A una fecha de cerrar el segundo ciclo de conciertos del año 2014 de la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes, puedo decir, sin el menor temor a equivocarme, que nuestra Sinfónica y su director titular, el maestro Román Revueltas, han renunciado a toda forma de facilismo musical. Han elegido el camino difícil, pero de mayor compromiso y ésta es una forma de respetar al público, a su majestad la música y a ellos mismos.
Me refiero al hecho de que nos han mostrado una programación musical muy lejos de ser complaciente con la cuestionable pretensión de llenar cada semana la sala del Teatro Aguascalientes con un público poco o nada exigente y que está feliz con escuchar Carmina Burana y que a lo que realmente va es a escuchar sólo el principio y el final de la cantata escénica de Orff, porque además del multicitado “O Fortuna”, desconoce por completo el resto de la obra.
Felizmente veo que nuestra Sinfónica ya no está para esos trotes, la Orquesta de Aguascalientes es una de las mejores de México, no tengo duda y lo digo desde la más absoluta objetividad renunciando a mis posición de, digamos “papá cuervo” y es que realmente siento a la Sinfónica como mía, como la debemos sentir cada uno de los que habitamos esta “Tierra de la Gente Buena”.
En efecto, la programación de esta segunda temporada es ambiciosa y exigente, coloca a la música como el principal protagonista en cada concierto y va encaminada, si no a un público absolutamente conocedor, sí a un auditorio que ama y respeta la música y que tiene el suficiente criterio para aceptar y disponerse a escuchar cosas que no conoce, buscando engrandecer el vastísimo e inagotable horizonte musical.
En su momento, y me declaro culpable, con todo y golpes de pecho, cuestioné el montaje del ballet “Pinocho”, mi principal cuestionamiento era: “¿Por qué armar con fragmentos musicales de Glazunov una partitura que no existe en lugar de interpretar un ballet de repertorio? A eso me refiero cuando digo que nuestra Sinfónica no va por la vía fácil, prefiere el camino difícil, que inevitablemente, lleva al camino del éxito.
Pero con tu permiso, dejaremos el análisis completo de la temporada para la próxima semana, hay mucho qué decir, por ahora te invito a que nos ubiquemos en el sexto programa de esta temporada que inició con el Doble Concierto para Viola y Clarinete, Op. 88 en Si menor de Max Bruch con los maestros Sergio Carrillo en la viola y Pascual Aquino en el clarinete. Los dos son integrantes de la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes. Después del intermedio escuchamos la Sinfonía No.6 en La Mayor de Anton Bruckner, conocido como “El Trovador de Dios”. El director para este concierto fue el titular de la OSA, el maestro Román Revueltas.
El Doble de Bruch, ejecutado en su forma original, ya que existe una versión para clarinete y violín, es una obra de madurez en donde el autor rompe los criterios convencionales de la música, esto lo podemos apreciar desde la orquestación, que empieza siendo discreta, casi camerística, hasta alcanzar proporciones de gran orquesta. Por otro lado, rompe con el esquema tradicional del concierto estructurado en tres movimientos, como casi todos, con dos movimientos rápidos y un lento en medio. En este caso el concierto va literalmente “in crescendo”: Andante con Moto, continúa con un Allegro Moderato y termina con una Allegro Molto.
La participación de los dos solistas fue muy destacada, y no debemos confundirnos, lo menciono porque los comentarios se escuchan, no por ser de casa, no por ser parte de la Sinfónica, dejan de ser solventes y aptos para ejecutar cualquier partitura. Es cierto, tenemos esa rara tendencia a menospreciar lo que tenemos aquí, a la mano. Hay que entenderlo, nuestra Orquesta está integrada por casi ochenta solistas, cualquier de ellos puede ser convocado para tocar un concierto en su respectivo instrumento y hacerlo de forma virtuosa con esta o cualquier otra orquesta, y de eso, inobjetablemente, debemos estar orgullosos.
Después del intermedio nos dispusimos a disfrutar la que probablemente sea la más íntima de este compositor. Escribió nuevas sinfonías, y antes de su muerte, pidió que se utilizara su Te Deum como cuarto movimiento de su novena, pero después se retractó, así que la novena quedó de sólo tres movimientos y el Te Deum como una obra independiente. Hombre de una profunda y radical religiosidad, supo transportar su catolicismo a cada una de sus composiciones.
Bruckner pide para sus sinfonías una orquesta muy numerosa, y me parece que fue en este tópico en donde encontramos el talón de Aquiles, desde mi punto de vista faltó incrementar la Orquesta con algunos extras, sobre todo en la cuerda, los metales y maderas eran justamente los que pide el compositor. Entiendo que esto representa costos, pero hace falta para una audición más fiel a la forma en la que el compositor pensó sus nueve inmensas y grandiosas sinfonías, pero con todo, y con la Sinfónica completa, el maestro Revueltas hizo un trabajo muy decoroso, logró obtener de la orquesta un sonido impresionante, sobre todo en esos pasajes tan brucknerianos en donde la orquesta se acerca mucho al sonido del órgano. Tenía razón mi buen amigo Israel, integrante de la sección de bajos, el Scherzo es demoledor, pero me gustó especialmente el segundo movimiento, el adagio, la OSA alcanzó niveles de excelsitud.
Para la próxima semana se cierra la segunda temporada del 2014 con un programa totalmente español, la cita con su majestad la música es el viernes 27 de junio a las 21:00 horas en el Teatro Aguascalientes, la casa de la Orquesta Sinfónica, por ahí nos veremos si Dios no dispone lo contrario. Hasta entonces.