La diferencia entre poseer información y tener muchos datos es, en estos días, algo que se pierde precisamente porque quienes debieran ofrecer lo primero, saturan con lo segundo. La información permite a quien puede poseerla, adquirir conocimiento, tomar decisiones, elegir entre diversas opciones. Los padres de la economía, los que elaboraron la teoría económica clásica, partieron siempre del supuesto de que toda la gente, en todo momento, podría contar con la información de precios, disponibilidad de productos y accesos a mercados que les permitiese competir en condiciones de equidad para que, al actuar lo que ellos llamaron “la mano invisible del mercado”, la riqueza pudiese distribuirse también equitativamente. La realidad es que en el mundo actual, donde el capitalismo monopolista depredador campea, lo que menos quieren permitir quienes se han apropiado de los medios o canales por los que se transmite la información, es que otros puedan hacerlo. Por eso luchan denodadamente por mantener ese poder que ahonda las desigualdades y llenan los canales a su disposición con datos insulsos, vacuos, enajenantes.
Esas empresas hoy compiten por obtener una mayor tajada de la parte del espectro electromagnético por el que se puede transmitir información vía radiofrecuencia -espectro de radiofrecuencia-, que se ha extendido gracias a la revolución digital. Están ávidas de incidir en los cambios que se están introduciendo en la Ley Federal de Comunicaciones, con muchas ganas de extender sus ámbitos de negocio, pero con pocas de mejorar los contenidos.
La parte del espectro electromagnético denominado espectro de radiofrecuencia, se aplica a la porción menos energética del mismo que está situada entre los 3 Hz y 300 GHz aproximadamente. El hercio (Hz) es la unidad de medida de la frecuencia de las ondas que corresponde a un ciclo por segundo. Las ondas electromagnéticas de esta región del espectro se emiten aplicando corriente alterna originada en un generador y que luego es captada por una antena. Aunque se emplea la palabra “radio”, las transmisiones de televisión, radio, radar y telefonía móvil están incluidas en este rango de emisiones de radiofrecuencia. Así se transmite para usos de audio, video, radionavegación, servicios de emergencia y transmisión de datos por radio digital, tanto en el ámbito civil como militar.
Hoy en día la oferta de datos a través de radiofrecuencia que no es de uso militar o gubernamental, está dominada por intereses comerciales. Los datos que se venden, que mayoritariamente no son información, ocupan todos los canales disponibles. Hoy, gracias a la magia de la tecnología, podemos acceder a casi cualquier parte del mundo en cualquier momento, pero al hacerlo obtenemos casi siempre una enorme cantidad de datos que no nos sirven para ser mejores personas ni para hacer de nuestras comunidades un mejor lugar para vivir. Podemos acceder a entretenimientos y juegos, que llenan nuestra vida junto con pasatiempos en redes sociales.
El espectro de radiofrecuencia, como el espacio físico, es un bien público. Está por esencia propia a disposición de todos. Por contrato social, para poder convivir en éste, hemos acordado y aceptado que sea seccionado y que cada sección se venda, se alquile o se concesione.
Cuando gracias a la evolución tecnológica la señal transmitida de manera digital puede contener más información en menor espacio; el resultado es como si se hubiese ensanchado el espacio de radiofrecuencia. Visto de manera simple, es como si el espacio fuese el de un acordeón. Lo que antes de hincharse podía verse como superficie disponible compacta, al extenderse la superficie se ve más amplia, con espacios en blanco a la vista. Esos espacios en blanco son los que ahora están disponibles y los primeros que quieren hacerse con ellos son las empresas del oligopolio televisivo para seguir vendiendo más datos, amenidades, distractores, estupefacientes electrónicos carentes de información.
Pero, ya que gracias a la tecnología es posible transmitir por el espacio una cantidad mucho mayor de información, ¿no sería deseable que ésta fuese de calidad? ¿No sería mejor que algunos de esos “espacios en blanco” fuesen reservados para el acceso libre y el uso gratuito de los ciudadanos? Si hasta en el espacio físico se dejan lugares como parques, plazas públicas, andadores para uso público. Hacer algo distinto en el espacio disponible del espectro electromagnético es como querer hacer todas las calles de peaje y todos los parques o plazas, de cuota.
La desigualdad económica tiene su origen -entre otros- en el desigual acceso a la información. La generación de monopolios y cotos de poder excluyente no sólo incide en desigualdad económica, sino en desigualdad social. Mantener a los ciudadanos desinformados, pero saturados de inmundicia mental, produce habitantes sin ciudadanía efectiva ni capacidad de exigencia más allá de su derecho a ver el futbol en horas de oficina o a la hora de las sesiones legislativas. Para los monopolios resulta útil saturar a la gente, ya que si se manifestaran como ciudadanos podrían exigir que se dejaran esos “espacios en blanco” para el internet libre para todos y para acceder libremente a información de interés público.
Imaginemos por un momento que un micro o pequeño empresario pudiese utilizar su teléfono celular para acceder libremente a una aplicación que le permita saber dónde se encuentra un comprador o un comercio que requiere su producto. Un suicida en potencia que pudiese acceder, sin costo, a un servicio de consuelo y ayuda. Un testigo de un abuso, de acoso, de violencia, o la víctima misma, que pudiese acceder de manera fácil e inmediata a una aplicación para registrar la evidencia y presentar denuncia.
Son tantas las posibilidades que nos ofrece la tecnología que sería una verdadera lástima que, por andar distraídos en el mundial, nos quedáramos igual o peor que antes, sin la oportunidad de ser mejores.
Twitter: @jlgutierrez