- La cultura puede dar felicidad en la población si se trabaja desde edades muy pequeñas
- La ópera es la suma de todas las artes por excelencia
Además de ser una de las cantantes de ópera más destacadas en Argentina y Colombia, Gisela Zivic es una gestora cultural importante que no sólo ve por la creación de públicos, sino también por la mejora del tejido social a través de la música y las artes; desde hace 20 años cuenta con una compañía de ópera en Medellín, Colombia, donde trabaja la ópera, zarzuela y opereta en niños y jóvenes de estratos sociales bajos, así como coproducciones con otros países promocionando los productos culturales de su país.
En su primer visita a México, por invitación de la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes para su último concierto de temporada, la soprano detalló a La Jornada Aguascalientes que desde su infancia se percató de la importancia que tiene la cultura en el desarrollo de una sociedad como tal, ya que al estar en contacto con personalidades de la cultura y las artes por su madre, quien es cantante de ópera, se convirtió en una persona feliz y plena, “la cultura puede dar mucha felicidad si se trabaja desde edades muy pequeñas”, de ahí que su compañía trabaje con niños desde los seis años.
La base de su trabajo es la formación de públicos y la formación profesional de aquellas personas que quieran ser parte del mundo cultural, ya sea en algún espectáculo lírico o musical. Por un lado, el trabajo con las orquestas en las Comunas (divisiones de población-territorial de escasos recursos que existen en la ciudad de Medellín) es de los más importantes, específicamente con una de las más pobres, la Comuna 8, donde se trabaja con 880 niños de los seis hasta los 16 años, con instrumentos, técnica vocal y actuación, “siempre estamos direccionándolos a esta parte lírica para mayor éxito”.
Debido a que la ópera es un poco más complicada, se inicia con la zarzuela en español, los chicos se aprenden más fácilmente las letras y en la ópera hacen su aparición como figurantes o acompañantes de los solistas, destacando toda esa parte teatral que en muchas ocasiones se olvida. Esta experiencia ha sido de las más “maravillosas” para Zivic puesto que en su opinión, si no empiezas con los chicos no tendrás al profesional y al público del mañana, “si solamente te quedas con las 500 personas que te van a ver fijo por función y que están de 45 años para adelante, en diez o 15 años ya no tendrás más de la mitad de ese público”.
Además de la audiencia, su finalidad es altruista pues al darle la oportunidad a esos tres mil niños y jóvenes, que habitan en la Comuna 8, de estar en contacto con coros y orquestas profesionales y viajar a otros países, se les crea un roce musical que los eleva profesionalmente, pues se les enseña a no encerrarse en su país sino a abrir más los ojos y ver todo el mundo de probabilidad de éxito, “hay un ejemplo de un chico que empezó en la red, entró a la Filarmónica y ahora ya toca en Italia, es así como se les enseña a ir escalando en busca de la profesionalización cultural”.
Un ejercicio importante está en los ensayos generales de sus obras (zarzuela, opereta y ópera), donde se hacen talleres didácticos con escuelas de estratos uno y dos, es decir de escuelas públicas de escasos recursos; en ocasiones los casi mil niños asisten a los ensayos con la orquesta y otras con piano, pero en ambas se va compartiendo esa experiencia con el mundo teatral, haciendo que los niños queden impactados para que al menos un diez por ciento de los asistentes queden prendados de la labor teatral, ya sea como maquillista, vestuarista, tramoyista, escenógrafo, cantante, escritor, músico, sea cual sea que elijan, éste podría ser su camino para mejorar su calidad de vida.
Tomando en cuenta que la ópera, opereta o zarzuela son la suma por excelencia de todas las artes, pues tienen todo en un solo espectáculo, desde la actuación hasta el diseño de escenografía, Gisela Zivic subrayó que se trata de una herramienta para una mejora social.