Ayer comenzó el mundial. Con una majestuosa inauguración en la que los colores y la samba fueron puestos en relieve los lazos de amistad que se procuran con la celebración de la copa del mundo en el futbol.
La primer copa mundial o el primer mundial de futbol, se remonta a 1930 en Uruguay, aunque diversos autores difieren sobre esta fecha; recordemos que en 1909 hubo un torneo con participación de selecciones nacionales en Turín, sin embargo, no es sobresaliente sino hasta que se formó la actual FIFA, quien organizaría a la postre el primer campeonato en Uruguay con la participación de 13 países, y donde esta selección se coronó campeona ante Argentina por 4 a 2.
Una copa del mundo en materia de futbol, es más popular que una copa mundial en cualquier otro deporte. El tenis, el golf, el mismo béisbol o las finales del baloncesto entre el Heat de Miami y los Spurs de San Antonio en Estados Unidos, no alcanzan el fulgor y la pasión que genera la industria futbolera. Pero ¿a qué se debe esto? ¿Es acaso el futbol mejor o más divertido que otros deportes?
Cuando era niño, acudía a los partidos de béisbol en el rancho de donde somos originarios. La tónica siempre fue la misma: al jugador, se le exige que entretenga, que se entregue. Al espectador también. La forma es distinta, uno da el qué hablar y el otro habla, come y bebe. Hoy no es tan diferente, cuando usted enciende su televisor para ver un partido de futbol en la liga nacional, podrá usted notar que los anuncios comerciales, los desplegados en el estadio y toda la tecnología endilgada de manera estratégica para que usted se divierta, están dirigida a que usted más que un espectador, sea un consumidor. Así es, las playeras de los equipos tienen un patrocinador que muchas veces refiere a bebidas y cervezas -nosotros tenemos un estadio de futbol que por cierto es de segunda división, y tiene sus fuentes danzantes y todo- y en general todo busca que usted consuma: comprar la playera de su equipo favorito, tomar las bebidas y los panes que anuncian los jugadores profesionales, vestir como ellos y parecerse a ellos, ha provocado toda una revolución que bien se podría denominar una industria.
Esta industria se ha posicionado mucho más que otros deportes, entre otras razones porque la televisión ha sido su principal impulsor. Pero además porque la mercadotecnia no falla: al consumidor se le “descubren” necesidades y se le generan impulsos para comprar.
Los medios financieros como Deloitte afirman que el costo de planear y organizar este mundial, a los organizadores les costará más de 65 mil millones de dólares, de los cuales el gobierno brasileño aportó 11 mil aunque el crecimiento económico del país pambolero sólo será por encima del 1.44%, lo que implica una fuerte suma para un muy poco beneficio. Sin embargo durante estos dos años y lo que durará el mundial (a mediados de julio), se generarán más de tres millones de empleos en términos de construcción, turismo y bienes y servicios.
No obstante lo anterior, usted se ha podido percatar del sinnúmero de quejas y reclamos con que este mundial ha sido cuestionado principalmente por los mismos ciudadanos de Brasil. Cuestiones como la pobreza, la educación y la salud han salido a relucir por no contar con un presupuesto ni siquiera cercano a lo que costará para aquel gobierno la copa mundial, e incluso ayer, los aeropuertos principales ante la llegada de las últimas delegaciones deportivas, tuvieron contratiempos por los manifestantes y los huelguistas que se han opuesto a la celebración de este torneo en aquellas tierras por considerarlo impropio o no prioritario. Es más, el tema llegó incluso a la opinión del expresidente Lula da Silva, y decir que ese país “va adelante en el progreso social hasta por veinte años mejor que México” para justificar que la situación que los medios internacionales han presentado sobre las condiciones sociales allá, no son paupérrimas como afirman muchos.
El caso es que el mundial se llevará a cabo, porque a pesar de las protestas, es una sinergia que va por encima de los intereses locales y que se suma a toda una industria que arropa los intereses económicos de los organizadores y los involucrados, revestidos por las ilusiones de quienes de verdad creen en la justa deportiva. No digo que no sea cierto o no digo que allá en el futbol también haya mafias y corrupciones, lo que digo es que al ser una industria, se trata de dinero, no de convicciones.
Me he detenido este día para comentarle a usted este punto que durante un mes tendrá distraídos a los aficionados de todo el mundo, y singularmente de nuestro país, al son de una serie de acontecimientos que no son fortuitos y de cuyas decisiones se desprenderán efectos sociales a largo plazo. Así es, mientras el mundial se lleva a cabo, en un país en que según datos del INEGI en sus Estadísticas sobre disponibilidad y uso de las Tecnologías de información y comunicación en los hogares 2010, el 94.7% de los hogares tiene televisión, tendrían verificativo las discusiones de las leyes secundarias en materia de reformas constitucionales energéticas, de telecomunicaciones y otras, y entonces ello ha generado, por supuesto, aspavientos singulares: se indignan los ciudadanos porque les quieren ver la cara y algunos políticos proponen llevar los debates de estas leyes a televisión nacional. Y la pregunta es ante el juego de México contra Camerún y el debate entre los partidos sobre la privatización parcial de los recursos energéticos, usted ¿cuál prefiere? Evidentemente la opción no es el canal del congreso.
La cuestión es decirle a todos esos indignados porque las leyes secundarias se aprobarían en tiempos mundialistas, es que acaso en otros tiempos no mundialistas, ¿serían bondadosamente mejor aprobadas? Es decir, ¿es el mundial el que afecta la aprobación de las leyes o es que se aprueben cuando la gente está distraída? ¡Como si eso fuera algo nuevo, caray! Ya se les olvidó que hace algunos años se aprobaron las reformas del narco menudeo en tiempos de la influenza.
El remate de las leyes secundarias no se va a mejorar si quitamos el mundial, tendremos mejores leyes cuando haya mejores personas en ese lugar haciéndolas, pero si no hay mejores ciudadanos primero, es una ecuación inalcanzable. La responsabilidad le toca a usted y a mí que votamos por ellos, el problema no es el mundial y las leyes, el problema es que las cosas importantes no nos importan tanto como quién será el portero titular en el primer juego de la selección o si llegaremos al tan ansiado quinto partido.
Si usted se queja del mundial y de los políticos que discutirán las leyes secundarias en estos días, le recomiendo que se siente como espectador, en cualquiera de los dos escenarios. Saludos.