De pronto se hace confuso y hasta cansado vivir en un país que expone dos realidades, las cuales son completamente distintas. ¿Qué hemos hecho para conducirnos de esa manera, quién o qué provoca que haya una realidad encima de otra? Contextualizo.
Alguna vez, hace mucho tiempo, cuando las películas que producía el intento de industria cinematográfica nacional plasmaban la modernidad, como un nuevo estilo de vida en nuestro país, se presentó un fenómeno económico denominado “milagro mexicano” que no era otra cosa más que el inicio de una economía basada en la industrialización pero sin la base de la libre competencia que permite a la larga un desarrollo sostenido. Durante el sexenio de Manuel Ávila Camacho el PIB creció 7.3 por ciento, su sucesor, Alemán Valdés continuó con el desarrollo de la actividad industrial, energética, la construcción y la manufactura. Así el panorama cambió, de una nación campesina pasamos a un México civilizado, moderno al nivel que exigía el momento internacional, sin embargo algo pasó y ahora padecemos las consecuencias de uno cimientos endebles.
Añorando aquellas épocas del blanco y negro la actual administración presentó el pasado lunes algo que llamó “Programa Nacional de Infraestructura” PNI con el fin, según ellos, de recobrar el “mexican moment” que no es otra cosa más que un “momento” de optimismo por parte de la comunidad internacional sobre las expectativas económicas y de crecimiento en México.
7.7 billones de pesos destinados en su mayoría al sector energético para impulsar la controvertida reforma en la materia.
Ese es un México querido lector, una realidad que presentan los medios de comunicación y que desde la llegada de la actual administración insisten en vender como el momento propicio para consolidarnos como economía sólida y potencia mundial. Sin embargo el pasado 13 de marzo el Premio Nobel de Economía, Paul Krugman, recordó y dejó claro que han habido otros “Mexican Moments” que no cuajaron, por lo tanto tendremos que irnos con pies de plomo.
Esa percepción optimista del entorno, la que se comparte en un sector de la sociedad, la que no alcanzamos a ver muchos pero que es una realidad para otros, la manera de homologar la visión colectiva, ¿qué tenemos que hacer?
Perloff & Fetzen afirman que “Aunque es posible comprobar el optimismo no realista directamente, mediante la comparación de las percepciones que tienen las personas de los riesgos a los que están expuestas y las posibilidades objetivas de que se vean afectadas, las evidencias más contundentes se han obtenido por medio de los juicios comparativos de la probabilidad.”
¿Alcanzamos a ver los riesgos de nuestro optimismo y de las posibilidades objetivas de afectación?
Para eso tenemos representantes de la sociedad que hablan por todos, sí señor, como si nosotros no tuviéramos boca y decisión para expresarnos. Así es como la fuerza del Oscar se hizo presente. Mire usted cómo los medios electrónicos manejaron la postura de Alfonso Cuarón con relación a 10 cuestionamientos a Enrique Peña Nieto.
El cineasta formuló preguntas y las expuso a través de los medios quienes dieron lectura y masificaron el mensaje, después vino la respuesta de la sociedad manifestándose a favor de las dudas del señor Cuarón. Relevante y aplaudible lo que hizo nuestro compatriota, sin embargo no es el único que tiene voz y voto, pareciera que necesitamos ganar un Oscar para que el presidente de todos voltee a vernos y diga que después de que se presenten las leyes secundarias estará en condiciones de responder las famosas preguntas.
El éxito de mexicanos como Alfonso Cuarón es digno de presumir y tomar de ejemplo, sobre todo cuando este personaje no encontró apoyo en su tierra natal para desarrollarse como el cineasta que ahora es. Con toda la autoridad y autonomía que le confiere ser ciudadano mexicano plantea preguntas nada agresivas pero sí puntuales que exige sean respondidas.
Desde cuándo y cómo le harán para bajar los precios de los hidrocarburos, hasta el cuestionar el impacto ecológico en caso de algún desastre, preguntas que urgen respuesta ante un estado de derecho endeble como lo menciona en su pregunta número cuatro, financiamientos ilícitos con empresas trasnacionales, los problemas de corrupción en el sindicato de Pemex y la experiencia de proyectos fracasados que nos hacen temblar.
Esa es la otra realidad de la que le hablé, la que en verdad se vive, donde la sociedad no está pensando en qué canción cantarle a la selección nacional para que se inspiren y ganen el mundial de Brasil, la que ve claro que se aproxima una mega cortina de humo con este evento internacional y que si no fijamos una postura ante el panorama actual, cuando termine la final del futbol, México será un país distinto, claro, a favor de los que ven con optimismo los avances en política, economía y democracia que se están cocinando para hacerle la vida más tranquila a la sociedad mexicana; o por lo menos a aquellos que confían con los ojos cerrados en el gobierno federal.
Anímese, usted también formule preguntas para su presidente, hágamelas llegar por correo electrónico y con gusto las publicaré el próximo jueves.
Twitter: @ericazocar