Envoltorio de papaya / Sombras - LJA Aguascalientes
22/11/2024

 

Desperdicio

¿Dónde está Julia Orayen? Un día después de que la modelo distrajera la mirada de uno de los participantes del debate por la presidencia fue una de las mujeres más buscadas del país, todos querían entrevistarla, todos tenían algo que opinar acerca de la aparición de la edecán del IFE. En ese entonces no faltó el audaz periodista que para no caer en la obviedad de apuntar que el escotado vestido blanco robó las miradas, construyó una teoría de la conspiración, los enemigos de la democracia urdieron un plan para que Julia Orayen saliera vestida precisamente así y “ganara” el debate. Montones de minutos y ríos de tinta se gastaron para señalar el maléfico plan.

En ese tiempo una cantidad similar de minutos y papel se desperdiciaron en acusar a las televisoras de inventar otras distracciones para que el pueblo bebé no pudiera concentrarse, por eso habían programado en el mismo horario del debate la final del futbol mexicano. De nuevo, no faltaron los audaces defensores de la verdad que señalaran al duopolio televisivo de tender una trampa a los pobrecitos mexicanos.

¿Dónde está la mujer que posó para Playboy? No lo sé. ¿Qué sucedió con el partido de futbol? Me cuesta trabajo recordarlo; de esa fecha me queda clara la sensación del montón de opinadores que en nombre del pueblo bueno esgrimieron sus conspiraciones y, con el pretexto de evidenciar a los malos de la historia, desperdiciaron tiempo y espacio en los medios de comunicación para argumentar en contra de un escote y un balón; esa sensación de ser tratado como un imberbe que no puede saber qué es lo que quiere y por eso alguien tenía que decidir por mí.

Nadie va a llorar por ese tiempo desperdiciado, lo que se dijo o no sobre el debate entre Andrés Manuel López Obrador, Gabriel Quadri, Enrique Peña Nieto y Josefina Vázquez Mota, ya no tiene importancia, el tiempo que se derrochó en pequeños asuntos sin importancia no se puede recuperar y será muy difícil evaluar cómo afectó ese despilfarro en la decisión de quienes votaron; pero de que se perdió el tiempo, no hay duda; la sensación de ser tratados como inmaduros que necesitan les indiquen el camino, también.

Muera la intelectualidad

El inicio de la opinión de Carlos Mota sobre las diez preguntas de Alfonso Cuarón a Enrique Peña Nieto sobre la Reforma Energética, no tiene desperdicio: “No sé qué es peor, si la soberbia de ciertos artistas o la ingenuidad de los medios de comunicación para dar vuelo a las declaraciones de aquellos. Eso sí, la tentación de la gente del mundo de la cultura de opinar de políticas públicas es una de las enfermedades crónico degenerativas que se está afianzando en el país. Antes era Carlos Fuentes hablando de la supuesta ignorancia del entonces candidato Enrique Peña Nieto. Antes era el pintor Toledo hablando de los Zetas; o Gael García criticando al sistema político y al PRI”; es una muestra del complejo de inferioridad del columnista, sus argumentos en contra del derecho que tiene cualquiera a opinar bien podrían rematar con un “Muera la intelectualidad traidora. Viva la muerte”, al mejor estilo del fascista Millán-Astray.

No es la primera vez que Carlos Mota busca provocar a la “intelectualidad”, por eso no vale la pena extenderse en la réplica y hacerle juego, basta con citar el artículo 6 de la Constitución:


La manifestación de las ideas no será objeto de ninguna inquisición judicial o administrativa, sino en el caso de que ataque a la moral, los derechos de tercero, provoque algún delito o perturbe el orden público; el derecho a la información será garantizado por el Estado.

Porque lo que Mota ataca en su texto no es a Alfonso Cuarón o el derecho de los artistas e intelectuales a opinar, discrimina parejo, en su afán de que nadie cuestione al presidente, de que no sea tocado ni con el pétalo de una rosa si esa flor es empuñada por alguien que no sea “especialista”, finaliza desestimando a todos; nadie tiene derecho a opinar.

¿Cuáles eran las diez preguntas de Cuarón? No importa, ahora discutiremos sobre el discurso discriminador de un oscuro columnistas especializado; se irán agregando otras opiniones, igual de vergonzantes, como la de Roy Campos, quien en un afán de quedar bien con dios y con el diablo, hace a un lado la pertinencia del cuestionamiento y de quien lo hace, para distraer la atención a otro lado, escribió el presidente de Mitofsky Group: “Cuarón pudo hablar por sí mismo como lo hacen algunos comunicadores y otros que se atrevan a pagar desplegados, pero no por los mexicanos, no debe ser entendido ni atendido como si nos representara. Firmó sus inteligentes e importantes preguntas y esperaría respuestas, pero Cuarón no me representa”. Qué alivio, millones de angustiados mexicanos ya pueden dormir tranquilos, a Roy Campos no lo representa Cuarón.

Como la inútil teoría de la conspiración alrededor (¿sobre, en?) el escote de  Julia Orayen, gracias a los artículos serviles de Carlos Mota y Roy Campos, entre muchos otros, ya no importa cuáles eran las preguntas, gracias a plumas oportunas como este par, la atención está en otro lado. Tiempo desperdiciado.

Hongos

Cada tanto, en los pasillos de los palacios de gobierno estatal y municipal aparecen oscuros personajes que se presentan como periodistas, antes se les podía ver cargando un lote de ajadas revistas, hoy, gracias al avance tecnológico, enseñan en sus dispositivos portátiles su página en Facebook, su blog, la paginita en internet, la prueba de que trabajan para un medio y tienen todo el poder de la prensa. La táctica es siempre la misma, alaban para cobrar, pegan para ser subsidiados.

A pesar de que es una práctica recurrente, de que se ha demostrado que los ataques y elogios a través de estos medios patito no inciden en la percepción que los ciudadanos tienen sobre la clase política, los gobiernos siguen destinando recursos a mantener a estos parásitos; periodiquitos que se reproducen como hongos siempre que se acercan las elecciones, a las que los suspirantes pagan e incluso crean para poder extorsionar a quien se deje, ya sea para hablar bien o para denostar.

Coda

Los del elogio fácil y los conspiranoicos, invariablemente hablan en defensa del pueblo bueno y con el pretexto de que el Estado debe garantizar el derecho a la información, lo que terminan logrando es generar ruido, distraer a la audiencia, al público, a los lectores, dejando caer su molesta sombra sobre lo que realmente importa.

@aldan

 


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Edilberto Aldán
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Director editorial de La Jornada Aguascalientes
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