El amor romántico, por no decir de pareja, no es sólo una emoción (inter)personal de enganche, es también un sentimiento que aprendemos de forma colectiva, y El Poder en las relaciones afectivas es un elemento que hemos asimilado culturalmente. Durante una sesión de Tarot terapéutico, según la intérprete una de las cartas decía que yo creía que el amor era una meta por cumplir, y otra que en realidad se trata de una competencia. Entonces recordé una de las justas más frecuentes para algunas personas, el ganar después de terminar una relación. Sí, el discurso ideal es que el amor no se trata de una lucha, pero ¿qué tanto cumplimos con la consigna de un duelo equilibrado? Además de la negación, ira, negociación, depresión y aceptación; así como la pérdida de endorfinas, cortisol y otros elementos químicos por el distanciamiento y, en ocasiones, por la pérdida de sexo; al finiquitar una relación nos posicionamos en un nuevo juego de poder que a envuelve a unos más que a otros. Sólo piense en los juicios de divorcio y las miles de pugnas por la ganancia material y/o social (como los hijos).
Por lo general, en las relaciones que concluyen de forma asimétrica, aunque no es una regla, el que se queda sufre más: el abandonado o abandonada, aunque también quien decide finalizar la unión pasa por un proceso de debate intra e interpersonal. Los vínculos químicos y psicosociales pueden haberse roto desde hace tiempo, pero no es hasta una declaración cuando se materializa el desate, y es entonces cuando surge la exigencia de una explicación. En un bautizo o una boda, el ritual finaliza cuando alguien manifiesta el “yo te bautizo fulanito de tal” o “yo los declaro marido y mujer”, lo cual debe realizar una persona con cierta posición; en las relaciones afectivas románticas es quien se declara para pedir el noviazgo o para terminarlo. Debido a la historia mutua, solemos realizar eufemismos o evitar la disputa para imposibilitar un nuevo acuerdo, y es que debido a la idea del amor eterno, único y monógamo, parece infrahumano que alguien nos escupa un (ya) no te quiero o un (todavía) te amo pero necesito sexo con otras personas. Sin embargo, la verdad incisiva tal vez nos permitiría pasar por una etapa de duelo menos corrosiva, al hacer frente a un crudo panorama que no dé posibilidad a las dudas. En muchas ocasiones, el purgatorio se sustenta en encontrar las fallas en el otro y en uno mismo, buscar culpables externos, razones económicas, laborales, sólo por mencionar unos ejemplos, y es que no hemos aceptado la diversidad sexual y afectiva de los seres humanos, así como su facultad de cambio y adaptabilidad.
Tras la ruptura, las y los ex se transforman en némesis que deben derrotarse a distancia y en nuestro propio imaginario, para ello surgen una serie de batallas que más de uno hemos pasado, las cuales se basan en demostrar a nosotros mismos y a los demás que superamos la separación con creces: mejorar nuestro aspecto físico, contar con mejores circunstancias laborales, encontrar una nueva pareja; siempre, antes que él o ella. En estas competencias está en juego el ego que durante una unión afectiva generó proyectos colectivos, derrumbados porque una de las partes del acuerdo abdicó; y como en la justicia, creemos que se deben de reparar los daños, la moneda de cambio es la humillación, la culpa y el arrepentimiento del otro, ya sea observado para deleite o sólo imaginado; lo cual radica en el desarrollo del amor dependiente, en lugar de un sentimiento inter-independiente, donde las aspiraciones individuales logren acoplarse a una unidad no limitante. Estos fenómenos sociales se muestran en el video publicitario “Nos dejaron, ser más lindas” del centro comercial Alto Palermo en Argentina: “Hay algo que hace que luchemos incansablemente por estar más lindas, todo, para ellos, los ex. Nada nos complace más que ver como se retuercen de dolor, saborear su humillación, y meterles el dedo ahí, justo donde más les duele, hacerlos darse cuenta de que se equivocaron feo, feo, feo”.
¿Por qué discutir en comunidad los fenómenos del amor? Se ha demostrado en varias investigaciones que en muchas problemáticas sociales, como los embarazos en adolescentes, el suicidio, e incluso feminicidios, el afecto es una variante presente de alta importancia, pero no el simple amor por el amor, sino el poder inmerso en las relaciones afectivas como evidencia del éxito social, y si nos encontramos inmersos en una sociedad que de forma frecuente manifiesta la supremacía incuestionable e inflexible del amor, ¿podremos aceptar el fracaso?, algunos lo logramos, otros no tanto, y otros nada. Esto me recuerda el lamentable caso de Andrea Nohemí, donde uno de los presuntos perpetradores muestra en el video de YouTube “TE AMO……………” un discurso claramente romántico: “encontrarás una, que sea tu razón de vivir […], una persona por la que vale la pena vivir […]. Si la encontraste y la perdiste, suerte […]. La única razón para este video es para desahogarme un poco y para que tú, que lo estás viendo, no la cagues igual que yo”. ¿Qué tanto nos estará costando la promoción de la familia heteronormativa, monógama e indisoluble?
Por otra parte, el mismo miedo a perder el “poder proyectado” impulsa a nuestro ego a evitar demostrar que extrañamos a nuestra(s) o nuestro(s) ex; pues esto significaría haber perdido la justa; y en caso de encontrarnos en una nueva relación se interpretaría la melancolía como una falta de desapego, un trauma psicológico sin terminar; aunque no siempre el recordar implica el desear re-vivir. No hemos “civilizado” tanto que hemos aprendido a mentir y actuar de acuerdo a múltiples estructuras, una de ellas: el amor romántico, como herramienta para la supervivencia humana, pero ¿no estaremos en el momento de una reestructuración social? Desde años recientes se han incrementado los estudios antropológicos de las emociones, pues se ha reconocido que más allá de sensaciones sobre-corporales se tratan de conductas psico-socioculturales, por lo que es necesario el considerar una educación sexual y afectiva de tercera generación que permita el desenvolvimiento individual de las personas y evite estas batallas que hemos creído legítimas.
¿Cuántas personas, por egoísmo y sobre-autoprotección, se han negado la posibilidad de construir una nueva relación con su ex?, el amor no es estático pues los individuos cambiamos con frecuencia, y si existen las endorfinas y los vínculos interpersonales, ¿por qué no adaptarse? ¿Por qué asumir que los humanos son monógamos por su capacidad de raciocinio?, por naturaleza estamos sexualizados porque no sólo estamos destinados a engendrar para poblar. ¿Cuál es el costo del amor, y qué hay más allá de él? La piel, aunque esté curtida, puede llevar cicatrices, pero no por eso deja de servir.
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