El crecimiento económico no implica necesariamente desarrollo ni una mejora en las condiciones de vida de la población. En el sistema económico preponderante, el capitalismo salvaje (capitalismo v.3.0), a mayor crecimiento de la economía, más recursos extrae para sí el grupo de actores dominantes, como son la banca y los monopolios, en detrimento de todos los demás. Sin embargo, con una elevada tasa de crecimiento económico se disfraza la depredación en la medida en que se les permite a los actores no dominantes obtener una cierta ganancia. En otras palabras, no se nota que la tajada del pastel sea más grande para unos cuantos mientras el pastel crezca lo suficiente como para dejar satisfechos a los demás comensales.
El papel de la banca central en el capitalismo v.3.0 tiene como fin garantizar la correcta operación del sistema monetario-financiero, entendiéndose que la política monetaria “correcta” es la que garantiza rendimientos a los bancos, aún a costa del resto de la economía. El Banco de México, institución que como banco central es la encargada de la política monetaria del país, informó la semana pasada que en los dos primeros años de la administración del presidente Enrique Peña Nieto la economía mexicana no logrará superar el patrón de crecimiento de los pasados 13 años.
La noticia que augura un bajo crecimiento, lo cual impulsa a la banca a cerrar la llave del crédito, ha caído como balde de agua fría para el resto de los actores económicos porque con ello se profundizarán aún más las penurias que vive la economía mexicana desde hace 33 años. Toda una generación que nunca ha experimentado otra cosa: nada menos que todos aquellos que hoy tienen menos de … digamos 43 años.
En este mismo lapso, durante el cual la economía de Corea del Sur ha permitido a sus habitantes disfrutar de un ingreso por persona diez veces mayor que el que tenían hace tres décadas y, con todo y la debacle financiera del 2008, varios otros países disfrutan también un sustancial crecimiento en sus ingresos, México ha tenido un pésimo desempeño.
Durante tres décadas, de 1950 a 1980, la economía mexicana experimentó un elevado crecimiento que permitió a los mexicanos duplicar el ingreso promedio por persona. Sin embargo, en los siguientes 30 años, de 1981 a 2001, período durante el cual -curiosamente- se incrementaron sustancialmente las utilidades de la banca, los mexicanos registramos nulo crecimiento en nuestro ingreso promedio por persona. De 2001 a 2013, el ingreso promedio por mexicano, creció 14 %, según las cifras oficiales. Ese crecimiento, considerado ya insuficiente por el Banco de México, se convertirá en decrecimiento hacia finales de este año. En promedio los ingresos por persona de 2014 serán 1.2% inferiores a lo obtenido en 2012.
Como todo promedio estadístico, estas cifras de ingreso promedio por persona ocultan la forma en que el crecimiento se distribuye entre los actores económicos. De 2001 a la fecha, período donde se reporta un crecimiento positivo del ingreso por persona, se observa que en tanto una parte de la población ha tenido un sustancial incremento en sus percepciones, la gran mayoría está ahora peor que antes.
Conforme a la Encuesta Nacional de Ingreso Gasto de los Hogares, -ENIGH- es con todo y que los ingresos de los más ricos aumentaron entre 2000 y 2012, el poder de compra (gasto) de la población en general se redujo, particularmente entre aquellos que se ubican entre el 30% de la población con mayores percepciones.
La Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo -ENOE- no reporta cifras para años anteriores al 2005, pero aún así es posible constatar que entre ese año y el 2013, la proporción de personas ocupadas que por su trabajo perciben tres salarios mínimos (SM) o menos, pasó del 61.5% al 77%. Este aumento en el número de personas con menores ingresos va aparejado con un incremento en la cantidad de personas que trabajan en empresas grandes, lo cual corrobora el hecho de que la gente está buscando trabajo con cierta seguridad pero con menor paga.
Además hay que anotar que, por un lado el salario mínimo desde hace décadas que no representa un nivel de ingreso mínimo de bienestar, mientras que, por el otro, con tres SM de 2013 se compra menos que con tres SM de 2005. En ese mismo período, la proporción de personas ocupadas que perciben cinco SM se redujo de 11.9 a 9.8%.
El deterioro en las condiciones económicas de la población ha cambiado sustancialmente la estructura productiva de la población y el tejido social. En 2013, 79 de cada 100 personas ocupadas dependen de una micro, pequeña o mediana empresa (MiPyME). Los desempleados son personas más preparadas que antes, en 2005 dos de cada tres desempleados tenía preparatoria o nivel superior, en 2013, son tres de cada cuatro. En 2005, dos de cada diez personas en condiciones y disposición de trabajar, se encontraba desocupada, subocupada o en condiciones críticas de empleo, si empleo se le llama por ejemplo a ser malabarista en la calle; a finales de 2013 tres de cada diez se encontraban en esta situación.
El crecimiento no lo es todo, pero las cifras que arroja la estadística respecto al comportamiento de la economía mexicana son una clara explicación para el actual incremento en la precariedad en los negocios, así como la búsqueda de cada vez más personas de su sustento a través de actividades ilegales.
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