional. ¿Sería tan malo realizar alianzas políticas con tal de lograr el desarrollo integral e igualitario para todos y todas? Esto es un avance de un posible escenario para la próxima contienda por la gubernatura y presidencia de la capital de Aguascalientes, pues se está visibilizando en gran medida la violencia contra las mujeres y feminicidios (él último registrado el 12 de junio de 2013), entre otras cosas por la promoción internacional de la perspectiva de género; aunque también esto representa un importe capital coyuntural que podría aprovechar algún candidato, y se sabe que hay alguien que ya tiene en la mira su regreso.
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