La convivencia de niños y jóvenes en las escuelas públicas y privadas, más allá de la interrelación sana y armónica que debe prevalecer, siempre ha mostrado signos de confrontación y divergencias entre los alumnos que se manifiestan en diversas formas.
Aun cuando en las escuelas siempre han existido conductas antisociales, de agresión, abuso e incluso actos de discriminación, lo cierto es que en los últimos años esta situación se ha venido agravando; a este fenómeno se le conoce ahora como bullying, término acuñado por el psicólogo noruego Dan Olweus que en la época de los setentas inició una investigación al respecto.
Habrá que señalar que el acoso escolar no es privativo de alguna región del planeta; o de determinado tipo de condición socioeconómica, sino que es lamentablemente un fenómeno que ha reclamado carta de naturalización en prácticamente todos los entornos y contextos del mundo.
Diversos estudios revelan que los medios de comunicación influencian la vida de los niños de forma significativa. Un niño observa la televisión un promedio de 22 a 25 horas a la semana. Es un factor digno de discusión la existencia de una creciente cantidad de contenidos mediáticos cargados de violencia física, verbal, sexual y estereotipos de raza y género. La violencia en los filmes cinematográficos y en dibujos animados que ven los niños y las niñas ha aumentado significativamente. También los videojuegos con alto contenido agresivo incrementan el nivel de hostilidad de los menores, pues en estos juegos existe la posibilidad de trasgredir normas, reglas y valores que las familias y los educadores se empeñan en inculcar.
Pero, no sólo la exposición a ciertos contenidos vertidos en los medios de comunicación influyen en el nivel de agresividad de los niños y las niñas; también contribuye la violencia que viven en su comunidad, en la calle en que viven; la discriminación de la que son víctimas en caso de tener características físicas o ideológicas diferentes, la misma discriminación de la que pueden ser víctimas si no pertenecen a determinada clase social, estatus económico, si carecen de acceso a determinados bienes de consumo que han cobrado popularidad como lo son los teléfonos móviles, aparatos eléctricos, ropa o juguetes de moda.
Por lo que respecta a nuestro país, es más grave aun lo que genera el fenómeno del bullying, en un estudio publicado por la CEPAL en el año 2011 se señala que un 11% de los estudiantes mexicanos de primaria han robado o amenazado a algún compañero, mientras que en secundaria ese porcentaje alcanza un poco más de un 7%. Asimismo, se señala el porcentaje de estudiantes de 6° grado de primaria que declaran haber sido en su escuela, víctimas de: robo 40.24%, insultados o amenazados 25.35%, golpeados 16.72% o atravesado por algún episodio de violencia 44.47%. Algo más grave además de la violencia física y psicológica, es que también existe una modalidad identificada con el uso de las tecnologías, ahora el internet es usado como un arma poderosa para el acoso sistemático; aprovechando muchas ocasiones del anonimato se discrimina por las preferencias religiosas, la homosexualidad, la pobreza, la diferencia de clases y hasta la discapacidad; lo más grave es que cuando estas acciones se mantienen ocultas por las víctimas y generan una grave crisis que inclusive conducen al suicidio de muchos jóvenes, y últimamente en nuestro estado, hasta en niños menores de 13 años.
Es sabido que en los programas de educación en nuestro estado el tema de los derechos humanos no es de relevancia, sólo se habla de manera sucinta del respeto, los valores y la civilidad para lograr incidir en el pensamiento de los alumnos sobre la importancia y el valor de los derechos mencionados; sin embargo, no se profundiza en el tema ya que no está contemplado como primordial en la materias de educación cívica.
Toda vez que el bullying es ya un grave problema social, que se desarrolla principalmente en el entorno escolar, a través de conductas intolerantes, abusivas e intimidatorias entre alumnos; presenté el pasado jueves una iniciativa para la ampliación a la ley para prevenir, atender y erradicar la violencia escolar en el estado de Aguascalientes, para reforzar las acciones de prevención pero, también, generar la cultura del respeto a los derechos humanos y la solidaridad, involucrando para la promoción permanente y que genere una verdadera concientización entre los alumnos, los docentes y padres de familia a la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Aguascalientes.
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