Educar con el ejemplo no es una manera de educar, es la única
Albert Einstein
En días pasados, el gobernador de Oaxaca, Gabino Cué, nombró como Director de Educación del Estado a Gilberto Ortiz Sánchez, en una ceremonia protocolaria, con palabras que ensalzaban su trayectoria académica y sus 30 años de experiencia en la administración pública estatal y federal. El flamante funcionario seguramente habrá aceptado el cargo con orgullo y promesas de desempeñarse con mucho profesionalismo y amor a la educación.
Todo parecía ir bien para él en el aspecto laboral, pero su afición a las redes sociales, revelaron su voyerismo y mal gusto, aficiones que no eran en absoluto compatibles con el liderazgo que acababa de asumir y mucho menos hacían honor a las palabras que le había dirigido el gobernador cuando le dio el nombramiento, puesto que con dichas aficiones evidenciaba que no sólo no tenía el perfil que se requería en este importante cargo, sino que tampoco era digno de ejercerlo.
Se cuenta que escribió en facebook comentarios inapropiados y que había puesto fotos de mujeres desnudas o con poca ropa, pero al parecer, la gota que desbordó el vaso fue el comentario sobre la imagen de una mujer con vestimenta sexi “disfrazada” de maestra y en una pose por demás erótica, dentro de un supuesto salón de clases, que decía: “Los niñ@s ya exigen clases y los padres ya extrañamos a estas maestras enseñantes. Verdad que sí.” El funcionario en cuestión canceló su cuenta, pero el mal ya estaba hecho y ese comentario se esparció por las redes sociales, dejándole en una posición tan incómoda, que fue destituido a las 22 horas de su nombramiento.
No es un caso aislado, ya hemos tenido conocimiento de personas que perdieron su empleo por culpa de los comentarios o fotos que exhiben en cualquiera de las muchas redes sociales que existen, pero en este caso, por tratarse de un funcionario educativo de primer nivel y por el poco tiempo transcurrido después de tomar posesión del cargo, se convirtió en una noticia que circuló por las redes sociales, para vergüenza propia, de su familia y de la educación en México. Sin embargo, la verdadera noticia debió haber sido el poco cuidado que se está teniendo a la hora de elegir a las personas que serán responsables de la buena marcha de la educación en los diferentes estados de nuestro país.
No creo que a ninguna persona le guste que sus funcionarios los avergüencen con conductas reprobables o haciendo comentarios de tan mal gusto, pero si este funcionario es el que dirigirá la educación en un Estado la cosa se vuelve aún más grave. No debe perderse de vista que la ciudadanía es cada vez más crítica y está más pendiente de los personajes públicos, en especial de los que se encargarán de formar a sus hijos, por lo que debiera ser un imperativo legal seleccionarlos con mucho más cuidado del que ahora se tiene. Es verdad que cualquiera tiene derecho a su vida privada y que ésta debe ser respetada como tal, sin embargo ese respeto termina cuando se hace pública, voluntaria o involuntariamente, y en muchos casos con total impunidad. Menos mal que en esta ocasión el gobernador actuó correctamente.
Cuando se dio a conocer la Reforma Educativa en 2012, muchos alzaron sus voces porque en dicha reforma estaba considerada la evaluación a maestros, ellos exigían a su vez que las autoridades educativas también se sometieran a una evaluación. En esos momentos me pareció más una revancha que una petición lógica, pero después de este caso ya no me parece tan descabellada la propuesta, aunque yo precisaría que se enfatizara más en evaluarles la parte ética que la de conocimientos o liderazgo.
Si en la Reforma Educativa se estableció la consigna de mejorar la calidad de la educación, las personas que conforman el sistema educativo debieran ser las mejor seleccionadas de todas y en ese colectivo, las autoridades tienen también un papel muy importante. Ya no puede seguir la costumbre de otorgar un cargo de esta naturaleza por amiguismo o para pagar deudas políticas, debieran ser asignados a personas de probada solvencia ética, independientemente de la trayectoria académica que posean, ya que de otro modo no tendrán la suficiente autoridad moral ni los valores para exigirle lo propio a directores y maestros.
Tenemos derecho a demandar a todos los funcionarios, pero en especial a los que dirigen la educación, unidad de vida y congruencia entre lo que dicen y lo que hacen. Es posible que al niño no le llegue de manera directa la influencia de una autoridad sin calidad moral, pero sí le llega al maestro, a los padres de familia y a la sociedad.
No se puede minimizar un caso como el comentado porque seguramente hay otros que tal vez no estén en redes sociales, pero están en boca de todos. Son autoridades que dirigen la educación pero que exhiben conductas censurables, sin pudor ni vergüenza, gozando de la impunidad que les otorga la complicidad del silencio de maestros y padres de familia y sin que consideren el impacto que tiene su conducta en la sociedad. Sin embargo, como diría la novelista Catherine Aird: “Si no puedes ser un buen ejemplo, tendrás que conformarte con ser una horrible advertencia”.
Twitter: @petrallamas