Estremecedora noticia sacudió a nuestro Estado la semana pasada, el caso un padre de familia que asesinó a sus dos menores hijos, un hecho quizá aislado pero no el único en esta tierra de la gente buena; en mi memoria aún está el casi de “El niño del contenedor”, en la Colonia Gremial, que a la fecha sigue sin resolverse; cómo olvidar al padre de familia de la Colonia ex ejido Ojo Caliente que en su domicilio abrió la llave de gas y terminó con las vidas de sus dos hijos, su esposa, su señora madre y la de él mismo; o la madre de familia que asesinó a su hijo y posteriormente se suicidó, y paro de contar.
Aberrante resulta el que nos tengamos que acostumbrar a este tipo de hechos que lastiman a la sociedad en general y que en las estadísticas del país nos sitúan como un Estado con grandes problemas de violencia familiar, ya que el 85% de los hogares padecen de ella, según lo dio a conocer el DIF municipal de la capital el año pasado. Nuestra entidad también sufre de la “epidemia” de los divorcios, un estudio del INEGI del año 2011 nos colocaba como una de las primeras entidades del país con este grave problema ya que teníamos, hasta el primer trimestre del año en mención, 1,427 divorcios y 6,656 matrimonios, es decir, una proporción de 21.4% de divorcios con respecto a los matrimonios; lo anterior aunado al ya famoso “bullying” del cual incluso se tienen videos circulando en la red, en especial uno ya muy famoso en el que se observa a jovencitas agrediendo físicamente a otras fuera de una escuela pública de nivel medio superior.
Condenable resulta el que pensemos que estos asuntos sólo son fuente para el amarillismo y dejemos pasar estos hechos sin actuar para evitarlos, otro aspecto preocupante en nuestra entidad son los hechos de violencia que ponen en riesgo nuestro patrimonio e incluso nuestras vidas; datos del INEGI (diciembre de 2012) reflejan que de 310 mil 307 hogares que se tienen registrados en el estado, 94 mil 828 han sufrido algún tipo de delito, o sea 1 de cada 3; ahí cabría la pregunta: ¿Estamos fomentando esta inseguridad desde nuestros hogares?… Yo digo que sí, haciendo a nuestros hijos irresponsables. Dejándolos convivir con el alcohol, las drogas y la violencia, resulta lógico que les es fácil cometer actos atroces como el ocurrido esta semana, que mencioné al inicio de este artículo. Culpar a la pareja del comportamiento de los hijos, no resuelve el problema.
En nosotros está el poder generar una conciencia y una cultura de respeto hacia los demás, debemos retomar los valores que poco a poco hemos hecho a un lado en nuestras vidas; el fomentar en nuestra pareja, hijos, amigos, vecinos y compañeros de trabajo la sana convivencia, la tolerancia y el respeto a los derechos humanos no nos quita mucho tiempo y sí, por el contrario, nos da margen a ubicar a quienes tienen problemas, y por qué no, ayudar en lo posible a que los superen.
Actuemos de inmediato tendiendo la mano a quienes muestren signos de desesperación, quizá podamos ser factores para que el problema de hoy no se convierta en la nota amarilla de mañana.
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